Valdecilla, inmune a la psicosis
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La actividad hospitalaria se desarrolló con absoluta normalidad en el día después del ingreso de la mujer infectada por coronavirusNACHO GONZÁLEZ UCELAY
Santander
Lunes, 2 de marzo 2020, 07:15
El ingreso de la joven italiana afectada por coronavirus no ha causado ningún impacto visual ni dentro ni fuera del Hospital Marqués de Valdecilla, donde la presencia de la paciente, aislada en una de las habitaciones, no ha alterado en absoluto los biorritmos ... del complejo. Tanta es la tranquilidad que se respira que si no fuera porque la prensa lo anunció a toda plana nadie pensaría que allí se vigila al primer paciente de Cantabria infectado por COVID-19 desde que en el mes de diciembre empezó la crisis.
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Ni pacientes con mascarillas ni médicos con batas y guantes ni visitantes con miedo o recelo... Ningún rastro visible del virus. El día después del anuncio bien podría haber sido el día antes. Fue el mejor síntoma, sin duda. Una llamada por sí misma a la tranquilidad ante la psicosis que el coronavirus está generando en todo el mundo.
Relajada, muy propia de un día en el que la actividad hospitalaria acostumbra a decaer si no media un percance que la perturbe -cuando los domingos se juntan con las buenas temperaturas es lo que suele suceder- el área de Urgencias no registró movimientos particularmente llamativos. Y, que se sepa, ninguno relacionado con infecciones por coronavirus.
Allí, el trasiego de ambulancias, de médicos y de pacientes fue a lo largo de toda la mañana el de cualquier domingo del año en el que no acontece gran cosa. A diferencia de esos días en los que las urgencias se disparan y el personal sanitario se ve incluso desbordado por la situación, médicos, enfermeras y celadores compartieron una guardia sin sobresaltos y a lapsos anodina. Que las puertas de la sala de triaje estuvieran de par en par abiertas, sin pacientes en observación, y las zonas de espera tuvieran más asientos libres que ocupados, lo cual no es muy frecuente, decían suficiente sobre la actividad en Urgencias.
¿Que por la cabeza de todos rondaba el coronavirus? Seguro. ¿Que el palabro tiranizaba algunas conversaciones? También. Pero de ahí a aflorar el nerviosismo... Más o menos precavidos -entre los pacientes y familiares más menos que más- nadie que este domingo pisara Urgencias dio muestras de una especial preocupación por encontrarse a escasos metros de la infección.
Tampoco nadie que subiera hasta la planta 7, que es donde la paciente italiana permanece ingresada en periodo de cuarentena desde que anteayer, sábado, fuera hospitalizada.
Debidamente vigilada y atendida, la mujer descansa en una de las habitaciones de la torre D, donde su presencia pasa inadvertida para casi todos los pacientes de esa área.
Y no es extraño. La discreción con la que se mueven por los pasillos médicos, enfermeras, celadores y hasta el personal de limpieza ha mantenido esa planta como otra cualquiera del edificio, de manera que la paciente podría estar ingresada en la planta 7, en la planta 4 o en la planta 16 si la hubiera.
Lo mismo que en Urgencias, en ese piso concreto de la torre D no hay nada que haga sospechar que allí se cuida con mimo a la primera persona en Cantabria que ha dado positivo en el test del coronavirus.
Ni siquiera las modificaciones que la dirección del complejo hospitalario ha tenido que introducir en los procedimientos relacionados con las medidas de protección frente a la enfermedad para evitar los saqueos que estaban comenzando a detectarse. Como en el resto de las plantas, en la 7 tampoco hay dispensadores de geles de manos desinfectantes ni en pasillos ni en las salas de espera para los familiares y también es preciso solicitar en el control de enfermería las mascarillas requeridas en habitaciones concretas.
La alerta mundial del coronavirus ha llegado a afectar al desarrollo de algunas celebraciones, las religiosas en particular. Así, en las misas celebradas ayer en Vitoria (País Vasco), donde un centenar de personas continúan aisladas por el posible contagio del virus, se aconsejó dar la paz sin dar la mano. En su lugar, los curas sugirieron un gesto con la mirada. Además, en varias parroquias la comunión sólo se ofreció en la mano, no en la boca.
Esta batería de medidas preventivas para impedir la propagación masiva del coronavirus no ha tenido eco en Cantabria. Según confirmaron ayer fuentes del Obispado a este periódico, «las eucaristías de la región se están celebrando con total normalidad y siguiendo las rutinas habituales».
Aunque estará muy pendiente de cómo evoluciona el virus, el Obispado de Santander cree que este protocolo de medidas no tendrá lugar en la región. «De todas las maneras, cualquier medida de este tipo que se pueda llegar a plantear se anunciaría por los canales oficiales», matizó.
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