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En la planta tercera del Hospital Marqués de Valdecilla, en las puertas de las habitaciones, uno se puede encontrar con un delfín o una tortuga pintada o un arbolito de Navidad colgando. Es la planta donde están ingresados los niños. Es la de Pediatría. Allí, ... la Navidad pesa más, le cuesta más abrirse camino. Pero esta mañana se hizo la magia y mayores y pequeños, padres y profesionales compartieron la alegría de los diminutos pacientes. La razón: los Reyes Magos se habían adelantado a la cabalgata y se dedicaron a recorrer los pasillos de la tercera, en busca de los dueños de las cartas que los pajes reales les habían hecho llegar.
Gaspar, Melchor y Baltasar llegaron a Valdecilla pasadas las once y media de la mañana, gracias a la organización de la asociación Buscando Sonrisas y el propio hospital. Con sus capas, turbantes, grandes anillos y mascarillas fueron llamando puerta por puerta, con un gran carrito en su retaguardia, cargado de regalos, empujado por Santiago Povedano, Marina Varela y Teresa Noriega, todos ellos voluntarios de la asociación benéfica.
Los afortunados fueron 27 niños de la planta de Pediatría, ocho ingresados en Urgencias y tres de la UCI, con distintas patologías, que van desde trastornos alimenticios, operaciones de apendicitis o problemas neuronales o bacterianos. En cualquier caso, niños y jóvenes de entre cinco meses y 15 años que, junto a sus padres, esta noche la pasarán lejos de sus casas y del resto de sus familiares. Por ello, explicaron Marta Sáez, supervisora de Materno-infantil, y Marta Sánchez, enfermera jubilada y voluntaria de Buscando Sonrisas, «hoy es un día muy especial para todos. Enfermeras, médicos, auxiliares... Todos estamos nerviosos y emocionados por las caritas de los niños. La estancia en un hospital siempre es complicada, pero en estas fechas, y si encima se trata de niños, la situación es más triste, si cabe».
Pero esta mañana no había tristeza, solo sorpresa y mucha ilusión, como la que mostró Martín, de seis años. No se podía creer que Sus Majestades le hubieran picado a la puerta de su habitación, «¡me han traído lo que yo había pedido!», dijo emocionado, mientras enseñaba su Barril Pirata.
Carlos, de cinco años, con la vía del gotero puesta, miraba desconcertado a los Magos de Oriente. Pero sus padres, Sara y Carlos, no podían disimular su alegría, «no sabemos cómo dar las gracias por todo. Por cómo nos están tratando. Por la empatía, por el trato profesional, pero el que más nos ha sorprendido ha sido el personal. Y ahora esto. Estamos muy emocionados».
El pequeño Chao-Chen, de dos años, solo pudo salir de su habitación unos minutos y manteniendo cierta distancia, debido a un virus respiratorio que le ha dejado fuera de juego estas Navidades, pero la cara de su madre lo decía todo, «gracias, gracias por tanto», repetía.
Y así habitación tras habitación. Cada una guarda una historia y una enfermedad. Pero hoy todos compartían lo mismo, la ilusión por la magia de los Reyes Magos, que esta vez vino de la mano de Buscando Sonrisas, desde cuya dirección agradeció tanto a los voluntarios su trabajo y desveló que en su cara a los Reyes han pedido «que más empresas se animen a donar, ya que este trabajo que hacemos para atender el ocio de los niños hospitalizados no puede tener continuidad si no nos ayudan».
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