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«Las ambulancias que operan desde el Hospital Valdecilla tienen un volumen de sirenas altísimo. Para los ciudadanos que convivimos en la zona del hospital se hace difícil vivir con ese volumen de ruido cada dos por tres». Este texto forma parte de una carta ... enviada al director de El Diario Montañés en 2018. Hubo otra, en noviembre de 2021, enviada por un vecino llamado José Manuel Aja: «Los conductores de las ambulancias del 061 actúan de forma irrespetuosa y con falta de profesionalidad. El nivel de contaminación acústica que generan por la utilización inadecuada de las sirenas es inaceptable. ¿Quién es el responsable de estos comportamientos?». En marzo del mismo año se publicó otro escrito bajo el título de 'Contaminación acústica en Santander'. «Vengo observando últimamente la cantidad de sirenas de policía, ambulancia... que se escuchan en Santander todos los días y a cualquier hora. Con unos decibelios que están a todas luces por encima de lo que permite la ley. Si no queremos acabar todos sordos debemos empezar a atajar ya este gran problema del siglo XXI». Son multitud las cartas en la hemeroteca de este periódico sobre el uso exagerado de las sirenas de la empresa concesionaria del transporte sanitario en Cantabria, Ambuibérica.
Los vecinos que viven en los alrededores del Hospital Marqués de Valdecilla están hartos del «maltrato acústico» que sufren a diario por el molesto zumbido, que no deja de ser un La y un Re en la escala musical, pero sin ton ni son y a un volumen que no baja de los 70 decibelios, aunque los residentes aseguran que llega a alcanzar los 90. Además, la distribución de viviendas y su diseño urbanístico en torno al centro médico hace que el sonido que emiten las ambulancias haga un efecto de caja de resonancia que lo hace aún más «insoportable». Cuenta Miguel Ángel Lavín, un vecino de 65 años de la Ciudad Jardín, que no hay forma de librarse de ese «chillido». «Me pone malísimo, me hace un daño terrible en los oídos, me despierta y me altera los nervios. La usan sin necesidad y sin ningún control», relata.
Otra residente en la zona, Isabel González, una joven que comparte piso con otras tres amigas en el número 18 de la calle Padre Rábago, cuenta que en verano es aún peor: «Ahora se nota mucho más porque en casa tendemos a abrir más las ventanas y el ruido es alto. Es sensación de alboroto. Cierro la ventana si, por ejemplo, tengo que hacer una llamada porque no la oigo y la televisión por supuesto no se escucha».
Las ambulancias del 061 tienen una sirena que se puede activar en dos modos: el diurno y el nocturno, cuyo sonido es sustancialmente más bajo. Además, hay dos tipos de emergencias: A (sirena y luces) y B (la ambulancia circula por la vía como cualquier otro vehículo), y es el 061 quien dictamina cuál de las dos opciones debe activarse, aunque se permite que entre en juego al sentido común de los conductores, que tienen potestad para poner o quitar la sirena si la carretera está despejada.
Santander carece de ordenanza municipal que regule la emisión de ruidos en la ciudad. Directamente se acoge a la norma nacional UNE 23900 cuyo último decreto sobre este asunto, en 2012, fija los niveles permitidos entre 70 y 90 decibelios, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un máximo 65. La sirena de las ambulancias puede alcanzar hasta los 140, pero ¿con cuántos decibelios circulan por Santander? Según el propio Ayuntamiento nunca lo han medido «porque lo revisan en la ITV» y la plantilla de conductores de Ambuibérica también lo desconoce. «No contamos con dispositivos para medirlo, y tampoco nos han dotado de tapones, pero siendo honesto, nunca me ha molestado la sirena. Aún así, entiendo la molestia que puede producir, sobre todo en verano, en zonas como los alrededores de Valdecilla o el Hospital de Laredo», señala Juan Carlos Badiola, conductor de ambulancia desde hace 15 años.
Ramón Pampín, residente en la calle Lirio, frente al hospital, sí se ocupó de medir hace un mes con un sonómetro los decibelios. Se plantó en la acera y activó el aparato, que arrojó 93. «Y no hay que olvidar que en Zaragoza, Barcelona, Bilbao o Madrid está prohibida la utilización de la sirena en las inmediaciones a los hospitales», puntualiza. Además, Pampín se ha ocupado, por encargo de su comunidad, de recopilar propuestas de los residentes en la zona, que pasan por reunirse con la alcaldesa, que ya se ha puesto a su disposición «y que está poniendo de su parte para arreglar el problema»; un carril exclusivo para ambulancias; una entrada subterránea o aérea de 60 metros desde Cuatro Caminos por Jerónimo Sáinz de la Maza para entrar directamente a Urgencias, «lo que resolvería el sufrimiento de miles de vecinos», señala; o reducir a 65-70 decibelios el sonido de las ambulancias a partir de la avenida Valdecilla.
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