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Los usuarios de la Cocina Económica hacen cola para acceder a su bolsa de comida diaria. Alberto Aja
«Vengo todos los días para que me den de comer y, gracias a ellos, tengo algo que llevarme a la boca»
Javier Castro - Usuario de la Cocina Económica

«Vengo todos los días para que me den de comer y, gracias a ellos, tengo algo que llevarme a la boca»

Actualmente vive de okupa en un piso. «No cobro ninguna ayuda y tampoco encuentro ningún tipo de trabajo en Santander»

María Causo

Santander

Miércoles, 29 de abril 2020, 07:07

El reloj marca las 12.30 horas. Una hora punta en la Cocina Económica de Santander. La institución reparte entre las 12.00 y las 13.00 horas una bolsa de alimentos con una comida caliente, un bocadillo frío de cena, varias productos para el desayuno y algo de fruta.

Desde que comenzó la pandemia del coronavirus el número de personas que recurre a la Cocina Económica ha aumentado considerablemente. Prueba de ello son las largas colas que se forman en los alrededores de la calle Tantín.

Una de las personas que se encuentran en la fila es Javier Castro quien, ataviado con una mascarilla y guardando la distancia de seguridad, conversa con la persona que tiene detrás. Aguarda su turno, como todas los que están en la cola. Está acostumbrado porque viene a diario, aunque confirma que, a raíz del virus, está llegando «mucha más gente». «Se nota que hay más afluencia. He hablado con algún trabajador y me dice que normalmente somos poco más de cien personas y ahora vienen casi doscientos».

Castro reconoce a los nuevos usuarios porque «los de siempre ya nos conocemos todos». «Se nota quién es el nuevo. Yo antes de venir a buscar la bolsa de comida venía al comedor y estábamos la mitad. Este virus ha pegado bastante fuerte, la verdad», añade.

Como el resto de los usuarios de la Cocina Económica, la situación económica y social de Javier no es muy boyante. «Estoy viviendo en un piso de okupa. No estoy cobrando nada. Ni la RAI (Renta Activa de Inserción), ni la renta básica, ni nada». Cuenta que la RAI han dejado de concedérsela por haber trabajado «únicamente» tres días con contrato el año pasado. Además, tampoco percibe una cuantía básica porque se acaba «de separar y, por convivir con mi exmujer más de seis meses, no puedo acceder a esta ayuda», señala.

Todo esto le ha obligado a acudir a esta institución en busca de ayuda. «Vengo para que me den de comer porque no cobro nada y gracias a la Cocina Económica tengo algo que puedo llevarme a la boca», señala. Sobre el futuro, no se atreve a aventurar nada. «Santander es pequeño, no hay trabajo y está la cosa muy complicada. Y se va a poner peor».

Cuando el reloj marca las 12.42 horas llega el turno de Javier que, con su bolsa a cuestas, se despide hasta el día siguiente.

José Hoyos - Usuario de la Cocina Económica

«Lo que está por venir es peor que lo que estamos viviendo hoy en día. Eso se nota en la cantidad de gente nueva que viene»

Cumpliendo las medidas de seguridad José Hoyos se lava las manos con el gel hidroalcohólico que le proporciona un empleado de la Cocina Económica, recoge su bolsa de alimentos y se marcha. «¡Hasta mañana a todos!», grita José al resto de personas de la fila y voluntarios de la organización.

Denota un carácter y una mirada esperanzadora. «Tengo suerte y la situación del coronavirus no me ha afectado. Estoy como antes. Los que tenemos una renta básica, ya tenemos algo...»

Sacando su lado optimista Hoyos relata que no se puede quejar porque «hay gente que no cobra de ningún lado y que no tiene acceso a ninguna ayuda de ningún tipo». Sin embargo, lamenta que este tipo de personas esté aumentado a raíz de la pandemia de coronavirus. «Lo que está por venir es peor que lo que estamos viviendo hoy en día», explica hablando de su situación y la del resto de personas que se han visto obligadas a acudir a la Cocina Económica.

«En el último mes ha venido muchísima más gente nueva. Se nota porque llegan como venía yo al principio, tapándose y escondiéndose en las esquinas para que no los reconozcan». Además, se muestra preocupado por la recuperación económica del país: «Cuando acaben los ERTE, las empresas no van a poder mantener a todos los trabajadores porque la gente no va a tener dinero y se va a comprar la mitad de productos y de servicios».

Él conoce esa situación de primera mano. «Por desgracia, llevo aquí siete u cho año. Me pilló la otra crisis, como nos pilló a muchos empresarios de la construcción, y nos hundieron. Fue todo culpa de los bancos porque al congelar las cuentas de créditos muchos nos arruinamos». Fue hace muchos años y en otro contexto diferente, por eso, cree que esta crisis económica va a ser «mucho más complicada» porque «no sabemos dónde va a parar».

En su opinión, la gente que menos tiene va a ser la que «menos note» estos momentos complicados en la economía de país. «Los que estamos aquí ya estamos pasándolo bastante mal. En mi caso, ya me ha tocado pasar una crisis sin un mísero euro. No había cotizado los últimos cinco años y, al no estar empadronado aquí, porque yo soy de Bilbao, no tenía derecho a paro. Sin cobrar en mi vida un día de paro y con 32 años cotizados, no he podido cobrar nunca nada».

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