«No veo que haya muertos por no llevar guantes»

El aumento en el número de usuarios de motocicleta muertos en accidentes de carretera en España en 2023 -un total de 299, el 19% más que el año anterior, y en Cantabria, en concreto, han pasado de dos a ocho- ha llevado al Ministerio del Interior y a la DGT a diseñar una serie de medidas para tratar de frenar esta tendencia. Se trata de novedades normativas que afectarán tanto al equipamiento de los motociclistas como a su formación, aunque no podrán entrar en vigor de forma inmediata, ya que exigen un largo proceso administrativo previo. En la región, la DGT viene desarrollando otras iniciativas adicionales como la concienciación del colectivo de motoristas a través de la participación en concentraciones y la promoción del uso de los chalecos airbag.

En la presentación, ayer, del balance de siniestralidad vial en Cantabria en 2023, la delegada del Gobierno, Eugenia Gómez de Diego, también hizo hincapié en el incremento del número de personas fallecidas pertenecientes al «grupo de vulnerables» -peatones, ciclistas y motoristas-, quince del total de 21 víctimas mortales por accidentes de tráfico en la región.

El Ministerio tiene intención de obligar a los motoristas a utilizar casco integral o modular, con lo que los abiertos, tipo jet, dejarán de ser legales con las nuevas directrices. Igualmente, deberán ir equipados con guantes homologados, una exigencia que hasta la fecha no existía.

En cuanto a la formación de conductores, dejará de ser automática la obtención del permiso para manejar motos de hasta 125 centímetros cúbicos a los poseedores del carné de tipo B (turismos) con tres años de antigüedad. Una vez se aprueben los cambios, tendrán que completar un curso específico para conseguirlo. Tráfico prepara igualmente una actualización del contenido de los cursos de recuperación de puntos, que incorporará un perfil dirigido especialmente a los motoristas que hayan perdido su saldo, con el objetivo de que conduzcan de forma más segura y eficiente.

Santiago insiste en que en las estadísticas de siniestralidad de la DGT «la culpa es siempre del usuario». «Nunca se dice que la carretera está mal señalizada o mal asfaltada, que tiene pintura deslizante... Todos los fallos que vemos de continuo porque están totalmente abandonadas. La DGT no es la responsable de las carreteras, pero como organismo vigilante debería denunciar su estado, y no solamente a los conductores. Para evitar los siniestros lo que hay que saber son las causas, y aquí no se estudian las causas, solo se buscan las culpas. En accidentes de navegación aérea o de ferrocarril se estudian las causas para paliarlos, pero en la carretera no, siempre se trata de ver quién tiene la culpa»

Por su parte, Alberto Santamaría, presidente de la Asociación Cántabra de Escuelas de Conductores, sí valoró de forma positiva las crecientes exigencias en la formación de nuevos conductores. «Para nuestro sector no tenía mucha lógica que una persona, por tener tres años de carné de clase B, pueda conducir una moto de 125 cc, porque no tiene nada que ver. Qué menos que unos mínimos conocimientos y una formación para ello. Creemos que para llevar un vehículo debe exigirse una formación y una mínima destreza: son vehículos sin carrocería, sin cinturón, sin airbag y mucho más expuestos que el resto», expone.

«Desde la Confederación de Autoescuelas llevamos mucho tiempo insistiendo ante la DGT para que implemente módulos de concienciación para motoristas y también para conductores de turismos. Tiene su lógica: una persona puede haber sacado el permiso hace cuarenta años, y ni los vehículos de ahora ni las carreteras son iguales. Ahora, los vehículos cuentan con ADAS -ayudas a la conducción- que generan a veces desconocimientos, y todo eso debería tener una formación para esa gente. Y si hablamos de las carreteras, ahí tenemos, por ejemplo, las turboglorietas, que nadie ha enseñado a circular a las personas que conducen por ellas, y cada día me sorprendo con las cacicadas que hace algún conductor que nunca habrá tenido un accidente y circula desde hace cuarenta años», añade Santamaría.