Un verano «tranquilo» para Cruz Roja, con 155 rescates en las playas de Cantabria

La reciente muerte por ahogamiento de un bañista en la playa de Berellín, en Prellezo, un arenal sin servicio de vigilancia, ha vuelto a poner de relieve la importante tarea de los socorristas durante el verano. Cruz Roja está a cargo de las labores de salvamento en la mayor parte de la costa cántabra (Laredo, Santoña, Noja, Ajo, Ribamontán al Mar, Camargo, Santander, Santa Cruz de Bezana, Piélagos, Suances, Comillas, Alfoz de Lloredo y San Vicenbte de la Barquera), atendidas por casi tres centenares de personas entre socorristas, patrones, técnicos de emergencias sanitarias, médicos, enfermeros, etc.

Díez habla de un verano «tranquilo». «Llevamos un verano en que tampoco es que hayamos disfrutado de condiciones ideales-ideales muchos días, pero tampoco son excesivamente complicadas ni ha habido inmensidad de rescates». Han sido, exactamente, 155 los rescates realizados por Cruz Roja en toda la costa durante el verano. «El año pasado fueron casi 150 rescates, así que la diferencia es pequeña».

El coordinador del Servicio de Salvamento reconoce que los tiempos también han cambiado para los socorristas, cada vez más profesionalizados y con más medios, e incluso su forma de trabajar ha variado. «Hace muchos años, cuando los medios no eran como los de ahora, se practicaba un poco más el socorrismo reactivo. Actualmente se fomenta mucho la prevención: lo que intentamos es no tener que hacer ningún rescate, o minimizarlos todo lo que podamos. Es una labor de informar, de señalizar de balizar... se trata de que el usuario no se bañe en zonas que puedan ser peligrosas para él». Una fórmula que está dando un buen resultado esta temporada, sin ahogados en las playas que vigilan.

Los operativos de rescate constituyen una parte mínima de la tarea de los socorristas, como detalla Gorka Núñez, responsable de playas de Castro de la DYA –que atiende los arenales de Mioño, Brazomar, Solarium, Ostende 1, 2 y 3, Arenillas y Oriñón–: cortes, golpes, picaduras, rozaduras y algún esguince están presentes en el día a día. «A la semana, dependiendo del estado de la mar, puede que haya que ayudar a salir del agua a dos o tres personas; también es habitual colaborar en el salvamento de algún barco que se ha quedado sin motor y que hay que remolcar, o sacar objetos peligrosos de las zonas de baño, como redes y troncos...».

«Este verano está siendo muy parecido al del año pasado, que quizás fue un poco más tranquilo. Tuvimos un rescate en Sonabia, que recibimos aviso del 112: el helicóptero se había quedado sin gasolina y nosotros estábamos al lado. Se sacó a una persona de una corriente típica, en la que siempre se quedan, y todos los veranos hay que sacar a alguien de ahí. Teníamos la ambulancia por si acaso, pero al final no fue necesaria».