«Vimos veinte tíos esposados contra la pared»
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La Guardia Civil mantiene abierta la investigación que arrancó el martes con la detención de una banda de croatas por delitos contra el patrimonio tanto en Cantabria como en otras provinciasA eso de las dos, un par de chicas comían este miércoles en una de las mesas de la zona ajardinada. Buen plan para un día de sol junto a la ría. A la misma hora, una madre y una hija llegaban corriendo justo hasta ... la pared pintada de las instalaciones del club de remo de Astillero. Media vuelta y a seguir. «Hemos visto la foto en el periódico». La de los detenidos el martes por la noche por la Guardia Civil en esa misma pared. La que publicó El Diario. Operación para capturar a un grupo dedicado a los delitos contra el patrimonio. De lo pasado pocas horas antes, ni rastro. Si acaso, los trastos y ropa vieja en los contenedores de basura tras una mañana de trabajo de los servicios de limpieza. «La verdad es que estos días lo habían dejado como un estercolero», comentaban unos habituales de este lugar. Un padre y sus dos hijas. Fueron testigos del operativo. «Los más jóvenes, cuando vieron venir los furgones de la Guardia Civil, se metieron en el club y no querían salir». Cuentan que allí había «unas cincuenta personas». Desde el Cuerpo Anmado se limitan a explicar que la operación sigue abierta y que no se descartan más detenciones ni más registros.
Es una zona tranquila, pasando por debajo del puente para ir a Pontejos y con un paso elevado de la autovía por encima de las cabezas. El final del paseo junto a la ría de Astillero. Mucho deportista urbano -allí termina el carril bici-, gente del club de remo, de los barcos... Hay unas plazas de aparcamiento y, pegado, una zona verde con mesas y bancos, barbacoas y un par de fuentes. «Aquí viene mucha gente de fuera a pasar el rato, familias, sobre todo los fines de semana». Es una estampa frecuente desde la carretera. Un área de ocio. No suele haber problemas.
Sin embargo, hace unos días empezaron a llegar caravanas. «Las primeras vinieron la semana pasada. Un par de ellas. Y ya el lunes se agruparon aquí unas cuantas más. Siete u ocho». Unas se colocaron pegadas al mismo edificio. Otras, más allá, ya en el polígono que hay a pocos metros (que se identifica por un cartel grande de Pascual). Dos jóvenes vinculadas al club de remo cuentan que había muchos niños, que se colaban en los baños de las instalaciones deportivas y que se duchaban en las fuentes del parque. «No se cortaban. Se colgaban de los barcos cuando venías y la zona del depósito de gas que hay detrás la dejaron como un estercolero». A ellas les dijeron que eran armenios, pero fuentes de la investigación confirmaron a este periódico que los detenidos eran -al menos en su mayoría- de nacionalidad croata.
«Veníamos del pantalán y vimos como a veinte tíos esposados contra la pared del club». Fue cuando los chavales se metieron en el edificio y no querían salir. Sabían cómo moverse en presencia de los agentes. Delante de ellos hablaban en su idioma, después en español. Uno incluso le pidió a un joven que estaba dando una vuelta en bicicleta por la zona que dijera que iba con él para huir. Según el relato de los testigos, la Guardia Civil llegó sobre las siete de la tarde. Estuvieron un buen rato. Sacaron por grupos a la gente de las caravanas y acabaron colocando a unos contra la pared y a otros -básicamente las mujeres y los chavales más pequeños- algo más alejados. No se registraron incidentes. Todo tranquilo.
Les seguían la pista. Delitos contra el patrimonio tanto en Cantabria como en otras provincias. Eso se dice oficialmente. Según contó ayer este periódico, un poco de todo. Sin especialización y, en principio, con una acción destacada en su 'hoja de servicios': el espectacular butrón en la pared de una nave industrial en Barros para llevarse un buen cargamento de cobre molido.
Con los detenidos pasando la noche en el calabozo y las caravanas precintadas y aparcadas frente al cuartel de El Astillero, la Guardia Civil pidió colaboración al Ayuntamiento para que las mujeres y los niños pasaran la noche en algún sitio. Así, 33 personas (siete mujeres y 26 menores) durmieron en el pabellón de La Cantábrica.
Mientras, además de seguir con las pesquisas, los investigadores tenían este miércoles previsto el registro de los vehículos en los que vivían las familias. Buscando pruebas y, posiblemente, objetos que puedan vincularles con los robos. Estaban, de hecho, pendientes del permiso por parte del juez para acceder a las caravanas. Para romper los precintos. Fue una de las imágenes del día después de la redada. La de la ropa usada y trastos de cocina en los contenedores de basura junto a la ría y las de las caravanas aparcadas en fila frente al cuartel.
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