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Cantabria encara un futuro económico incierto tras el primer embiste sanitario del Covid y el lento inicio de la 'desescalada'A finales de diciembre apareció en la ciudad china de Wuhan lo que calificaron como una «neumonía atípica». La facilidad de propagación y la letalidad del Covid-19 empezaba entonces a generar alarma entre los expertos y una mezcla de inquietud e incredulidad en ... la población, que desde entonces y hasta que la enfermedad tocó suelo español -primero- y cántabro -dos semanas después- seguía con cierta distancia las advertencias sobre la posibilidad de una pandemia mundial.
Cada día que pasaba, el coronavirus iba ganando espacio en los debates públicos y en las conversaciones ciudadanas. Durante las primeras semanas del año y hasta que el 29 de febrero se confirmó el primer positivo en Cantabria -una mujer que acababa de regresar de un viaje a Italia-, en las portadas de El Diario Montañés coleaban las diferencias en el seno del bipartito por el voto en contra del PRC a la investidura de Pedro Sánchez, el debate político giraba en torno a la seguridad del puerto y a la situación económica de la región, y Santander seguía con interés las novedades que iban apareciendo día a día sobre el caso Novo Banco, una presunta estafa de al menos 50 millones de euros protagonizada por un empleado de la sucursal que esa entidad financiera tenía en la capital. La vida todavía era normal, no estaba mal visto dar un abrazo y el que se quedaba todo el día en casa lo hacía porque quería.
Primer positivo 29 de febrero: Después de que varios casos sospechosos dieran negativo, Cantabria confirma el primer positivo por Covid, una mujer llegada de Italia.
Cierre de colegios 12 de marzo: Educación decide el cierre de los centros escolares de Cantabria, una medida que ya habían adoptado previamente Madrid y el País Vasco.
El comercio y la hostelería 13 de marzo: Horas antes de que Sánchez decrete el estado de alarma, entra en vigor en Cantabria el cierre preventivo del comercio y la hostelería.
El primer fallecido, 17 de marzo: Dos semanas después de la primera víctima en España, Cantabria confirma el primer fallecido a causa del coronavirus.
El pico de contagiados 25 de marzo: Sanidad notifica al Ministerio 180 nuevos casos confirmados en un solo día, la cifra más elevada desde que comenzó la pandemia hasta hoy.
Un millar de positivos 28 de marzo: La comunidad autónoma alcanza el millar de contagiados y Sanidad avisa del peligro del colapso por el repunte de hospitalizados.
La jornada más negra. 31 de marzo: Los 17 fallecidos en 24 horas la convierten en la jornada más trágica. El 14 de abril hubo 12 muertos y todos ellos en centros de mayores.
Primer día sin víctimas 4 de abril: Tras doblegar la curva de contagios, Cantabria registra su primer día sin muertes desde el 18 de abril. La lista de fallecidos seguirá creciendo.
El plan de choque 17 de abril: El Gobierno de Cantabria presenta medidas contra la crisis sanitaria y económica por 307 millones, un «primer parche» a ampliar.
Más curados que activos 25 de abril: Un día después de superar los mil curados, Cantabria logra por primera vez que el número de recuperados sea mayor que el de casos activos.
Avance a la fase 1 11 de mayo: Entra en la fase uno con la reapertura de terrazas y el comercio. La semana anterior ya funcionaron peluquerías y tiendas con cita previa.
Sin contagios tras 75 días 13 de mayo: Primera jornada con cero muertos y cero casos nuevos en 75 días. Le suceden varios repuntes y Sanidad alerta del riesgo de rebrotes.
A medida que crecía el número de casos y las especulaciones se iban convirtiendo en realidades, todo lo que no fuera el virus se convirtió en secundario. La epidemia, que se ha cebado con España y no ha pasado de largo por Cantabria -ya contabiliza 206 fallecidos-, ha transformado en un tiempo récord todos los aspectos de la vida pública y privada de la región.
En los últimos 60 días, al sufrimiento de las personas que han pasado por las UCI o que han enterrado a sus familiares sin poder darles la despedida que deseaban se ha sumado el desconcierto imposibles de imaginar hace bien poco: el transitado Paseo de Pereda libre de coches en plena hora punta, las colas de clientes con mascarillas o los colegios de la comunidad autónoma cerrados a cal y canto. Dos meses después de que el Gobierno central decretara el estado de alarma para aplicar las medidas de control de la movilidad y un conjunto de estrictas restricciones con las que frenar la expansión de la enfermedad, todo es distinto. En Cantabria, como en cualquier región de España y del mundo occidental, el coronavirus lo ha cambiado todo, ha obligado a activar sobre la marcha unos mecanismos para hacer frente a una pandemia para la que nadie estaba preparado y deja ya entrever las duras consecuencias económicas y sociales asociadas a la peor crisis sanitaria de los últimos cien años.
Se han activado 7.090 ERTE que afectan a 40.000 trabajadores y la estimación de la Consejería de Economía es un desfase por gastos extraordinarios de 376 millones y de otros 164 por la pérdida de ingresos. La previsión de la Universidad de Cantabria (UC) es una caída de la economía regional del 8,7% del PIB este año y para paliar esa situación el Ejecutivo ha consensuado con agentes sociales y oposición un plan de choque de 307 millones para dotar de más medios a la Sanidad y ayudar «a los más vulnerables» y a los sectores más afectados por el contexto actual. El bipartito reconoce que es sólo «un parche» hasta que se pueda activar un segundo plan con el dinero que ha prometido España y Europa o con el permiso del Ministerio de Hacienda para un mayor endeudamiento.
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El 17 de marzo, tres días después del inicio del confinamiento obligatorio, se produjo el primer fallecido en Cantabria. Para entonces el Gobierno regional ya había tomado medidas de prevención como el cierre de colegios (12 de marzo) y la clausura del comercio y la hostelería (un día después). También se empezaba a aplicar el plan del Servicio Cántabro de Salud (SCS) para hacer frente al incesante goteo de casos, que la última semana de marzo se convirtió en una auténtica cascada con un pico de 180 nuevos positivos en un sólo día y 17 fallecidos en 24 horas. El Gobierno dispuso de las camas privadas, suspendió la actividad hospitalaria no esencial, redujo al mínimo las consultas en los ambulatorios, derivó pacientes no Covid a centros concertados y habilitó el hospital de Liencres para enfermos en la última fase de recuperación.
Hubo que instalar nuevos puestos de UCI y camas y desde el comienzo de la crisis sanitaria se han contratado ya a más de 450 profesionales, pero en el peor de los momentos, mientras comunidades autónomas como Madrid o Cataluña se confesaban desbordadas, el sistema hospitalario cántabro no colapsó. De hecho, muchos de los recursos que estaban listos para utilizarse no se requirieron. ¿Las claves del 'éxito'? La eficacia de la división en dos -parte Covid y parte no Covid- de Valdecilla como hospital de referencia y la creación de circuitos separados para reducir la posibilidad de contagio, la calidad de origen del sistema hospitalario, que la epidemia llegó a Cantabria dos semanas después que a los principales focos de España y hubo tiempo de planificación y el sacrifico de los sanitarios.
Sanitarios que en Cantabria, mientras recibían el reconocimiento desde los balcones, han pagado con más de 400 contagios la exposición al coronavirus y la falta de medios de protección de los primeros momentos, una tónica en todo el país.
Aunque el Gobierno de Cantabria ha explicitado las dificultades para la compra de equipos, el SCS no asume las críticas de los sindicatos al respecto. El Ejecutivo sí reconoció que la situación en las residencias se había descontrolado. De hecho, con dos de cada tres fallecidos, los centros de mayores se han convertido en el escenario más dramático del coronavirus en Cantabria. Con polémica incluida por las palabras del consejero Miguel Rodríguez en las que afirmaba que «no han estado a la altura» en respuesta a las críticas del sector por la falta de colaboración de Sanidad.
Mientras avanzaban las semanas se iban sucediendo los hitos: se alcanzó el millar de contagiados; se vivió la jornada más negra, con 17 fallecidos; llegó el primer día sin víctimas en casi un mes; doce personas murieron en un solo día en las residencias; el número de curados superó al de casos activos, y, finalmente, se logró la primera jornada sin nuevos positivos tras 75 días.
Todo mientras se relajaba el confinamiento con los permisos a los niños para salir a la calle, para dar paseos y la práctica deportiva y se materializa la entrada en la fase 1 de la 'desescalada' que posibilita la reapertura con restricciones de terrazas y comercio. Un proceso que también está generando incumplimientos y la relajación de las medidas de protección individual, lo que podría causar el rebrote del que alertan los expertos, especialmente alarmante ahora que el estudio nacional de seroprevalencia ha confirmado que sólo el 3,2% de los cántabros ha generado anticuerpos tras superar la enfermedad.
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