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Uno de los agentes de la Policía Nacional que intervino en la investigación que ha dado lugar al juicio de prostitución que se celebra desde el pasado lunes en la Audiencia Provincial aseguró ayer que en el registro de uno de los clubes de ... alterne, ubicado en Zaragoza, «vi como les daban la comida a las chicas dentro de bolsas de plástico». «He visto dar de comer mejor al ganado, o incluso a los cerdos, que a aquellas chicas», relató durante su comparencia por videoconferencia.
En la tercera sesión del juicio contra once personas acusadas de integrar una organización dedicada a la explotación sexual de 137 mujeres extranjeras -procedentes del este de Europa, Sudamérica y norte de África- en diferentes clubes de Aragón y Alicante, comparecieron los primeros testigos propuestos por la Fiscalía. Se trata de los agentes de la Policía Nacional que intervinieron en la investigación, bien mediante la elaboración de atestados o en los registros en los clubes de alterne.
Uno de esos agentes aseguró que los hijos del supuesto jefe de la organización «conocían la actividad ilícita de su padre y colaboraban introduciendo el dinero en las 32 sociedades que crearon para blanquear el dinero obtenido en los prostíbulos».
Este agente fue muy explícito a la hora de señalar que el líder de la banda «se movía por todos los sitios dando indicaciones a cada uno de lo que tenía que hacer». «No aparecía como titular de las sociedades, pero sí sus hijos o sus testaferros. Aun así él era el que manejaba todo y tomaba las decisiones».
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Tras relatar que en alguno de los clubes de Zaragoza incluso «apareció una menor de 16 años», quiso dejar claro que no tiene dudas de que el principal sospechoso en esta causa -que, junto a sus hijos, no reconoce los hechos (los otros ocho acusados sí lo han hecho)- «se lucraba de la explotación sexual de otras personas». «Era la cabeza visible de todo el entramado. Siempre se hacía lo que ordenaba», manifestó.
Este testigo también relató que «las chicas no tocaban el dinero» y que «los clientes pagaban a las 'mamis' que estaban en la recepción». «A las chicas les daban un vale que servía para descontar los gastos que tenían por la habitación y la comida», añadió. «Había muy poca higiene, ejercían la prostitución en la misma cama donde dormían. Fuera de la habitación había una tabla con los precios y las penalizaciones», detalló.
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