![«El volcán es una catástrofe, pero lo estamos teniendo todo bajo control»](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202109/30/media/cortadas/68012390-ktBF-U150688022684WSG-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
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A su extenso e intenso currículum militar, Fernando Morón (Santander, 1966) ha añadido en las últimas semanas un curso exprés en vulcanología («hemos aprendido en la práctica lo que dice la teoría») y lo ha hecho a paso ligero, bajo la lluvia de ceniza del ... volcán de La Palma -«un espectáculo de la gran fuerza de la naturaleza que sobrecoge y te hace ver lo pequeños que somos»- y sin dejarse arrastrar por la emoción a la hora de coordinar la cobertura vital a los desplazados. Morón no verbaliza ni una sola vez que está satisfecho por la gestión de la crisis aunque esa sensación recorra su relato. «Esto no ha sido un tsunami, ni un huracán. Un volcán es una catástrofe pero lo estamos teniendo todo controlado: si hubiera habido pánico, hubiera habido incidentes, y no ha sido así».
El cántabro habla ya desde Santa Cruz de Tenerife, su base de operaciones como general de brigada y comandante militar de la provincia, a la que llegó en mayo. Este es su primer destino tras su ascenso a general del Ejército de Tierra. Ingeniero militar experto en telecomunicaciones y ciberseguridad, nunca imaginó que tendría que poner su oficio al servicio de una población que no ha dejado a mirar hacia una cumbre rugiente desde el domingo 19.
Sin embargo, tampoco le sorprende, por las características de su profesión. «Es cierto que aquí la situación impresiona y vives emociones por empatía con los afectados. Pero los militares -no sé si es entrenamiento o sentido práctico- canalizamos las emociones a la acción. Estamos para resolver problemas». Lo mismo ocurrió con la pandemia hace un año, recalca. Una situación «insospechada» por completo, cuyos efectos contribuyeron a paliar, en rotación, 170.00 militares. De ellos, 115.000 del Ejército de Tierra.
En este caso, se ha dado «techo, cama, comida y tranquilidad» tanto a los palmeros como a unos 60 efectivos del Ejército y unos 150 de la UME (Unidad Militar de Emergencias). «Proyectando, al tiempo, imagen de organización y calma» porque es fundamental que los civiles perciban que quienes ayudan «transmitan seguridad y confianza». Tras la solicitud de ayuda del Gobierno canario -vistas las alertas científicas-, la planificación militar se inició 72 horas antes de que Cumbre Vieja erupcionara, de forma que cuando los teletipos empezaron a informar de la explosión, el Ejército ya tenía en el acuartelamiento de El Fuerte un pelotón de ingenieros y otro personal que sabía cómo abordaría la evacuación y el realojo de los afectados, teniendo en cuenta «todas las piezas del puzzle». Eso facilitó la atención a las personas (en colaboración con la Cruz Roja) cuando empezaron a necesitar todo tipo de apoyos. «Nos llegaron grandes dependientes, extranjeros, bebés...»
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Morón afirma que, «en todo momento, hubo más camas libres disponibles de las que se requerían. Nadie ha dormido en pabellones de fútbol, ni ha habido retrasos en los avisos», señala crítico con algunas informaciones que ha leído o visto.
«Habilitamos un millar de camas de las que 300 serían en tiendas de campaña. No se han necesitado, pero...» A sus ojos, lo único mejorable fue «que los primeros días se nos acabaron los colchones y algunos evacuados durmieron temporalmente en literas de campaña, como el resto del personal militar». Ha ido rodado porque «nuestros protocolos están muy engrasados. Estamos para añadir las capacidades militares donde otros no llegan», explica el antiguo alumno del IES Santa Clara de Santander, que reconoce que, por su formación, ellos tienen ventajas en estos escenarios, a lo que también contribuye «la claridad de la cadena de mando».
El general explica, además, que en La Palma «no ha habido improvisaciones. Desde el Gobierno canario hubo en todo momento un enorme flujo de información» por distintos canales para que los residentes en las inmediaciones del volcán pudieran ir tomando decisiones. Aporta un dato que lo avala. «De los casi 6.000 evacuados, sólo 250 necesitaron alojamiento fuera de sus redes de familiares o amigos».
Y añade que, si bien una parte significativa de las viviendas arrolladas por la lava eran segundas residencias, también ha habido numerosas familias que han visto desaparecer casas «que eran proyectos de vida. Eso es muy duro de asumir». En este contexto, confiesa que le ha «impresionado para bien la resiliencia de la gente, la entereza con la que se ha enfrentado a lo que estaba pasando».
Trayectoria
Fernando Morón (Santander, 1966) egresó de la Academia General Militar de Zaragoza como teniente de Ingenieros en 1990. Entre sus primeros destinos, ejerció como teniente en la compañía de transmisiones de la Guardia Real. Como capitán, fue profesor de la Academia de Ingenieros y jefe del Centro de Comunicaciones e Informática de la Jefatura del Estado. Como comandante, el cántabro trabajó tanto en la División de Operaciones del Estado Mayor del Ejército como en calidad de Jefe de Comunicaciones e Informática de la Casa de S.M. el Rey. Ya como teniente coronel fue jefe de planes del Estado Mayor del mando conjunto de ciberdefensa. En el empleo de coronel, Morón fue comisionado en el Estado Mayor para acometer el proceso de transformación digital del Ejército. Es diplomado de Estado Mayor, en telecomunicaciones militares y cuenta con otras titulaciones relacionadas con la ciberseguridad y las tecnologías de la información. Se graduó con honores en el Colegio de Guerra de los Estados Unidos, donde también obtuvo un máster en Estudios Estratégicos. Además, ha participado en misiones de paz en la antigua Yugoslavia –tanto bajo mandatos de la ONU como de la OTAN y la UE– y ha sido distinguido con numerosas condecoraciones militares y civiles. Actualmente, como subinspector general del Ejército de Tierra en Canarias, es responsable de infraestructuras y servicios de acuartelamiento en las islas.
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