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CANDELA GORDOVIL
santander.
Viernes, 23 de diciembre 2022, 01:00
La crudeza que caracterizó desde el principio la invasión rusa en Ucrania traspasó rápidamente las pantallas y la sociedad mundial se solidarizó con el país gobernado por Volodímir Zelenski. Eso, en gran parte, fue gracias al incombustible trabajo de los reporteros de guerra, que desde ... el primer día trabajaron, no solo para informar de lo que ocurría, sino también para combatir los bulos y la desinformación. Ahí precisamente se encontraba Alberto Sicilia, conocido como Principia Marsupia por su nombre de Twitter, «al pie del cañón». Diez meses después, y con un parón de por medio, el cántabro cuenta a El Diario Montañés cómo está viviendo la guerra, «que parece que no tiene fin».
«Del miedo no quiero oír ni hablar». Eso decía a mediados de febrero durante su primera charla con este periódico. Y se mantiene en la misma postura. A pesar de que reconoce que su estancia está siendo «más dura, si cabe, que la de los primeros meses».
Sicilia llegó a Ucrania a mediados de febrero. Justo al inicio de la contienda. Y se marchó de vuelta a España tres meses después con secuelas «imborrables». «Llegué a Ucrania a mediados de febrero y estuve hasta finales de mayo, tres meses y medio», concreta. Con posterioridad decidió regresar en agosto. Y la realidad que se encontró era muy distinta: «La guerra estaba muy localizada en el este. Y Kiev estaba relativamente normal, la vida volvía bastante a las calles. Se podría decir que había una cierta normalidad, siempre teniendo en cuenta que se trata de una guerra y no hay nada normal». Pero, como es propio en un conflicto bélico, las cosas cambian de un día para otro. «Me quedé impactado. No solo en Kiev, también en todo el país». Y es que en octubre empezaron los bombardeos a las infraestructuras eléctricas y energéticas de Ucrania. Que ahora es ese precisamente el mayor problema. «Incluso ciudades que están muy lejos del frente tienen complicaciones muy graves porque hay cortes de electricidad continuamente, o no hay calefacción, o hay problemas de agua...», explica el cántabro.
El balance que hace de sus dos estancias en el país es claro. «Está siendo más duro ahora porque después de tantos meses en Ucrania ya voy conociendo gente y me quedan más cercanas las historias. Antes no tenía tanto apego, pero conozco personalmente a muchas personas que lo están pasando realmente mal. Incluso alguno ha fallecido». Y recuerda a un compañero voluntario que la semana pasada falleció a consecuencia de una mina. «Él llevaba llevaba comida y medicinas a los pueblos que estaban cerca del frente», comparte el reportero. «Durante el otoño el frente se ha movido hacia el sur y hay muchas zonas que están hasta arriba de minas», detalla.
Muchos de los refugiados que viven en Cantabria han manifestado en múltiples ocasiones su deseo de volver a su país y retomar su vida. De hecho, muchos ya lo han hecho. Sin embargo, otros siguen esperando a que la situación se calme y que su vida no corra peligro. Una espera que Sicilia cree que se alargará más de lo esperado. «Me he encontrado a bastante gente que volvió durante el verano, aprovechando que en septiembre empezaba también el curso escolar. Pensaron que al oeste del país la situación se había tranquilizado y en Kiev más de lo mismo». Pero lo que observa ahora mismo es que desde que empezaron los bombardeos en las ciudades, sobre todo en las instalaciones eléctricas, la gente que había vuelto se ha visto obligada a abandonar Ucrania de nuevo. «La vida aquí es realmente complicada, especialmente para los niños pequeños y la gente mayor», afirma.
La vuelta a casa de los refugiados ucranianos no es la única que se retrasa. Al parecer, también la suya: «No tengo ni idea de cuándo regresaré. Pienso en el día a día. Exactamente igual que hace nueve meses». Y es que, su trabajo, también depende mucho del interés mediático. «En un principio quiero quedarme. Me encanta mi trabajo y contar todas las historias que me encuentro todos los días, pero también es cierto que si dejo de hacerlo puede estar relacionado con el fin del conflicto». Y esa, «sin dudas», sería la mejor noticia posible.
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