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La «flojera» que palpan en la ocupación en lo que va de año, coincidente con un crecimiento disparado de la oferta de vivientas de uso turístico, lleva a Jesús Blanco (Santander, 1963) a colocar este fenómeno como «el gran problema» para los negocios. «Está inundado, ... se alquilan por todas partes», asegura el presidente de la Asociación de Turismo Rural de Cantabria. Así, a las puertas del verano, Blanco analiza la actualidad del sector. Retos, fortalezas y, también, amenazas.
–No ha sido muy optimista en sus balances de estos primeros meses. ¿Van mejor o peor que en 2019 o que en 2022?
–No sabría concretar, pero la impresión es que no son mejores y, posiblemente, con tendencia a peor. La sensación desde principio de año es a no llegar ahí, una flojera. El tema está menos fuerte. Fallan las reservas de última hora. Casi no hay. Ese ímpetu de los dos últimos días que se completaba y no se encontraba sitio, que solía ocurrir en Semana Santa, por ejemplo, no ha existido.
–¿Ese tirón del covid de buscar espacios seguros y abiertos ha dejado algo o murió sin más?
–Dejar, me imagino, que haya dejado. Nuestros espacios dejan algo cuando te vas y causan impresión cuando llegas. Es propio de nuestro ADN. Pero ahora entran otros factores. Por un lado, nos hemos olvidado del riesgo. Tenemos ganas de salir, pero ya sin ese miedo. Y luego entra el ingrediente de la situación económica, que se está complicando y que hace que la gente mire más que antes el presupuesto. En pandemia buscábamos seguridad y teníamos un presupuesto que, al no salir de casa, habíamos guardado. Ahora, sin ese miedo y con un presupuesto que se nos va en el supermercado –o que en el turismo rural necesitas llenar el depósito–, es distinto.
–Se repitió mucho ese mensaje de 'ganamos un público nuevo y seguro que repetirá'.
–Como todo cambia, va muy rápido y en la pospandemia todo ha cambiado con el tema del poder adquisitivo de las familias, eso lo tendremos que valorar en estos meses. Si es algo pasajero porque hay un problema económico, no porque no quieran repetir. Y además hay tanta posibilidad de alojarte en tantos sitios con tanta vivienda de uso turístico y posiblemente más barato porque sus costes y sus exigencias son menores... Hay un trasvase de nuestro cliente hacia ese tipo de turismo, que es el que ha proliferado precisamente con la pospandemia.
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–Sí, ya ha dicho que el mayor problema del sector son los pisos turísticos. ¿Hasta qué punto es grande la amenaza?
–Hay algo muy grave en el futuro que nos repercutirá a todos. No sólo al turismo rural. Necesitamos un plan de sostenibilidad de los recursos turísticos y de destino porque, si seguimos así, posiblemente, vamos a quemar muchos recursos de Cantabria. Vamos a morir de éxito. Tendríamos que plantearnos conocer las debilidades, dónde vamos y qué está pasando. Si realmente tanta gente y de esta manera es lo conveniente para el desarrollo y el futuro turístico. El mayor problema no es que el turismo rural tenga o no más ocupación. Eso tal vez lo podamos reconducir. Igual hay que plantearse estar todos en las mismas condiciones, darnos de baja de los registros de Hacienda y no pagar impuestos como hacen estos pisos. Pero en esa vorágine a la que vamos con esta oferta, se deteriora el destino Cantabria y sus recursos. Se deteriora el atractivo. Hay que tomárselo un poco en serio.
–Y, evidentemente, peligran los negocios.
–Claro.
–Los de turismo rural y de los alojamientos, en general.
–Es que es otro modelo el que está surgiendo. Uno al que nos están llevando y nos estamos llevando. Todos vamos hacia eso. Cada vez más vamos a ese tipo de oferta. Hay que preguntarse por qué.
–Precios y vacaciones. ¿Cómo pinta el verano?
–El verano pinta bien, siempre es bueno. El verano es verano. Los precios los ajustamos en torno a un 10% de media el año pasado porque todo subió, pero este año se están manteniendo. Pero esto no flojea porque hayan subido los precios. Subió, se ajustó y ya. El verano será bueno, pero sin más apellidos.
–¿Notan el Año Jubilar?
–No. No se está notando todavía. No sé si luego se notará y tendrá su efecto, pero no podemos decir que por el Año Santo tenemos más gente. Posiblemente sí que por el camino, de San Vicente a Liébana, se está notando que hay peregrinos. Pero nada más.
–¿Y en Liébana?
–El día que se inauguró el Año Santo había habitaciones en casi todos los sitios.
–Y en nada, elecciones. ¿Qué piden a los partidos políticos?
–Que se crean lo que estamos diciendo. No sólo por el futuro nuestro. Que entiendan que todos deberíamos remar y trabajar en el mismo contexto legal.
–Se habla de la falta de personal en hostelería. ¿Lo notan en sus negocios?
–Afecta a todo el mundo. Nosotros, al ser negocios más pequeños, lo notamos algo menos, pero casi todos los negocios necesitan gente en temporada y es complicado. Y en Liébana, por ejemplo, más. Hace un mes hemos creado una bolsa de empleo, con casi cien personas. Con cursos de camareros de barra, de piso, recepcionistas... A algunos ya los han contratado.
–Vamos a ponerlo en números. ¿Cuáles son los datos concretos en Cantabria?
–Son datos oficiales. Según el último del INE de las viviendas de uso turístico, de agosto de 2022, había 6.281 en Cantabria (de acuerdo al decreto de 2019). Si la media de plazas, que es otro dato del INE, es de 5,09, supone que representan 31.971plazas. Pero según el registro de empresas de la Dirección General de Turismo, del total en esa fecha (agosto de 2022) había registradas 589. El 9,4%. Sólo un 9,4% legales de acuerdo al decreto. Significa que el 91,6% estaba ilegal. Ya no es que las legales lo sean de una manera muy sencilla –sin proyectos ni exigencias como a los hoteles o al turismo rural–, sino que la mayoría no está dada de alta. O sea, que el sentido último que el Gobierno le dio al decreto ha fallado. Si se buscaba el registro, que estas viviendas tuvieran más calidad y no fueran competencia desleal, con un 91,6% sin darse de alta, no ha servido.
–Competencia desleal (incluso de los legales) o que se anuncian (tanto legales como ilegales) en las mismas plataformas de promoción y venta. Eso es lo que denuncian. ¿Pero qué proponen para combatirlo?
–Esto, además de ser un problema turístico y de competencia desleal, se está convirtiendo en un problema social. Hoy en día, alquilar un piso o una casa para un arrendamiento urbano para vivir casi no existe. Y, si existe, es a un precio elevadísimo porque con esta otra vía de alquilarlo turísticamente, los ingresos son mayores. Partimos entonces de un problema social por el que en otras comunidades ya se están planteando restringir, tomar medidas. Ha encarecido la vivienda. Y volviendo a nuestro papel de empresarios y competencia desleal, proponemos que todos los que nos dedicamos a un negocio turístico tengamos las mismas condiciones. También fiscales. Pagar autónomos, IVA... Hablando del IVA, estas viviendas no emiten factura, no pueden cobrar IVA. El decreto les dice que tienen que emitir un comprobante de pago. ¿Son empresarios o no? Porque sí que están en el registro de empresas turísticas.
–Y denunciar, ¿sirve para algo?
–Siempre sirve. Si no denuncias no hay una inspección ni una multa. Nos inspeccionan, nos visitan y nos comprueban a los que estamos dados de alta. Al que no consta en el registro no le visita ni Hacienda, ni Turismo, ni nadie. Si hacemos una denuncia hay una inspección. Pero es un trabajo arduo que nos tenemos que replantear volver a hacer si la cosa sigue así.
–Le dejo una frase que se repite con frecuencia: «Es que, con lo caro que está todo, un piso de estos sale más barato...».
–Bueno, depende. A veces es más barato. Otras, no tanto. Y siempre tendría que serlo porque no tienen ni los gastos, ni los impuestos, ni las inspecciones que los demás tenemos que cumplir. Tendría que ser más barato, pero ya tampoco es tan barato. Y si en Cantabria lo que nos interesa es venderlo barato... Cantabria no tenemos que venderla barata, tiene unos recursos y una dimensión que no puede ser barata.
–¿Es consciente de que muchos jóvenes que ya viajan a menudo no han buscado un hotel o un alojamiento rural nunca? Buscan directamente estos pisos.
–Sí. Es un cambio. Las nuevas generaciones viajan así y los que ya no somos jóvenes, muchas veces, también. El problema es que en las plataformas de internet, al lado de un alojamiento rural maravilloso sale un piso de estos. Y si es más barato y sólo miro precio... Pero esos mismos jóvenes que viajan así ya, es un hecho, tienen el problema de que, si quieren alquilar para vivir, no van a poder porque es muy caro o tienen que alquilar un balcón, como en Ibiza. Y si quieren comprar una vivienda también va a ser más cara. Este fenómeno contribuye a esto. Si engordamos lo uno engordamos lo otro.
–¿Hacia dónde va su sector?
–Vamos un poco desbocados. Nos arrastran, nos utilizan. Se benefician de nuestra oferta, de nuestro trabajo, de nuestros jardines y nuestros entornos. Sin ningún miedo puedo decir que la oferta de turismo rural en Cantabria es muy potente y con esa fuerza nuestra ha ido creciendo lo demás y se han aprovechado.
–¿Quiénes se han aprovechado?
–Bueno, se han aprovechado a la hora de promocionar Cantabria. Y todo lo que se ha ido creando de forma alternativa, como esta oferta de los pisos turísticos. Si no existiera una casa rural con un entorno y un jardín maravilloso, un piso de estos al lado no tendría fuerza. Pero si sales al lado en la misma web...
–O sea, que ustedes creen que han ayudado a promover una imagen de Cantabria y luego no les repercute en la medida de esa promoción.
–Lo ha clavado.
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