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Las fuertes rachas de viento complicaron tanto las maniobras este pasado domingo en el Seve Ballesteros que abocaron la jornada al caos. Hubo vuelos que no pudieron aterrizar, como los provenientes de Edimburgo o Londres, y tampoco pudieron despegar los que tenían como destino estas ... ciudades. El caso más penoso fue el del avión que venía de la capital escocesa: «Ha sido una odisea porque llegamos a tocar suelo, pero casi damos con un ala en el asfalto y tuvimos que volver a subir para acabar aterrizando en Burdeos», protesta Bárbara Velasco, pasajera.
«Hemos estado mal, con miedo porque había muchas turbulencias cuando intentamos aterrizar en Santander. Después seguimos volando sin saber dónde íbamos porque nadie nos informaba de nada y al final un vuelo de tres horas se alargó más de doce; y nadie nos dice cómo van a compensarnos. Esto no puede ser».
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Ese periplo comenzó el domingo, cuando el vuelo Edimburgo-Santander despegó pasadas las cuatro de la tarde. Nunca llegó a aterrizar en Cantabria. El piloto lo intentó dos veces, pero fue imposible. Sobrevolaron la ciudad durante unos minutos y pidieron permiso para aterrizar en Burdeos, donde cuatro autobuses los esperaban para regresar por carretera al Seve Ballesteros. Es una solución que la compañía ya ha dado en el pasado en casos similares. «Es para imaginárselo. Llegamos a Santander a las cinco de la mañana, tras más de doce horas de viaje. Yo soy de aquí y ya estaba en casa, pero había gente de Valladolid, de Gijón, etc», cuenta Velasco, que ya tiene previsto asociarse con otros afectados para formular una reclamación conjunta. Como lo harán también los viajeros del vuelo de Londres, que tenía previsto aterrizar a las 21.05 horas, y también acabaron desviados a Madrid. La compañía fletó también autobuses, que llegaron a Santander pasada la una de la madrugada.
El padecimiento de los viajeros que tenían previsto aterrizar en Santander se sumó al de aquellos que no pudieron despegar porque sus aviones nunca llegaron a tomar tierra. Son los cerca de doscientos pasajeros que tenían como destino Londres y Edimburgo. Tuvieron que hacer noche en la capital cántabra, con todo lo que eso implica. «Esto es un gran problema porque soy autónomo y nadie me va a pagar las 190 libras que pierdo por no trabajar hoy», lamentó Elvis Magheroiu. Residente desde hace años en Londres, había venido a España a visitar a su familia. «También puedo perder una cita médica, y esto es también muy problemático», protestó.
Josue Berruaondo
Pasajera
Junto a una de las columnas del aeropuerto una niña se acurrucó este lunes para echar una cabezada. «Es hija mía, ya no sabe qué hacer del aburrimiento», cuenta Josue Berraondo. «Nos dijeron que nuestros vuelos no salían y nos tuvieron esperando en el aeropuerto hasta la una de la madrugada que lo cerraron. Nos han mandado para el hotel y nos han hecho esperar otras cinco horas hasta saber si finalmente íbamos a salir», protesta.
Elvis Magheroiu
Pasajero
Lo peor para todos estos pasajeros que se quedaron en tierra ha sido la gestión que Ryanair ha hecho de la crisis. «El viento no se puede evitar; pero lo que sí se puede hacer es informar bien», afirma Saul Piñeiro, otro pasajero. Ryanair fletó este lunes dos vuelos sin viajeros para llevar a todos los pasajeros que tenían pendiente su viaje tanto a la capital escocesa como a la británica. El primero salió a las tres y media de la tarde y el segundo estaba previsto para las 22.05, pero en principio parece que se retrasa una media hora.
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