Vuelven las conversaciones de barra

«Yo soy de barra y por eso hoy (por ayer) es la primera vez que piso un bar». El pasado 11 de mayo, durante la fase uno de la 'desescalada', reabrieron las terrazas, pero para Pedro Martínez la esencia de su visita diaria a estos establecimientos está en la barra. Ni mesas ni sillas. «Pocas veces me he sentado fuera», insistía este cliente mientras acompañaba la conversación con un vino y, por supuesto, desde la barra. En su caso, la del mesón El Castellano, en la calle Burgos de la capital cántabra. ¿Y por qué? «Es la charla, forma parte de lo cotidiano». Eso lo explicaba Julián, un amigo. Para ellos es su sitio. Por eso ambos estaban «encantados» con su copa durante el primer día de la fase tres y, por tanto, de la reapertura de las barras de los bares. «Lo echábamos en falta», coincidían. Volvió una parte de su rutina, esas conversaciones con los camareros ya convertidos en amigos.

No obstante, aunque poder hacer uso la barra era la novedad y el «público tenía ganas de que la abriéramos», el éxito de su vuelta fue a medio gas. Al menos, ésa era la sensación. «Tenemos la impresión de que la gente, o no lo sabe o ya se ha acostumbrado a la terraza», admitía Marta Roales, propietaria de El Castellano. Y es que, a pesar de que el día despertó gris y lluvioso, lo cierto es que había más personas sentadas fuera de los bares que haciendo ruido dentro.

Y localizar un establecimiento con la barra llena no resultaba tarea sencilla. «Pensábamos que habría más gente y que tendríamos que andar con cuidado con las distancias», resumía Roales. Pero no hizo falta. Aún así, el balance es positivo porque supone poder «aprovechar una parte más del bar». Eso sí, «vamos con pies de plomo», decía Roales. Porque no hay que olvidar que el virus sigue en la calle. Las sillas separadas, y con cuidado de que no se formen aglomeraciones ni se junten demasiados en poco espacio.

Sobre las 11.30 horas, en la Ramonoteca de Jesús de Monasterio sí que había cuatro personas sentadas, pero la imagen no se repitió muchas más veces a lo largo de la mañana. Para José Ramón Martínez, gerente del grupo Quebec, reabrir las barras de los bares es, sobre todo, síntoma de que la situación mejora poco a poco. «Por lo menos hemos avanzado, el tema es dar un paso más», explicaba. Aunque a nivel económico «no es rentable» por las distancias, lo importante es «volver». Es más, algunos negocios han esperado hasta la fase tres para subir la persiana. Y lo han hecho, precisamente, porque ya pueden utilizar el bar al completo (con los aforos marcados por la ley). Es el caso del restaurante Picos de Europa, en la calle Vargas. «Abrimos hoy (por ayer) por la barra, nosotros la trabajamos muy bien», explicaba el encargado, Ricardo Llorente.

No se han lanzado hasta ahora porque con el personal que necesitan para poner en marcha el establecimiento y las restricciones de aforo, era inviable. Así que ayer estaban «encantados» a pesar de que el ritmo del primer día fue «flojo». Al menos parece que la gente «se ha animado a venir».

En la barra unas cintas hacían las veces de marcas para señalar la distancia entre las sillas. Las mesas, por supuesto, a dos metros unas de otras y la carta con el menú puede verse a través del móvil. Allí, tomando un vino con un amigo, estaba José Antonio: «He venido porque hay que salir, pero con cuidado y evitando aglomeraciones». Distancia, mascarilla y gel de manos siguen siendo las claves para evitar rebrotes.