![«Sin vivienda asequible en venta, y sin alquileres, la Cantabria despoblada seguirá despoblada»](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202105/21/media/cortadas/Imagen%20DESPOBLAMIENTO%20RURAL02-ktKC-U140449569313vED-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
![«Sin vivienda asequible en venta, y sin alquileres, la Cantabria despoblada seguirá despoblada»](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202105/21/media/cortadas/Imagen%20DESPOBLAMIENTO%20RURAL02-ktKC-U140449569313vED-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
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En Miera, alrededor de un centenar de casas están cerradas y «solo una veintena estarían disponibles para la venta a precios que no serían precisamente asequibles», calcula a ojo el alcalde. En Valdeprado del Río, la oferta es escasa y olvídese de encontrar ... una ganga, lo mismo que en Peñarrubia. También hay viviendas con el cartel de 'se vende' en la Vega de Pas, «pero son mucho más caras que un piso en Renedo de Piélagos o Vargas». De alquiler, casi mejor ni hablar: en Cieza, la alcaldesa no recuerda apenas opciones «porque ningún propietario se lo plantea».
España lleva años buscando fórmulas para 'reabrir' los pueblos. También en Cantabria preocupa la soledad de algunas zonas rurales y Gobierno regional anda dando vueltas a qué hacer para empujar a quien tenga interés a instalarse en una aldea a dar el paso. Y, en este sentido, la vivienda es primordial, defienden cinco alcaldes de otros tantos municipios en riesgo de despoblación. «Sin apoyos en este aspecto, la Cantabria despoblada seguirá despoblada», dice el presidente de la Red de Desarrollo Rural y alcalde de Peñarrubia, Secundino Caso.
¿Busca pueblo? La Asociación contra el Despoblamiento y el colectivo MSL de inmobiliarias colaboran para relacionar la oferta en el mundo rural con el «creciente interés»
Dos perfiles Los demandantes de vivienda rural en la actualidad son personas recién jubiladas o prejubiladas y jóvenes que pueden teletrabajar
Porque hoy, esa idea de retomar una vida más en contacto con la naturaleza que explotó casi paralela al confinamiento que impuso el covid-19 en 2020, se da de morros con la escasez de casas disponibles. Hace varios días la Asociación contra la Despoblación y el colectivo MSL, que agrupa a 26 inmobiliarias de Cantabria, acordaron colaborar para poner en contacto a aquellos que 'buscan pueblo' con los gestores inmobiliarios de cada zona. Es decir, se trata de que hacer lo posible por que la oferta llegue a los interesados.
«La demanda de vivienda rural se ha multiplicado», señala Carlos Blanco, portavoz del sector, que ve dos perfiles de personas que quieren trasladarse a poblaciones pequeñas: «por un lado, recién jubilados o prejubilados y, por otro, gente joven que puede teletrabajar».
Lorena Pérez | Alcaldesa de Cieza
Juan Carlos García | Alcalde de Vega de Pas
Jaime Soto | Alcalde de Valdeprado del Río
Tarsicio Gómez | Alcalde de Miera
Secundino Caso | Alcalde de Peñarrubia
Lidia Díaz, de la citada asociación, trabaja en explorar fórmulas novedosas y en crear 'otras' conciencias. «¿Por qué no buscar gente que ceda temporalmente su casa en una sitio para que esté habitado? sugiere, tras señalar que, en España, en las zonas verdaderamente en riesgo «apenas se vende y mucho menos se alquila».
Esto lo tiene claro Lorena Pérez, alcaldesa de Cieza. En su zona hay casas «con varios herederos» que ponen alto el listón económico para sacarla al mercado. Al tiempo, «hay terrenos municipales para construir VPO, pero nunca llegaron», explica. Lo que sí está llegando a Cieza son nuevos empadronados («tres familias que vengan en un año, aquí ya se nota»), una tendencia que solo se consolidará «si se incrementan los servicios que faciliten la vida y no con medidas que no motivan tanto, como las exenciones de impuestos».
Conviene el alcalde de Miera: hay que mejorar los servicios, «pero es muy necesario que haya casas baratas». Tarsicio Gómez sabe que un pueblo, al final, es menos cómodo («el supermercado está a ocho ó diez kilómetros») y la vivienda, sin embargo, no es mucho más accesible que en una cabecera de comarca o una ciudad. «En Mirones igual compras por 50.000 euros y luego te dejas 100.000 en el arreglo».
En Miera, todos los recién llegados son «de segunda residencia», una la situación solo se superará «si se rompe con lo establecido, pero esto es complicado, porque los votos están en las ciudades». Propuestas que él plantearía: que quien arregle y abra una casa en el pueblo no pague el IBI en 10 años o que se le financie el 25% de la obra.
El alcalde de Vega de Pas, Juan Carlos García, piensa que uno de los graves problemas de la Cantabria vacía es que «nos gobiernan las ciudades y allí quieren preservar los pueblos». Pero, al final, «conservarlos es ahogarlos. Si no, ¿por qué en la ciudad una parcela se puede construir al 100% y en un pueblo permitan mucho menos?». Esto acaba por no hacer rentables los proyectos y que los jóvenes emigren allí donde pueden pagar un piso. «Si en Renedo los hay por 60.000 euros y más baratos todavía en Vargas... En la Vega hay demanda y en el centro hay casas cerradas, pero hay que tener 300.000 euros o 600.000 si lo que quieres es rehabilitar y empezar un negocio... Así que la mayoría no puede ni comprar ni alquilar».
García acusa al Gobierno regional de hablar de medidas para paliar el despoblamiento «porque toca, pero no toman medidas ni para solucionar el problema de vivienda ni el el del empleo».
Secundino Caso estima que no hay verdades absolutas. «Pero se dan incentivos fiscales que, al final, representan 80 euros al año y nadie se instala en un pueblo por ahorrar este dinero. No se aborda lo fundamental (la sanidad, la educación) y mucho menos la vivienda. Hay mucha en el mundo rural, pero no está a disposición y es muy cara. Quien trabaja en un municipio pequeño no se puede permitir una casa montañesa con parcela. Y un solar cuesta tanto como un piso en la calle Castilla de Santander. Los pueblos tenemos mucho inmueble en desuso, de muchos propietarios, que nadie pone a su nombre porque pertenece a un montón de primos... Al final, quien puede pagar es alguien que viene de Madrid».
En Valdeprado del Río, donde solo residen 330 personas, se da la paradoja de que existe una buena conexión digital porque el Ayuntamiento se preocupó por tenerla. De modo que, si uno puede teletrabajar y quiere irse a este extremo de Cantabria, podría perfectamente. «Otra cosa será que encuentre donde vivir» y, en caso de que así fuera, habrá que hacer números, porque «no será una ganga. Eso aquí no existe, por todas las propiedades se pide un dinero. Y si encuentras algo barato es porque la rehabilitación cuesta un dineral», relata el alcalde Jaime Soto, que coincide con el resto de sus homólogos: en Valdeprado apenas hay alquileres, mientras que la venta «se ha movido algo con el covid. Se han podido hacer una docena» de transacciones pero no a gente que se instale, sino segunda residencia.
Díaz apunta tres requisitos básicos para que alguien se plantee la vuelta al pueblo: que haya internet de calidad porque sin él no habrá mejoras, que haya beneficios fiscales para quien reside en los pueblos (tanto para el que ya está para el que llega nuevo) y que se trabaje en el acogimiento entre quienes se instalan y quienes ya estaban: los que vienen tienen que aprender a respetar usos y costumbres. Y el que ya vivía tiene que hacer un esfuerzo por entender las costumbres del recién llegado.
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