El 'pentágono mágico' de José Ramón

Tras citas como las del MAS, la Feria del Libro, o el Museo Abc de Madrid, esta propuesta expositiva, canalizada a través de la Consejería de Educación y Cultura del Gobierno regional, representará una panorámica plural, diversa y conjunta de la gran creación del artista santanderino.

Su autor se refiere a las obras que podrán contemplarse esta primavera como su pentágono ilustrado: «Las formas geométricas eran para mí dibujos firmes y posibilidades de soñar», apunta en un escrito.

En total la muestra reunirá 68 cuadros distribuidos en un itinerario por su creación más intensa: El Quijote (12 cuadros), La Biblia (8), La divina comedia (inédita, 28), Beato del siglo XXI (6) y Moby Dick (14).

La Biblioteca Central de Cantabria acogerá hasta el 16 de julio esta propuesta organizada por Ediciones Valnera. La editora de Jesús Herrán, junto con Cultura, publicarán 1.000 ejemplares de un libro-catálogo de 80 páginas que reunirá todos los cuadros de la exposición, con presentación del consejero Ramón Ruiz, prólogo de Emilio Pascual y explicación del propio artista. Durante la muestra se abordará un programa paralelo que contempla una charla de Pascual, editor con el que Sánchez publicó en Anaya, entre otras obras, El Quijote y La Biblia contada a todas las gentes.

El artista cántabro publicó hace dos años su último trabajo y uno de los más ambiciosos: Años difíciles, edición de Valnera, una de sus miradas a la Guerra Civil y a la Gran Depresión. Tras su celebrado libro Cuando el abuelo fue niño, que volvió a unir evocación, autobiografía, cuento y fantasía, con su nieta al fondo, José Ramón Sánchez (1936) ha vivido unos años inmersos en intensos proyectos, muestras como la mencionada en el MAS, premios y homenajes.

De El Quijote el pintor apunta que en 1991, «después de un descalabro familiar, decidí construir mi pentágono ilustrado. Necesitaba, más que el comer o el dormir, dibujar y pintar las dos partes de la obra inmortal de Cervantes. No encontré en aquel tiempo de desaliento nada más alentador que viajar con don Quijote y Sancho por La Mancha pedregosa y polvorienta de la soledad y el trabajo».

Con La Biblia se olvidó de la acción, los personajes variopintos y las epifanías deslumbrantes. Optó por «meterme dentro de mí y descubrir mi propia Biblia, mi espacio y mis intuiciones». El Quijote, asegura el artista, «fue el tránsito de la ilustración a la pintura. La Biblia fue como un oasis en medio del desierto, con poca agua y con palmeras de escasa sombra».

Sobre Moby Dick, José Ramón Sánchez confiesa haber soñado siempre con hacer una película: «como guionista, como cámara, como montador, como director Pero con sesenta y cinco años era muy tarde para ir a una escuela de cine. Se me había pasado el tiempo y lo de hacer cine tendría que dejarlo para otra vida. Pero algo me despertó del sueño y me puse en pie». Y se preguntó: «¿Por qué no podía yo intentar hacer una película dibujada, o un libro ilustrado que pareciese una película en formato panorámico? Inventé planos generales, secuencias, primeros planos, interiores sombríos, exteriores marinos, una epopeya, una persecución, una tragedia Todo eso y mucho más fue Moby Dick, primer proyecto de Valnera».

Viaje inédito

De La Divina Comedia sostiene que «aquel viaje de Dante y Virgilio buscando a Leonor, la amante del poeta, era complicado, oscuro, demoledor y apasionante. Y para mí bajar a los infiernos fue aleccionador. Pensé que debía adentrarme en sus profundidades ligero de equipaje. Dejé guardados en el estudio los grandes formatos, los colores brillantes y los pinceles más caros y afinados. Ese viaje a lo desconocido tan sólo requería fortaleza de ánimo, ropaje sencillo y provisiones ligeras. Y me dispuse a pintar el infierno y sus condenados con los colores blanco y negro, tan pobres».

Y, finalmente, el encargo de hacer un Beato del siglo XXI, «me regaló otro gran libro para cerrar la trayectoria y completar el viaje. Volví a los grandes formatos para despedirme con libertad y espacio».

Recuperó los colores apartado y las luces dormidas. «Y aunque el Apocalipsis de San Juan tenía mucho de guerra y de cataclismo universal, me tomé su pintura como algo que celebraba la victoria del bien sobre el mal y la supremacía de la luz sobre las tinieblas», sostiene.