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Albert Boadella, junto al máximo responsable de la UIMP, César Nombela, agradece el reconocimiento otorgado en la tarde de ayer por la institución académica.
"Hay muchos premios que se dan para galardonar al que premia, no al premiado"

"Hay muchos premios que se dan para galardonar al que premia, no al premiado"

El dramaturgo y actor Albert Boadella, exdirector de los Teatros del Canal, recibió ayer eI IX Premio La Barraca a las Artes Escénicas de la Menéndez Pelayo

mada martínez

Martes, 19 de julio 2016, 07:40

Albert Boadella (Barcelona, 1943) ha rechazado premios y reconocimientos a lo largo de los años. El dramaturgo encuentra más significado en los rehusados que en los que obran en su poder. Rechazó el Nacional de Teatro otorgado, en 1994 a Els Joglars, compañía que fundó en 1961 y que dirigió hasta 2012 por considerar que aquello sólo iba de conveniencias políticas; la Creu de Sant Jordi, y entonces explicó que el expresidente Pujol había devaluado aquel galardón; también renunció a su candidatura a los Premios Valle-Inclán «había estado en el jurado y vi que no tenían ni idea de las obras que se votaban», e hizo lo mismo con los Max.

«He sido un poco maniático con los premios», y siguió sacándole las entretelas al mundo de los reconocimientos teatrales: «Hay muchos premios que se dan para galardonar al que premia, no al premiado. Se premia a veces al famoso para dar prestigio al que premia. Debe de haber una parte de vanidad en todo ello, pero la vanidad es una cosa que forma parte de todo ello. Con los años la vanidad se va recolocando».

El dramaturgo y actor (además de escritor, guionista o fundador de Ciutadans, entre otras cosas) citó y argumentó ayer algunas de sus devoluciones más sonadas al tiempo que aceptaba, «profundamente agradecido», el IX Premio La Barraca a las Artes Escénicas de la UIMP. Boadella tiene que hallar coherencia en el galardón, y en este la ha encontrado. El nombre de La Barraca le pone en contacto con un concepto del teatro similar al de Els Joglars, cercano, sin alharacas, con vocación popular. Porque «el teatro es un arte donde la sencillez de medios es fundamental».

Boadella recibió el galardón en una ceremonia celebrada ayer por la tarde en el Hall Real del Palacio de La Magdalena, en presencia del periodista y escritor Luis del Val, quien realizó la laudatio; el rector de la Universidad, César Nombela, y alrededor de cincuenta personas. Nombela destacó su fidelidad a la práctica del teatro de autor y su capacidad para «preservar la sátira teatral». También su brillantez y su trabajo en libertad, una libertad que es «su gran aportación a la convivencia».

Poco antes de lo ceremonial, Boadella compareció ante los medios, junto con la vicerrectora Montaña Cámara. Allí habló de teatro, de su próximo proyecto, una ópera sobre Picasso que se estrenará en 2018. Trabaja en el libreto, que en agosto enviará al compositor Juanjo Colomer. Se trata de una coproducción del Teatro Real y los Teatros del Canal. Boadella ha gestionado estos últimos desde 2009. Hace 15 días dejó su dirección artística. Fue nombrado para ello por el Gobierno de la Comunidad de Madrid en tiempos de Esperanza Aguirre. Boadella, un tipo irreverente con el poder ha conocido el teatro trabajando cerca de él. No ha notado injerencias. «No me he sentido nada agobiado, sino todo lo contrario. Desde el punto de vista político nadie me decía lo que tenía que hacer [] Estaba sujeto a un tipo de administración que también tiene su ideología. Pero jamás recibí una sola indicación, eso hay que decirlo en voz alta porque tendría que ser normal en democracia, pero lamentablemente no siempre ha sido así», explicó.

A los Teatros del Canal llegó cuando todo estaba en obras, y ver evolucionar el proyecto de cero a cien (hasta audiencias del 85%, indicó) «es una de las cosas que más me ha emocionado y que menos me esperaba». Una de sus apuestas ha sido la programación de danza. Boadella firmaba sus contratos de director artístico año a año, porque no quería sentirse del todo atado a la gestión. Hasta que, explica, ha decidido recuperar cierta autonomía. «Ha llegado un momento en que he necesitado recuperar esta libertad personal, quizá porque cuando tienes un cargo tienes la sensación de que hay cosas que tienes que decir y otras que contener. [] Me lo he pasado muy bien hasta recuperar mi libertad, ahora me siento como un chaval».

El dramaturgo también reflexionó sobre la esencia y evolución del teatro contemporáneo. Vino a explicar que, a pesar de vanguardias o intentos por hacer un teatro minoritario, este sobrevive y respira porque «se ha topado con el público». El teatro, explicó, ha conseguido mantenerse en comunión con el espectador, cosa que no habría sucedido con las artes plásticas.

«Hay una relación directa entre el que paga en la taquilla y lo que se va a hacer en escena. No se han perdido nunca los códigos de comunicación con el público []. El teatro está muy cerca de lo que hacían los griegos, quizá en inferioridad de condiciones porque los griegos lo hacían muy bien». Nada más recoger el premio, Boadella aseguró que repetiría con su vida que es el teatro, ironizó con los numerosos adversarios que le han salido al paso »hasta he tratado de impulsarlos- y dijo que de las tablas o los libretos sólo le librará la naturaleza.

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