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Ana del Castillo
Domingo, 31 de julio 2016, 07:47
El cántabro Óscar San Miguel, Okuda, ha pintado donde solo los grandes artistas del renacimiento italiano lo hicieron, en las bóvedas de una iglesia. Desacralizada, pero un templo al fin y al cabo. «Desde que hicimos el proyecto en Kaos Temple (Asturias) me salen ... muchísimos trabajos más. He estudiado Bellas Artes, el haber pintado en una iglesia, el soporte clásico, me ha emocionado», explica el artista.
El próximo septiembre, Okuda publica con la editorial Spray Planet el libro que recoge el work in progress de la iglesia de Santa Bárbara, en Llanera, y un resumen del trabajo «de estudio y de calle» desarrollado durante los últimos cuatro años. «Aún hoy (han pasado ocho meses) nos llaman para hacer entrevistas, incluso hemos entrado en directo para una televisión canadiense», cuenta Okuda, todavía sorprendido por el revuelo mediático que ha originado Kaos Temple. «Aparecen tres elementos muy dispares, como la religión, el skate y el arte contemporáneo. Eso ha hecho que haya sido tan mediático y se hayan interesado hasta medios de comunicación de Indonesia. Así que si ya teníamos mucho trabajo, ahora es demasiado».
El objetivo de la decoración interior de las iglesias en el siglo XV era transmitir el mensaje de los Evangelios para educar a los feligreses. Lejos de querer adoctrinar a quienes contemplan su obra, Okuda sigue siendo fiel a esas coloridas formas geométricas que invitan a reflexionar sobre temas que le conmueven como la libertad, la identidad o el existencialismo.
Y esa inspiración es la que le ha movido por todo el planeta desde que terminó su licenciatura. Solo el año pasado trabajó en Cabo Verde, Chile, Dinamarca, Alemania, India, Italia, Irlanda, México, Portugal, Rusia, España, Suiza, Ucrania y Estados Unidos, entre otros países.
La agenda para lo que resta de año no tiene espacios en blanco. «Ahora estamos en Andorra haciendo unos cuadros para el spa de Caldea. Después, viajaré a Londres para pintar el interior de un club nuevo que se inaugura en septiembre, y ese mismo mes marcho a Lisboa para preparar una exposición individual».
Para 2017, los proyectos han llegado como su propia inspiración de conceptos simbólicos y plásticos. «Tengo muchos trabajos en Asia, sobre todo en edificios de gran formato. Y casi seguro que vayamos a París en abril para pintar la fachada de un edificio de 15 alturas. También tengo varias cosas cerradas en Miami y Australia». ¿Quieren hacer cuentas? El metro cuadrado de arte Okuda tiene un precio de 5.000 euros.
El artista visual se siente más libre que nunca, con la emoción intacta: «no me da vertigo. Lo que más me gusta es viajar y donde mejor me siento es en la calle». ¿El secreto? «Tener seguridad en lo que se hace y poner ilusión», explica Okuda, con un corazón delineado por triángulos de múltiples colores.
La polémica
Como si fuera una balanza, su nombre coge peso y su escultura, la de Cuchía, pierde fuerza. Desde «febrero», época de temporales, el cuerpo de la obra se rompió. Quedó una de las partes colgando y la otra, en el depósito municipal. «Lleva así cinco meses. Los más indignados son mis padres que lo ven cada día porque son de allí. Es un regalo que hice al Ayuntamiento de Miengo y estoy intentando hablar con ellos pero... ¡yo qué sé! No les importa mucho. La rehabilitación es mínima, solo haría falta una estructura más fuerte, pero los políticos están a lo suyo», cuenta.
Por su parte el alcalde de Miengo, Jesús Jara, ha explicado a este periódico que están esperando a que Okuda permita la intervención en la obra. «Al poco de romperse se le llamó y estaba fuera, de viaje. Mandé que se retirara la torre y ahora está en el espacio municipal. Solo necesitamos que diga que podemos arreglarlo», explica Jara. ¿Y quién se haría cargo del coste del arreglo? «Cuesta un dinero bastante elevado, hay que poner tubos, reparar la bola... Apechugaríamos con la reparación, pero es muy fácil decir que está indignado cuando estamos esperando a que nos dé el permiso», explica el alcalde.
Tatuado en la piel
El santanderino se ha convertido en una marca, un estilo de vida, una forma de entender el arte urbano, casi una religión, una seña de identidad tatuada en la piel... «El mundo del tatuaje nunca me ha llamado la atención para trabajar, pero a nivel personal y junto a un profesional, Álex Martínez, hemos tatuado a unas amigas y ha sido muy emotivo la verdad».
Tres antebrazos que lucen por Cantabria el talento del artista, pero «no creo que me centre en eso. Mi trabajo es otro. Solo lo hago a nivel personal y con gente a la que quiero», puntualiza San Miguel.
«Cada brazo por separado es una obra, y los tres juntos otra. La gente se queda mirando y reconoce que es obra de Okuda», cuenta Lucía López-Areal, una de las jóvenes tatuadas. «Sabemos lo afortunadas que somos porque es la primera y única vez que ha hecho algo así. Nos pareció mágico», concluye.
Muebles de lujo, skates, relojes, camisetas, sudaderas, mochilas, fachadas, vehículos, tatuajes... Okuda San Miguel comenzó pintando en paredes y fábricas abandonadas de Cantabria. Hoy, pinta en todo el planeta.
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