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LOLA GALLARDO
Sábado, 7 de enero 2017, 16:03
José Sacristán (Chinchón, 1937) lleva más de sesenta años sobre los escenarios y, pese a todo, esta noche debuta en el escenario del Teatro Municipal Concha Espina con la obra 'Muñeca de porcelana' con la que ha cosechado un gran éxito de crítica. Además, su ... nombre se sumará esta noche a la lista de galardonados con el Premio 'Duende Zahorí', que la Asociación de Amigos del Teatro Concha Espina le concede por su especial vinculación con Torrelavega y su festival de invierno. El actor, crítico con los políticos dentro y fuera del escenario, no cree que los jóvenes lo tengan ahora más difícil que antes: «La vida en el país es mejor que cuando yo empecé, en los años cincuenta», sentencia quien lejos de dar consejos, prefiere establecer una complicidad con los actores jóvenes con los que trabaja. ¿El secreto de su éxito? «El amor que le tengo al oficio y el respeto por este juego y sus reglas».
¿Qué siente al recibir el reconocimiento del público del Teatro Concha Espina con el Premio 'Duende Zahorí'?
Ya es la segunda vez que Torrelavega tiene a bien distinguirme con un reconocimiento. Fue emocionantísimo, hasta las lágrimas, el premio del Festival Internacional de Cine Ciudad de Torrelavega 'Demetrio Pisondera' que recibí en 2006 por una vida dedicada íntegramente al cine. Además de lo que supone el premio, también la gente que lo otorga. Ahora, al conseguir otro premio, mi deuda con Torrelavega va a ser permanente. Me siento muy agradecido y emocionado. Este premio es del público y no te quepa duda de que es emocionantísimo. Es muy de agradecer que reconozcan mi trayectoria y así lo siento
Viene a Torrelavega como protagonista de la obra 'Muñeca de porcelana', ¿qué tiene de diferente con otros trabajos?
La diferencia está en la originalidad, en lo distinto del punto de vista de David Mamet sobre el tiempo histórico que nos toca vivir. Mamet es un cronista de su época, un testigo lúcido que pone sobre el tapete cosas que nos afectan. Y aunque la acción transcurra en Estados Unidos, es lamentablemente transportable a cualquier latitud. Es una especie de colonoscopia al poder, poniendo sobre el tapete la impunidad del que maneja el poder económico y político y, como consecuencia, el poder moral. Y aborda también cómo esta gente rara vez rinde cuentas ante la justicia. En todo caso son atropellados por otro poder, como el suyo pero más fuerte.
Un tema que no pierde nunca actualidad.
Lamentablemente no, aunque confiemos en que alguna vez deje de seguir siendo un tema de actualidad, porque otra de las cosas que el montaje pone sobre el tapete es ¡qué coño pintamos nosotros, los de a pie! ¿Quién los pone ahí, quién los jalea y aplaude y los vota una y otra vez en ocasiones sabiendo que son unos miserables? Mamet, sin caer en la doctrina, pone sobre el tapete qué colectivo formamos y qué nivel de responsabilidad, por acción o por omisión, nos corresponde a la hora de consentir, generar, sostener y apoyar a estos energúmenos.
Podemos decir que la obra también busca despertar conciencias.
Si a estas alturas hace falta el teatro para despertar conciencias es que somos más tontos de lo que pensamos. La realidad es acojonante, esa es la palabra. Mamet no tiene intención de enseñar a nadie cómo tiene que vivir. No hay mensaje ni moraleja. Él presenta una obra y que cada uno saque sus propias conclusiones.
¿Cuándo comenzó en el mundo del teatro y qué le atrajo?
Lo primero que me atrajo fue el cine, en mi pueblo, Chinchón. Me quedé fascinado con aquello aunque luego mis comienzos fueron en el teatro. Pero mi primer contacto fue con el cine de barrio, el teatro entonces era una cosa para ricos. Desde crío, seis o siete años, cuando vi la primera película y pensé que quería ser el indio, el pirata, el mosquetero o el gánster y ahí sigo.
Acaba de comentar que el teatro entonces era para ricos, ahora con un iva del 21% también ¿no cree?
En aquellos tiempos era muy caro, pero ahora ni me recuerdes el puñetero iva. Es algo tan insolente, es tan despreciable la actitud de esta gente con el mundo de la cultura y el espectáculo, que hablar de ello da náuseas.
Entonces cambiemos de tema, ¿cómo ha sido su evolución en el mundo del teatro?
Ufff, son ya más de sesenta años. Los recuerdos son muchos. He tenido la suerte inmensa de que mi vida y mi trabajo van de la mano. Y todo lo que ha pasado en mi trabajo ha tenido que ver con mi vida y así lo he sentido y así los disfruto.
¿Qué significa el teatro en su vida? ¿Qué le ha aportado?
El teatro, el cine y la televisión, el ser actor, da sentido a mi vida. Es mi razón de vivir.
¿Algún papel que destacar?
No hay ninguno, porque todos los que he hecho los asumo y los quiero por igual.
¿Y esa obra que siempre quiso hacer y todavía no ha hecho cuál es?
No tengo metas, no hay un Rey Lear. Hay ofertas de trabajo y el teléfono sigue sonando. Estoy disponible a todo aquello que me parezca que merece la pena, aquello que me permita seguir jugando.
¿Qué proyectos de futuro tiene entre manos?
De momento estamos con la gira de 'Muñecas de porcelana' y después comenzaremos con la productora de 'Velvet' otra nueva serie y rodaré la primera película del director Pau Dura, un actor estupendo que hace sus pinitos como director.
¿Y el mundo de la cultura, cómo lo siente? ¿Qué necesita?
¿Cuánto tiempo tenemos? Porque esta es una pregunta con una respuesta muy amplia. En este país, la cultura nunca ha sido algo de interés general. Sería miserable por mi parte quejarme, porque cuento con la fidelidad de un grupo de personas que siguen mi trabajo. Y tampoco hay que pasar la vida despotricando y cabreado, pero la cultura no es el plato más habitual a consumir por la ciudadanía. Aquí nos vamos manejando. Esto no es de ahora, fue siempre. Cervantes ya señalaba cosas parecidas en su tiempo.
¿Usted cree que los jóvenes lo tienen ahora más difícil que antes?
No lo creo. Hay otras dificultades y otras facilidades. Las fuentes de contratación son otras y creo que las dificultades y facilidades son siempre constantes. No creo que los jóvenes lo tengan ahora más difícil porque la vida en el país es mejor que cuando yo empecé, el país es otro pese a todo el despelote de la crisis. Esto de ahora no tiene nada que ver con la España de los años cincuenta.
Después de sesenta años sobre los escenarios, con la experiencia acumulada, ¿qué le diría a un joven actor?
Antes monja que dar consejos. Lo que procuro hacer es establecer complicidad con ellos, no ir de profeta ni maestro porque es un peñazo.
¿Y qué opina de las salas de teatro de pequeño formato que se están abriendo en el país?
Me parece formidable porque la calidad media es estupenda. Lo que pasa es que no da para comer. Mi aplauso y mi más sincera admiración, pero que se entienda que eso da para merendar pero no para comer.
No puedo terminar la entrevista sin que me diga cual es el secreto de José Sacristán.
No es un secreto, es el amor que le tengo a este oficio, el respeto a este juego, el conocer las reglas y dar las gracias a la madre naturaleza que sigue acompañando a mis energías y reflejos.
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