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No diría que el teatro ha recuperado «un 100% de la normalidad», pero sí un porcentaje alto, y es que «una sala es uno de los lugares más seguros que hay», afirma. Josema Yuste (Madrid, 1954), llega a Santander con esa convicción y protagonizando 'El ... Aguafiestas', basada en una obra de Francis Verber. Estará mañana y pasado en Casyc, dentro del ciclo Talía (20.00 horas).
–Decía Gabino Diego la pasada semana, que cuando todo echó a andar, actuar era una forma de agradecer al público que siguiera apoyando el teatro. ¿Usted sintió ese respaldo?
– Lo sentí mucho además. Creeme que cada función del público con mascarilla acababa emocionado y se lo agradecía personalmente. Había que ser valiente en ese momento para enfrentarse a la vida de nuevo. Hoy en día ves a gente con mascarilla, pero cada vez menos y es una alegría también. Poco a poco.
– Hablando de alegría, presentan esta obra como «una comedia para reír por dentro y después reír hacia fuera»
–Es una frase mía. Escribí eso porque después de leerla, la comedia me causó esta sensación. Me estaba riendo, pero por dentro me estaba dejando una especie de poso. No digo un mensaje, porque no es así, pero sí una risa. Desde una situación dramática de dos personajes que es de donde parte. A partir de ahí, se genera una comedia divertida, que es lo inteligente por parte del autor.
Dias 30 y 31 'El Aguafiestas', protagonizada por Josema Yuste. Teatro Casyc
Viernes 5 y sábado 6. Els Joglars presenta 'Que salga Aristófanes'.
Viernes 12 y sábado 13 'Descarados' de Darío Fo y Franca Rame cerrará esta edición del ciclo teatral.
– ¿Las buenas comedias deben partir del drama y terminar en sonrisa?
– Sí. Esto no es la risa por la risa o cuatro chistes enlazados. No. Esto es una comedia que ha creado Francis Veber, un autor reconocidísimo en todo el mundo, que hizo 'La cena de los idiotas'. Siempre he pensado que no hay comedia si no hay conflicto. Según avanza la historia ves que algunas situaciones son hilarantes.
– ¿Recuerda la impresión que le causó ver la película?
– Sí, la vi varias veces y después hice la obra de teatro. El autor utiliza a un personaje para burlarse de él con situaciones crueles y la gente se acaba riendo. En general, nos reímos de la desgracia de los demás. Si alguien se cae en la calle, tú te ríes y después ya vas a ayudarle.
– Vio la película de Veber y terminó interpretando sus obras en el teatro. ¿Qué balance hace?
– Estupendo. Cuando haces una obra de un autor y te permite meterle mano de alguna manera, obviamente respetando, el argumento que te tiene que ir llevando a gags cómicos. Ahí es donde yo meto el lapicero. En Francia quizá funcionan unos y aquí otros. Nos unen cosas, pero nos diferencia el sentido del humor. Es lo que intento adaptar a la idiosincrasia española. Me siento cómodo y me identifico con el tipo de comedia que hace; fina, elegante, sutil y a la que meto la caña necesaria para que la gente se ría aquí.
–Cuando adapta una obra, se queda con el concepto general, pero recorta y cambia hasta que llega al punto que quiere
– Procuro llevar a los personajes un poco más al extremo de lo que lo haya hecho el autor. Si un personaje está loco, o es un tacaño, yo lo llevo al límite. Siempre he sido defensor de la carcajada. Creo que es importante que el público la saque de dentro, de lo más profundo. La sonrisa está muy bien, pero cuando ríes a carcajadas te quedas muy a gusto y eso es lo que yo busco en la comedia.
– La comedia que más le gusta es la de enredo. ¿Por qué?
– Sí, porque gusta mucho al público y a mí me divierte mucho hacerla. Si yo hago este trabajo solo para que la gente se ría, de una forma fría, aséptica y pragmática, no creo que llegue tan lejos. Si lo hago divirtiéndome también, lo pasaremos mejor ambos. El actor cómico tiene que sufrir un poco. Para hacer reír hay que poner mucha energía, sudar la camiseta.
– También hay un trabajo de fondo muy complejo.
– Detrás y delante. Hay un esfuerzo mental y físico. También lo tiene el drama, pero con que digas un buen texto, ya está. No tienes que esperar reacciones. Aquí tienes que saber dónde se tiene que reír el público. Yo no compro el concepto de comedia en que se ríen al final cuando termina.
– Hablando de cosas necesarias, ¿qué importancia tiene el equipo para usted?
– Para mí toda. Los monólogos me saturan, lo reconozco, aunque me puedan gustar, prefiero trabajar en equipo. Disfruto más y el público recibe un espectáculo más oxigenado, otro tipo de cosas. Siempre digo a mis actores que hay que hacer equipo y la protagonista es siempre la comedia. Todos a una para que la comedia brille. No creo en los egos individuales.
– ¿El teatro es el lugar donde se siente más cómodo?
– Sin ningún género de duda. Donde me siento más cómodo porque me siento más realizado y creo que donde mejor me desenvuelvo. Nunca me ha gustado que me corten, como ocurre en cine o televisión. El teatro es maravilloso porque empiezas, terminas y eres el dueño absoluto de la situación y el momento.
– También es susceptible de que se produzcan errores y tener que estar alerta para salir del paso
– Claro. Aquí no hay nadie que te salve. Y a veces ocurre. Se va la luz, suena un móvil y nadie lo para. Pero como ya nos ha pasado, tienes recursos para salir del paso y lo haces.
– A día de hoy, ¿el humor debe ser blanco o debe ser inteligente?
– Como uno quiera que sea. Luego está que el espectador te lo compre o no. Para mí lo ideal es el humor blanco e inteligente. No tiene por qué aburrir, ni ser muy cultural. Humor inteligente hacían Los Hermanos Marx o Tip y Coll y era sencillo de entender.
– ¿Satisfecho con el camino realizado en su carrera?
–Sí, satisfecho y me siento realizado. Hago un trabajo que me gusta y vivo de ello. Es una suerte, sin duda.
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