![«En el ámbito académico existe aún mucha resistencia a los enfoques interdisciplinares»](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/05/06/Imagen%20macarena%20garcia%20avello-1-kG0E-U20023280219900H-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
Macarena García-Avello
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Macarena García-Avello
La literatura contemporánea, la escritura de las diásporas latinas y la representación del género en la ficción forman parte de su labor y querencia como profesora, investigadora y autora. Macarena García-Avello (Gijón, 1986) vinculada a la Universidad de Cantabria desde hace seis años, dirige ... desde hace pocas semanas una de las tribunas con mayor visibilidad pública y contacto social: el Aula de Letras. Con claridad de ideas y el convencimiento de que la cultura y, en concreto, la literatura «no sólo puede, sino que en muchos casos, debe resultar incómoda», ha puesto en marcha ya varias iniciativas como la convocatorias de un Concurso de Pódcasts de Literatura, o el ciclo 'La letra con música entra: ecos literarios en la música actual', que se desarrolla este mes de mayo.
–¿Por qué aceptó el cargo del Aula y cuáles son sus objetivos?
–Lo primero, me gustaría agradecerle al vicerrector de Cultura, Tomás Mantecón, haber pensado en mí. Lo acepté sin dudarlo por una serie de razones relacionadas con la manera en la que concibo la Universidad, particularmente en lo referente a la extensión universitaria, la transferencia y divulgación del conocimiento y de la cultura como pilares fundamentales. La Universidad no puede mantenerse al margen de lo que ocurre a nivel social. Existe un compromiso a la hora de promover la cultura en términos generales y la reflexión crítica, de forma específica, y para ello es necesario superar visiones tradicionales de la Universidad como torre de marfil. De hecho, en los últimos años vemos cómo se ha acelerado una democratización de la cultura que en ocasiones se ha tachado de banalización; para evitar esto, la Universidad debe desempeñar un papel central y la extensión universitaria está en disposición de hacerlo.
En datos Doctora en US Latino/a Studies por la Universidad de Maryland y doctora en Filología Inglesa por la de Oviedo. Actualmente es Profesora Contratada en la Universidad de Cantabria.Docente e investigadora en las Universidades de Oviedo y de Maryland, ha sido también Profesora Visitante en Berkeley y Toronto. Su investigación se centra en la literatura contemporánea americana y en los estudios de género. Es autora de 'La Crisis del Yo: Voces femeninas en la literatura postmoderna americana', 'Nuevos horizontes en la literatura latina de Estados Unidos' y 'Producción / contraproducción de las identidades de género en Los puentes de Madison'.
–¿Y en el epicentro, el debate sobre las humanidades?
–Sí, desde hace ya décadas, se han ido relegando a un segundo plano. Sin embargo, una formación humanística es indispensable no sólo a la hora de realizarnos profesionalmente, sino para cualquier ámbito de la vida y en nuestro papel como ciudadanos. El otro día leía una entrevista a Irene Vallejo en la que afirmaba –y estoy absolutamente de acuerdo con ella– que el deterioro de las humanidades va en paralelo al de la democracia. Van perdiendo espacios en los distintos niveles educativos y, por ello, la responsabilidad que tenemos desde las distintas aulas es la de ofrecer espacios de reflexión crítica, fomentar el diálogo, la lectura, pero también, en ocasiones, es conveniente hacer más accesible la literatura o acercar ciertos debates a un público más general. La literatura no se limita a reflejar el mundo o a ayudarnos a comprenderlo mejor, sino que también interviene sobre la realidad. Esta relación bidireccional es un objetivo que me planteo abordar en muchos de los ciclos que propongo.
–En la historia del Aula se han vivido muy diversas etapas. ¿Cómo concibe el concepto y cuál sería su hecho diferencial respecto a otras tribunas literarias?
–Mi manera de entenderlo está directamente ligada a lo que comentaba antes acerca del valor de la extensión universitaria, la transferencia y, por supuesto, el papel de las humanidades. En este sentido, el anterior director, Alfredo Moro, realizó un trabajo extraordinario, fueron años de gran intensidad, y esto repercutió de forma muy positiva en la vida cultural de la ciudad. Cuando empecé a estructurar la programación, tenía claro los ejes sobre los que quería organizar las actividades: reflexión y crítica literaria que en principio se hace a través de ciclos de conferencias con académicos, especialistas y escritores. Cursos o talleres más prácticos, como los de escritura creativa. Las que potencien la relación de la UC con asignaturas de letras en centros educativos de secundaria y primaria. Y ciclos que permitan establecer conexiones con otros campos de conocimiento.
–En los últimos años, por muy diversas razones, las Aulas como ventanas entre la UC y la sociedad han perdido peso. ¿Potenciará las relaciones con otras entidades, e incluso desarrollar labores interdisciplinares con las otras Aulas?
–El conocimiento no puede dividirse en compartimentos estancos. Es algo artificial y absolutamente perjudicial para el avance de los saberes. Aunque en los últimos años se hable mucho de la interdisciplinariedad, en el ámbito académico, particularmente en España, tendemos a segmentar y existe aún mucha resistencia a la hora de adoptar enfoques verdaderamente interdisciplinares.
–¿Qué radiografía traza de la vida cultural de Cantabria?
–Llevo seis años en Cantabria, el suficiente tiempo como para observar que es una comunidad con una oferta cultural muy rica. Creo que el papel de la UC relativamente grande para el número de habitantes que hay, ha sido importantísimo. Una mención especial merece la labor de las librerías, Gil, sin ir más lejos, que es clave a la hora de dinamizar la vida cultural. También están asociaciones y fundaciones como Santander Creativa, la Filmoteca, que me parece una auténtica maravilla, además del Centro Botín o la programación del Palacio de Festivales, entre otros. Creo que hay un tejido y, sobre todo, un grupo muy amplio y diverso de personas con muchas inquietudes que sostienen y justifican la cultura.
–¿Es consciente de que la pandemia ha cambiado algunas costumbres en 'los públicos'?
–Soy consciente, pero creo que lo soy más por mi labor como docente, por lo que observo entre mi alumnado. No sólo la pandemia, aunque sin duda lo ha agudizado, también las redes sociales están teniendo un impacto tremendo en nuestra manera de relacionarnos, en nuestra forma de leer y de escuchar. En uno de los cursos que imparto les planteo desde hace un par de años la cuestión de cómo ha afectado a nuestra capacidad de atención el hecho de haber sustituido en muchos casos las películas por los vídeos de tik tok, la lectura por los tweets. Me parece un debate fascinante: la estimulación constante que reclama de forma cada vez más evidente el alumnado, la conectividad, esa inmediatez que a veces nos lleva a pensar que nada importa demasiado. Pero también hay consecuencias positivas; por ejemplo, probablemente nunca se había leído o escrito tanto como ahora, o el tema de los prosumers, que implica una actitud más activa, más dinámica que la que por ejemplo había hace unos años.
–Hay una literatura de escaparate, otra mediática, la de mercado.... ¿Un presente basado en la incertidumbre no pide que se dé prioridad a los autores y obras con mayor carga crítica?
–La existencia de una carga crítica es un elemento central, pero me gusta pensar en las obras de arte siguiendo la idea de Umberto Eco de obras abiertas que permiten distintas capas de lectura. Incluso es interesante casos paradójicos en los que un análisis crítico supera a la propia obra; textos nada brillantes que analizados por buenos críticos pueden resultar muy sugerentes. Algo parecido a lo que ocurre con ciertas novelas mediocres que han dado vida a películas magistrales.
–Seguro que ha puesto el ojo en algún terreno cultural, que considera desatendido o abiertamente marginado....
–Y más que el ojo, he dedicado gran parte de mi labor investigadora a la escritura de las diásporas latinas en Estados Unidos; es decir, a una literatura de minorías que reclama su lugar en el canon y en la historia de la literatura norteamericana.
–¿Ese maravilloso artefacto que llamamos libro se mantendrá intacto?
–Coexistirá con otros artefactos, pero saldrá ileso.
–Sin duda hay una literatura emergente en español centrada en autoras con óperas primas rupturistas. Como lectora, ¿qué señales le llaman más la atención?
–Como lectora, busco que una obra, además de bien escrita, me aporte una perspectiva distinta, una visión del mundo singular. Decía Raymond Carver que 'El mundo según Garp' es el maravilloso mundo según John Irving. Cuando leo a buenísimas escritoras que hemos tenido la suerte de tener en el Aula este año, como Marta San Miguel, Laura Ferrero o Bárbara Blasco, lo que veo reflejado en el texto son sus mundos. Y estos mundos amplían mi visión del mío.
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