![«No hay amistad más sólida que aquella en la que se comparte el aburrimiento»](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/08/10/97108367-kc0F--1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
Jacobo Bergareche
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Jacobo Bergareche
Con los deberes bien hechos, Jacobo Bergareche (Londres, 1976) llega a la próxima cita de los Martes Literarios sabiéndose al detalle el libro del que va a hablar. «De hecho, hasta lo he escrito yo», bromea desde su refugio cántabro, en Somo, donde pergeña nuevos ... textos que sucedan a su última novela, 'Las despedidas' (Asteroide, 2023). De ese relato, la vida, el duelo, las elecciones y todo lo que contiene, hablará en el Paraninfo de la Magdalena (19.00 horas).
-¿Se habría atrevido a tener una experiencia como la que plantea en el libro?
-Ay, qué pregunta. No tengo a mi abogado aquí para responder. Aclaro; todos los libros tienen parte del autor que los escribe, pero yo no estuve nunca en el Burning Man ni tengo una casa en Menorca. Sí hay cosas de mi mundo y de mis preocupaciones. En ese sentido toda la escritura es autobiográfica siempre, hables de marcianos o de romanos.
-Tanto 'Los días perfectos' como 'Las despedidas' hablan de grandes amores y grandes renuncias. ¿Tienen que ir unidos para lograr esa dimensión?
- En los cuentos siempre ocurre una peripecia, una aventura y después dicen eso de que fueron perdices y comieron perdices. Ahí es donde ya no hay historia, se aburren, se casan, pagan una hipoteca y discuten sobre qué serie poner. Es ese momento de aburrimiento donde ya no hay nada que contar porque todo ocurre en los primeros días, en la peripecia. En mis historias son ya gente adulta que tiene mucha mochila, mucha vida y están en relaciones donde tienen que negociar el tedio y las cosas que no te gustan del otro. De repente se les cruza un amor del pasado, un fogonazo de un momento donde la vida no era así. Supongo que eso nos suele pasar a todos. El cuento de James Joyce, 'Los muertos', es eso, y siempre vuelvo a él con mis libros.
-¿El tedio es el mayor enemigo del matrimonio, pero también una excusa para algo que no funciona?
-El conflicto con el tedio lo tenemos todos desde pequeños. Qué haces cuando te aburres. Y qué haces cuando te aburres con los demás. En el amor, como en todo, cuando se está mucho tiempo, uno termina aburriéndose, que también es algo bueno. No hay amistad más sólida que aquella en que dos personas comparten su aburrimiento, su silencio y comer pipas en el parque. Lo mismo con la persona con la que te comprometes en la vida. Tienes que aprender a aburrirte juntos.
-Aburrirse a día de hoy es casi pecado
-Aburrirse a día de hoy es un pecado porque vivimos en una sociedad muy idiótica que te pide todo el rato que vivas apasionado, que busques la felicidad... Todo este discurso de vivir la experiencia, que es lo que te vende la gente. Algo muy banal y muy idiota, que se cuela en mis libros porque mis personajes tienen ese conflicto con la vida.
-Hay que vivir intensamente y, además, salir bien en la foto
-El paroxismo, la sublimación de toda esa estupidez son las redes sociales, donde uno tiene que convencer a los demás de que se lo está pasando fenomenal.
-¿Creer que cada una de las historias de amor, idéntica a otras, es única, es lo que las catapulta en emociones?
-Cuando uno se enamora apasionadamente piensa que su amor es el único amor que ha existido y lo proclama, vive en ese adanismo, en el sentido de pensar que es el primer hombre que siente y se enamora. Los amores pasionales generan esa especie de narcisismo. Es el problema del amor romántico que hoy en día está siendo cuestionado. La literatura nos ha enseñado que amar era eso; Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, Bonnie y Clyde... Ese tipo de amores que van más allá de la muerte.
-¿Está a favor o en contra de ese amor romántico?
-No sabría decirte. Uno tiene que vivir en su vida su época de amor romántico. Ahora estoy escribiendo un libro sobre la amistad, que es lo contrario del amor romántico y que me interesa mucho más.
-¿Con qué enfoque?
-Lo escribo con el neurocientífico Mariano Sigman. Hay un libro de C.S. Lewis que se llama 'Los cuatro amores' y habla de que el amor de la amistad es el que interesaba a los antiguos griegos. Un amor que te hace libre, que no es posesivo. Un amor del que el tiempo corre a su favor; cuantos más años tienes un amigo, más se sustenta esa amistad. Sin embargo, en el amor romántico, el tiempo corre en contra, porque se deshace, se desgasta. El amor de la amistad es generoso, dejas a tu amigo que tenga otros amigos. Pero no se escribe mucho sobre la amistad porque es aburrida para un libro.
-El lector es mucho más indulgentes con los fallos en ese tipo de historias de amistad que en las de amor
-Claro, porque los amigos te permiten llegar lejos, descubrir sitios y hacer las cosas que no haces. Mira los 'Goonies' o 'Thelma y Louise'. Son historias de amistad que te da mucho poder, te arropa y te da coraje. Lewis decía que los amantes se miran solo a sí mismos, mientras que los amigos miran en la misma dirección.
-Como guionista se ha embarcado en contar la historia de personas que han contado muchas historias ('En Primicia'). ¿Por qué era importante recuperar su relato?
-Ahora vamos a hacer la segunda temporada. Ellos han sido nuestros ojos y oídos en los grandes momentos de la historia española y del mundo. Han interpretado la realidad por nosotros. Es muy interesante saber quienes son ellos, porque muchas veces nos acordamos de las noticias, pero hay que pensar quien estuvo ahí para contarlo e interpretarlo. Guardan la memoria de la historia. Gente como Miguel Ángel Aguilar, Rosa María Calaf, o Federico Jiménez Losantos, muy polémico, pero con una historia muy interesante.
-¿Ha aprendido algo en ese proceso de escucha?
-Muchísimo. He estado en las casas de la gente. He aprendido de dónde salen. O que los grandes periodistas nunca se quieren jubilar, porque es un trabajo casi adictivo. Es una profesión que hay que reivindicar.
-Cuando entra en casa ajena, ¿qué es lo primero que mira?
-Qué libros tienen. O si no tienen, que eso me resulta sospechosísimo. Si tienen vinos, ceniceros, quién sale en las fotos... Soy súper fisgón, me sale el detective que llevo dentro.
-También fue un poco fisgón al meterse en las cartas de Faulkner que dan pie a 'Días perfectos'. ¿Esperaba encontrar tanto amor archivado en Texas?
-Para nada. Me voló la cabeza. El libro nace de ese descubrimiento.
-¿Se sintió un poco voyeur?
-Un auténtico delincuente, tenía miedo de que llegará la policía. Si te metes en el correo de una persona viva, es un delito, pero si la persona está muerta, en vez de un criminal eres un filólogo o un investigador.
-Como Faulkner, ¿ha dedicado dibujos a alguna parte de su anatomía?
-(Ríe) Me he dibujado a mí mismo, pero no de manera erótica como lo hacía Faulkner.
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