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Los seres humanos nos pasamos la vida intentando dar sentido a la realidad. Es una pulsión que nos lleva a las personas a llenar de significados todo lo que vemos. Interpretamos la realidad para comprender, para poner orden al caos, para sentirnos seguros, para tener ... un mapa que nos permita andar por la existencia, para escapar del vértigo que genera lo que es incomprensible. Interpretamos, nombramos, ponemos a lo que contemplamos un significado. Lo hacemos sin descanso. Solo en momentos muy fugaces de revelación, en repentinos fogonazos de lucidez, uno puede asomarse a la realidad (caer en ella) sin poner etiquetas, sin juzgar lo que ve. Aparece en esos instantes, con toda su radicalidad, el mundo como algo abierto, extraño, que nos maravilla y a la vez nos inquieta. Pero ocurre que eso pasa muy pocas veces. Lo normal es que todos andemos de aquí para allá, en nuestro día a día, interpretando lo que nos rodea.
El problema es que, al final, siempre hay significados que terminan siendo dominantes, que se imponen y que se confunden con la propia realidad. Estas interpretaciones tiránicas, absolutas y opresivas de lo real llegan a estar tan asentadas a nivel social que resulta difícil cuestionarlas para plantear que lo real pueda ser visto o interpretado de una forma distinta. Esos significados e interpretaciones dominantes empobrecen la visión, todo lo empequeñecen al afirmar: «El mundo es así».
El arte (que parece no tener ninguna función útil y que, como defiende Nuccio Ordine, vale por ello para todo lo que es esencial en la vida) tiende a cuestionar esas interpretaciones que se nos imponen del mundo y de las cosas. ¿Todo el arte? Diría que en general sí, porque la creación tiene en su gen primero ese impulso de mirar el mundo de una forma distinta, de explorarlo, de crear nuevos significados y sentidos. Pero es verdad también que en algunos artistas ese rasgo de cuestionar las interpretaciones de la realidad está más acusado. Y diría que es esa la característica principal de los creadores que están representados en la exposición 'Cultura=Capital', que se inaugura este sábado en la Torre de Don Borja y que está conformada por obras de la Colección Oliva Arauna. Desde Alfredo Jaar a Helena Almeida, pasando por Botto & Bruno, Alicia Framis, Jota Castro, Juan Carlos Robles, Paul McCarthy, Santiago Sierra, Robert Filliou, Per Braclay o Juan Luis Moraza, entre otros. Los casi cuarenta artistas representados en la muestra, cada uno a su manera, insisten en cuestionar no tanto lo que vemos sino las interpretaciones que hacemos de las cosas que vemos. Es decir, tienen una mirada crítica, de cuestionamiento permanente de los significados establecidos.
El título de la exposición (que se toma de una obra de Alfredo Jaar), ya nos pone en la pista, es un anticipo que tiene algo de juego, de acertijo. El significado está abierto porque el arte representa la apertura, la expansión más allá de los límites del pensamiento convencional. Ante ese rótulo de neón de Alfredo Jaar podemos preguntarnos «¿cultura es igual a dinero?» o «¿cultura es igual a lo que es fundamental?» Si le preguntásemos a Jaar diría lo segundo, afirmaría que la cultura es el principal capital de una sociedad. Los que estamos de acuerdo con él pensamos que es así porque la cultura, precisamente, es un espacio de resistencia y de cuestionamiento permanente. La palabra resistencia está cargada de connotaciones bélicas. Pero es que las batallas que libra el arte son durísimas porque es muy difícil romper las ideas que se solidifican y que nos dicen: «así son las cosas».
Las personas que se acerquen a la Torre de Don Borja se encontrarán con obras que intentan desarmar esas interpretaciones hegemónicas, que abren grietas por las que caemos en nuevos significados, que nos muestra la falsedad de los espejismos, que nos invitan a pensar y a mirar desde lugares distintos. Señalan, en definitiva, la posibilidad de los nuevos caminos, indican que hay otras sendas distintas por las que caminar. Gracias a miradas así, lentamente, la vida fluye y se transforma y las sociedades avanzan, no sabemos si hacia un lugar necesariamente mejor. Aunque hay muchas posibilidades de que sí.
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