![«Los artistas no podemos pasar por la vida con los ojos mirando al suelo»](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/03/18/orallo-k8DG--1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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A Roberto Orallo (Santander, 1947) le ha costado muchísimo seleccionar las treinta obras que viajarán durante todo el año por distintos puntos de Cantabria y a Madrid como homenaje de Vicepresidencia de Cantabria a su trayectoria. El viernes comenzó en Santillana del Mar (Casas del ... Águila y la Parra) el llamado 'Año Orallo' con una muestra retrospectiva con sus creaciones más emblemáticas y otros objetos personales que dan cuenta de su trayectoria. Al artista le resultó tan complicado apartar esas pinturas que finalmente su mujer y su gran compañera de vida, Veli Cordero, y el comisario de la exposición, Jesús Mazón, fueron los encargados de hacerlo. También resulta difícil seleccionar alguna de sus vivencias, de sus inquietudes o de sus observaciones para un artículo periodístico. Una vida dividida entre el arte, su gran pasión que le mantiene en activo, y la docencia como catedrático de dibujo durante treinta años en el IES Santa Clara y otros cuatro como promotor y director de la Escuela que lleva su nombre en Puente San Miguel. Dos facetas de una misma persona, un hombre «observador» y «exigente» que, según él mismo reconoce, «a veces conviven muy mal entre ellas».
Porque está el Orallo artista, uno de los nombres más relevantes de una generación de pintores que despuntó con fuerza en la década de los 70 y que ha recorrido el surrealismo, el cubismo y el expresionismo fundiendo un estilo totalmente reconocible y valorado, y el profesor admirado por una nueva generación de artistas a los que formó en sus inicios. ¿En qué se diferencian? «El Orallo docente -expone- es muy crítico consigo mismo y ha dado todo lo que sabe a sus alumnos, el creador es mucho más egocéntrico».
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Si empezamos con el Orallo artista hay varios hitos que le han llevado a la posición que hoy ocupa. «Posiblemente mi padre, que era un gran aficionado al arte y de pequeño me llevaba a ver muchas exposiciones influyó de manera determinante. Con diez años conocí las obras de Tàpies y eso cómo no me va a influir, porque los artistas tenemos un poso en la cabeza que hace que lo que vemos acabe saliendo al exterior», asegura.
Así que, aunque inició estudios de Ingeniería de Caminos, logró convencer, aunque no fue fácil, a su progenitor para iniciar estudios de Bellas Artes en Valencia. De aquellos años tiene muchas vivencias, «fue la época de la bohemia, en los últimos años del franquismo». En esos tiempos vivió un acontecimiento que, sin saberlo, marcó su trayectoria. «Cuando venía a Santander de vacaciones para regresar a Valencia tenía que desplazarme a Madrid y de allí coger otro transporte. Eso me permitía tener varias horas libres que aprovechaba para conocer el Museo del Prado. Lo hacía los domingos por la mañana como el que va a misa. Era el mayor goce de mi vida. Uno de aquellos días descubrí 'El jardín de las delicias' del Bosco. Me impresionó tanto que no pude olvidarla». Con los años dedicaría a aquella pintura una gran obra que hoy, después de un periplo que prefiere olvidar, cuelga en el IES Santa Clara.
Si algo caracteriza su pintura es el humanismo que se refleja en ella y que se ha convertido en una de sus señas de identidad. «Supongo que será por mi condición de observador. Todos los artistas lo somos y no pasamos por la vida con los ojos mirando al suelo. Así que siempre estoy observando y me he dado cuenta de que todos los seres humanos somos iguales. Nos pasan las mismas cosas y de todas esas aventuras de la vida me alimento. Todo lo que pasa por la vista o por el oído es fundamental para la formación de un artista. Eso y el contacto con la gente». Así que no le interesan los paisajes: «únicamente como fondo, como parte constituyente del ser humano», explica.
Ese interés por sus semejantes tiene también mucho que ver con su compromiso social y una forma de vida que, como nunca ha ocultado, es próxima a la ideología de izquierdas. «Me gusta la política y a lo mejor, si hubiera tenido más tiempo me hubiera dedicado a ella. Estoy seguro de que mi visión humanista es tan real porque soy de izquierdas y, por lo tanto, crítico con el capital», señala.
El Orallo pintor se acostumbró a trabajar en sus obras por las tardes y siempre sigue el mismo método. «Maduro mucho lo que voy a pintar antes de hacerlo y cuando tengo la idea me pongo a bocetar. Normalmente con rotulador, pero a veces también con aguadas de tinta. Pero jamás me siento ante un lienzo en blanco», explica. Y luego, 'escucha' a sus cuadros. «Porque las obras nos hablan. Nos dicen cuando ya están terminadas y que no sigamos más o si nos hemos pasado con el barniz o con un color. Y yo disfruto mucho con esos diálogos. Estamos solos la obra y yo y por eso soy un artista egoísta porque no pienso en nada más cuando pinto».
El Orallo profesor, en cambio, piensa sobre todo en sus alumnos. Al acabar Bellas Artes aprobó unas oposiciones que le llevaron cinco años a Pamplona y luego treinta más al IES Santa Clara donde se convirtió en formador de varias generaciones. Recuerda los inicios, cuando convenció al por entonces director Mariano Mañero para convertir unos sótanos, «las mazmorras», en aulas. Cuando con otro director, José Antonio Cagigas, lograron que se impartiera en el centro el bachillerato artístico «y entonces entró el color y el calor en el centro» y, por fin, cuando su último director, Silvino Corada, le propuso crear un centro de estudios artísticos en Puente San Miguel.
Hoy ese lugar, en el que permaneció cuatro años hasta que se jubiló lleva su nombre. Y se emociona recordándolo. «Fue otra etapa maravillosa». «He sido un formador muy crítico conmigo mismo pero les he dado todo a mis alumnos. Siempre he pensado que el éxito de un docente es hablar únicamente de lo que conoce. No debe meterse en jardines sino explicar sus vivencias. También me parece que es bueno hacer juicios de valor y una vez explicado el contexto, contar, por ejemplo, por qué Miró me hace volar y Dalí no».
El Orallo artista y el profesor no son el mismo. Pero este es su año.
Roberto Orallo está más que ilusionado con los futuros proyectos artísticos que se han anunciado en Santander. «La llegada del Centro Botín ha sido un revulsivo y todo lo que está por venir –Espacio Pereda, nueva sede del Mupac, desembarco del Reina Sofía...– es muy ilusionante», asegura. Pero encuentra un agujero negro en ese futuro que no deja de preocuparle. «Hubo un tiempo en el que en Santander había hasta 13 galerías de arte y hablo solo de las que había en la ciudad. Y ese número se ha visto muy mermado. Y claro que creo que a nivel museístico hay un futuro más que prometedor y que a mí, que ya tengo una trayectoria, no me van a faltar lugares donde exponer, pero ¿dónde van a hacerlo los jóvenes artistas? ¿Dónde van a poder mostrar sus primeras obras?» se pregunta. Y para explicarse mejor pone un ejemplo. «Espacio Alexandra, debería haber trece o catorce Espacios Alexandra para los jóvenes».
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Ana del Castillo
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