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La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y para la Transformación Digital, Nadia Calviño, ha asegurado que España se encuentra entre los países europeos «con más datos abiertos» y ha instado a situar al país «entre los líderes de la ... economía del dato».
Calviño, que ha inaugurado mediante un vídeo grabado el curso 'Retos de la estadística en una sociedad altamente datificada' de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander, ha subrayado que la economía del dato «tiene cada vez un peso más relevante» en los sistemas europeos y ha apuntado que España «es el segundo país en términos de madurez de datos abiertos».
«Disponemos de buenos datos públicos abiertos que están usando analistas, universidades, empresas y administraciones», ha señalado la vicepresidenta, que ha destacado la importancia pujante del uso del Big Data para perfeccionar la toma de decisiones y aumentar la productividad de las empresas.
En este sentido, ha apuntado que en 2025 la economía de datos supondrá un 4 por ciento el PIB y generará valores superiores a los 50.000 millones de euros y 750.000 trabajadores. Calviño ha recordado en este punto que uno de los objetivos del Plan de Recuperación es el impulso a la digitalización en España.
En este mismo foro, el presidente Instituto Nacional de Estadística (INE), Juan Manuel Rodríguez Póo, ha afirmado que la pandemia de coronavirus ha «acelerado mucho» la necesidad de nuevas fuentes de datos, y en este sentido, ha defendido el uso del Big Data para lograr mayor eficiencia y hacer estadísticas más relevantes e inmediatas.
En una rueda de prensa con motivo de su participación en la UIMP, Rodríguez Póo ha señalado que el Big Data ofrece muchas oportunidades para las estadísticas oficiales, sobre todo porque acortan el tiempo de conocimiento de la información y por la «granularidad», es decir, porque aportan información más «próxima al territorio», incluso a nivel de municipios o distritos, frente al conocimiento autonómico o provincial de las estadísticas tradicionales.
Además, ha explicado que la pandemia ha acelerado la necesidad de nuevas fuentes de datos porque era preciso tener «más información, más inmediata y más granular», con lo que el INE ha recurrido a ellas.
«Buscamos rigor y calidad en nuestras estadísticas y el Big Data puede ser una vía de obtenerlo», ha subrayado, defendiendo que los ciudadanos «tienen derecho a tener una información cada vez de más calidad, más inmediata y detallada sobre la realidad tan compleja que nos rodea».
Estas nuevas fuentes de datos son privadas, fundamentalmente provenientes de la telefonía móvil, como gastos de hogares con tarjetas de créditos, o sensores del Internet de las Cosas, y pueden ser aprovechables «siempre respetando la privacidad» y el anonimato, ha remarcado, puesto que el INE solo tiene acceso a datos agregados y por lo tanto, anónimos.
Estos datos se utilizan sobre todo para cuestiones relacionadas con la movilidad, como el ámbito turístico o de transporte, donde facilitan información «muy relevante» porque es muy detallada a nivel del número de usuarios, frente a las limitaciones de las encuestas. «La utilización de las nuevas fuentes de telefonía móvil nos permite ser más eficientes a la hora de producir esas estadísticas y disminuir su coste económico en su producción; es muy ventajoso», ha defendido.
Cuestionado sobre si estas nuevas fuentes pueden comprometer la fiabilidad de la información, Rodríguez Póo ha dicho que «en ningún caso» las vería como «un enemigo de la producción estadística oficial» puesto que son «aspectos diferentes», y algunos de esos datos pueden servir al INE para producir sus estadísticas, «respetando y guardando nuestros estándares de calidad».
«El ciudadano tiene que tener claro que un producto estadístico del INE es un producto garantizado y con calidad suficiente, y que puede creer en la información que estamos difundiendo», ha remarcado.
«Hoy, el mundo del dato es mucho más complejo; hemos tenido una verdadera revolución en la que hay diferentes ecosistemas que tenemos que coexistir, pero yo podría siempre en valor el interés público, la fiabilidad y la calidad de los datos del INE y de cualquier otro instituto estadístico de la Unión Europea», ha dicho.
Por otra parte, Rodríguez Póo ha manifestado que la pandemia ha supuesto «un verdadero reto» para el INE porque tiene que cumplir un calendario muy estricto de publicaciones, también con Europa, y tuvo que hacer «una transición muy rápida» de encuestas presenciales a telefónicas. A lo que se suma que, con la declaración del estado de alarma, el personal se tuvo que adaptar al teletrabajo «desde un primer momento» y a nuevas formas de recogida de datos que respetasen los condicionantes sanitarios.
Pasado un año, «los resultados han sido bastante satisfactorios: el INE ha cumplido con todos sus compromisos estadísticos y no hemos dejado de publicar una sola operación estadística comprometida», ha destacado su presidente, así como que incluso se han logrado producir nuevas estadísticas experimentales basadas en nuevas fuentes de datos como la de movilidad, defunciones semanales o nacimientos. «Hemos desarrollado un conjunto de actividades muy importantes durante esta pandemia», ha remarcado.
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