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Un total de 34 personas forman el elenco de artistas de 'Corteo'.

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Un total de 34 personas forman el elenco de artistas de 'Corteo'. Celedonio Martínez

Al cielo se sube en bicicleta

'Corteo', el espectáculo del Circo del Sol que abrió anoche su estancia hasta el domingo en Santander, eleva la técnica de la compañía canadiense a la categoría de poesía

Rosa Ruiz

Santander

Jueves, 13 de febrero 2020, 11:44

La vida siempre es más bella en compañía de buenos amigos. Por eso es difícil no salir con una sonrisa después de ver 'Corteo', el espectáculo que el Circo del Sol ofrece desde anoche y hasta el domingo en el Palacio de Deportes. Porque es un canto a la amistad, a la vida y, sobre todo, un homenaje al circo clásico, un género que la compañía canadiense reinventó para crear escuela.

'Corteo' ofrece dos horas de buen circo, ciento veinte minutos de magia, comedia y virtuosismo, tal y como se pudo ver ayer en la primera de las ocho funciones que se mostrarán en Santander. Es el montaje más poético del Circo del Sol que tras diez años de representaciones en carpa se presenta desde 2018 en la pista de grandes pabellones de todo el mundo. También es el más querido por la troupe que Baie Saint Paul creó en 1984. Casi tres décadas después parece difícil la sorpresa y se sobreentiende la calidad de los números que llevan el sello de la casa, pero es esa manera de envolverlos con una mimada escenografía la que hace que este espectáculo resulte inolvidable.

'Corteo', que significa 'cortejo' en italiano, es una procesión alegre, un desfile carnavalesco en torno al velatorio del payaso Mauro. Él mismo se imagina cómo será su funeral al tiempo que rememora algunos de los mejores momentos de su vida en una sucesión de escenas que por momentos llevarán al público a la cinematografía de Fellini. Y es que esa velatorio no es otra cosa que una fiesta a la que no falta ninguno de sus amigos, unos personajes complejos, en ocasiones esperpénticos y dotados con una gran humanidad que cautivan al público con sus propias historias y su lealtad al finado.

La historia del payaso Mauro, que sueña como será su funeral, convierte el Palacio de Deportes en un carnaval de emociones

El escenario y la decoración también ayudan a que todo lo que pasa en la pista sumerja al público en un mundo lírico, una área extraña entre el cielo y la tierra en la que los personajes del circo se mezclan con los ángeles yuxtaponiendo lo grande con lo pequeño, lo ridículo con lo trágico y la magia de la perfección con el encanto de la imperfección.

'Corteo' destaca la grandeza de ese payaso con unos números, veinte en total, que permiten al público conocer detalles de su infancia, de sus amores o de su trabajo en el circo por medio de unas escenas deliciosas, como la de la liliputiense contorsionista Valentina que flota sobre las gradas del Palacio de Deportes –uno de los momentos cumbres de la función– o un teatrillo a escala natural en el que se ofrece una salvaje y alocada versión de 'Romeo y Julieta'.

Vídeo. Los artistan comparten entrenamientos con El Diario dos horas antes del estreno de la primera función. Celedonio Martínez, Pablo Bermúdez y Ana del Castillo

El mejor amigo del protagonista, el payaso gigante, también provoca uno de los momentos más divertidos con el número del golf y sus torpes intentos para dar su mejor golpe.

Y además están los malabaristas; un acróbata que sorprende con su equilibrio y finura trepando por varias escaleras para tratar de alcanzar un ángel o los números de las correas en pareja, como prueba de que la técnica sigue siendo seña de identidad del Circo del Sol.

La artista marioneta, que llevará al protagonista hasta la playa en la que jugaba de pequeño, los acróbatas que vuelan por encima de las camas elásticas junto otros números más clásicos, como el de los trapecistas, están al servicio de este carnaval de emociones en el que la música en directo con una pegadiza partitura acaba de redondear la historia. Mauro sueña con su funeral y en cómo conseguir sus alas para llegar al cielo y no puede evitar una última gamberrada, entrar en el Paraíso montado en una bicicleta.

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