![«Altamira demuestra que el arte empezó en la Edad de Hielo y no en Grecia»](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201811/23/media/cortadas/lopez-linares-kZgH-U60166383470868F-624x385@Diario%20Montanes.jpg)
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«Altamira supone el cimiento de los grandes sistemas para explicar el arte de las cavernas». El documental dirigido por José Luis López-Linares y producido por Morena Films, 'Altamira. El origen del arte', invita a una reflexión sobre cómo eran los moradores de la tierra hace 35.000 años, sus miedos, su manera de transmitir sus rituales, su forma de vida... El largometraje, estrenado el jueves en el cine Los Ángeles de Santander antes de que se haga en el resto de España, realiza saltos en el tiempo, pasando del Paleolítico, a los años finales del XIX, a la actualidad, introduciéndose en la forma de vida nómada de los siberianos, como un paralelismo en su forma de vida, con similitudes con los hombres del Magdaleniense (última cultura del Paleolítico Superior en Europa occidental). Todo ello con la voz en off de la actriz Emma Suárez.
El hilo conductor no será otro que quien tanto luchó porque se reconociera el tesoro anclado en las cuevas de aquel prado de Santillana del Mar, llamado Altamira: Marcelino Sanz de Sautuola y su hija, María, a quién Suárez da voz.
El documental muestra la confrontación entre la emoción por el descubrimiento y la frustración de Sanz de Sautuola porque la sociedad científica internacional, encabezada por la francesa, le mostrara su más enérgico rechazo. Incluso le llegaron a tachar de farsante. Sin embargo, nunca flaqueó en su empeño, transmitiendo a su hija valores tan sólidos como que «dejara que la naturaleza llevara la batuta, y si tenía que dominarla, no usase demasiado el látigo».
Con el fallecido José Antonio Lasheras, director del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, como guía de lujo, el espectador se adentra en las cuevas de Altamira y va descubriendo los misterios de sus pinturas y sus moradores.
A la vez que se recorren sus angostos pasillos, expertos europeos van desgranando la evolución de las teorías sobre el Paleolítico desde que Sanz de Sautuola descubriera la cueva, gracias al aviso de Modesto Cubillas, un día de noviembre de 1879.
Todos coinciden en que los dibujos no son hechos al azar, «cada rasgo está realizado con toda la limpieza posible, sin titubear», lo que demuestra que «no carecían de instinto artístico». De esta manera, «el arte no empieza con los griegos, como nos dijeron, sino con la Edad de Hielo». Sanz de Sautuola tenía claro que aquello era arte, pero «se tardó mucho en que el resto lo llamara así».
El documental también reflexiona sobre lo poco que nos diferenciamos de los magdalenienses. Para demostrarlo, uno de los ejemplos que expone es la aguja, «lo que diferencia las de ahora de las que se han encontrado, es el material. Ellos lo hacían con hueso de ave. Llevamos 20.000 años haciendo vestidos con una aguja».
Sobre el arte rupestre, en el largometraje no se deja duda de lo que implica Altamira, «si hubiera que reducirlo a dos lugares de referencia, serían Altamira y La Pasiega (Puente Viesgo)». Aunque más tarde se descubrieron en Francia otras dos cuevas (Chauvet y Lascaux), más antiguas que la de Santillana del Mar, esta última se sigue considerando como la «Capilla Sixtina del arte rupestre».
Émile Cartailhac fue uno de los mayores opositores a dar veracidad al descubrimiento de Sanz de Sautuola, pero el hallazgo de restos artísticos del Paleolítico en Francia le obligaron a retractarse. Aunque el descubridor de Altamira murió sin que se le reconociera su gran aportación, catorce años después de su fallecimiento, Cartailhac acudió en persona a presentar sus disculpas a su hija María, tras haber publicado el artículo 'La Cueva de Altamira, España. Mea culpa de un escéptico', en 1902.
Durante el coloquio posterior a la proyección del documental, la directora del Museo Altamira, Pilar Fatas, y López-Linares explicaron lo complejo que fue obtener los permisos que permitieran meter las cámaras y rodar las secuencias, dada la fuerte restricción de acceso a las cuevas.
«Fue un trabajo minucioso. Se contó con la Comisión y el Patronato de Altamira, a quienes se les pasó la documentación en la que se explicaba cómo sería el rodaje en todo momento», apuntó Fatas.
Entre risas, el director del largometraje indicó lo «complejo» que resulto el rodaje, «cada equipo estaba formado por tres personas, pero no podían estar dentro de la cueva más de diez minutos al día. ¡Fue muy complicado!» Así que ideó formar a estos grupos de tres. Durante esos reducidos minutos «montaban todo el material que después era manejado desde fuera por control remoto. Tardamos dos semanas y media en rodar las imágenes de la cueva».
El cofundador de la productora, Álvaro Longoria, afirmó que «una vez que empiezas, no puedes parar. Es fascinante. No puedes dejar de querer saber más». El largometraje se podrá ver durante dos semanas en el cine Los Ángeles (calle Ruamayor, 6), así con en otras 33 salas de toda España entre el lunes, 26 de noviembre, y el día 13 de diciembre.
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