Bizarra, alocada, salvaje
'Fast Furious: Hobbs and Shaw' | Dirección: David Leitch; Género: acción; Salas: Cinesa y Peñacastillo
Guillermo Balbona
Santander
Martes, 6 de agosto 2019, 11:58
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Guillermo Balbona
Santander
Martes, 6 de agosto 2019, 11:58
Sustancialmente insustancial, se suma al carro de los superhéroes pese a su origen sucio, de carretera y manta. Asistimos a una jocosa transfusión de franquicias y jueguecitos donde la máxima es salvar al mundo con el efecto especial del mamporro, la sangre de la fuerza ... bruta y la insistencia en la premisa circense del más difícil todavía. Esta bizarra, alocada, salvaje y cachonda novena entrega al peso, 135 minutos de Londres a Samoa, entre otras estaciones, es una mezcla de pelea de gallos, rapera también, y circo del sol, que aprieta pero no ahoga. Desde el desenfreno más febril y festivo a los diálogos de besugo con diccionario macarra, 'Hobbs & Shaw' se convierte en una especie de 'Starsky y Hutch' delirante y mastodóntico, un duelo de colegas entre golpes interminables, mortuorio itinerante y catálogo de obituarios. Una especie de Mortadelo y Filemón reinventados a través de la hiperviolencia con el humor como bandera.
Cuando a los pocos minutos de la película se escucha a Dwayne Johnson citar a Nietzsche es como si ahora nos enteráramos de que Gracita Morales fue musa de Bergman. El descaro, la frivolidad hecha norma y la nómina de pequeñas sorpresas que salpican a los protagonistas, como la aparición fugaz de la gran Helen Mirren, aportan algo de pil pil al bacalao de puñetazo y disparo. Ni que decir tiene que la marca de la casa se mantiene: vehículos de lujo y cachivaches improvisados, la velocidad como gasolina y la acción como hoja de ruta.
Hay jubilosos momentos donde Jason Statham y la Roca disfrutan con su particular juego de tronos, desde el set piece del rascacielos, hasta culminar en una secuencia de coches y un helicóptero, a modo de particular trenecito en un pasaje que parece homenajear al Miller de 'Mad Max'. El director de la orquesta, David Leitch, al servicio de la causa de la pareja de actores, solo tiene que desplegar su arsenal de turismo mortal e inmortal, en un batiburrillo a lo 'Misión imposible', y desandar todo lo que reveló en una entrega de 'John Wick' y en 'Atómica'. Y aquí es donde aflora la chica de oro del filme, Vannesa Kirby, la actriz de 'The Crown' que ilumina el territorio agreste y pedreste de los cráneos pelados de nuestros protagonistas.
El filme no se detiene nunca, aunque los excesos son el tatuaje inherente a la franquicia y sobren tantos minutos como apelaciones a una filosofía paternalista y discursos sobre la tecnología y el factor humano. En definitiva un blockbuster, en clave armatoste, muy medido, en una hipérbole de persecución y a ver quién tiene la franquicia más larga, hasta llenar el depósito de estruendo y de cadáveres. Y a ver quién echa de menos al Diesel, a Vin claro.
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