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Pablo Llorca (Madrid, 1963) lleva casi treinta años haciendo películas, un mundo al que llegó por vocación. Reconoce que sigue siendo el mismo que rodó 'Venecias' (1989), su debut cinematográfico, y aunque «la vida pasa y nos cambia», su cine no ha perdido ese ... carácter artesanal. Él escribe, prepara hasta el más mínimo detalle de sus proyectos, financia y distribuye las películas. Hoy presenta en la Filmoteca de Cantabria su último proyecto 'Ternura y la tercera persona' -protagonizada por Mario Gas, Miranda Gas, Celia Bermejo y Juli Mira, entre otros- y el cortometraje 'Las olas' (2004). Será a las 17.00 horas.
-'Ternura y la tercera persona', ¿qué historia esconde este título?
-Es la relación entre los miembros de una familia de un barrio del sur de Madrid. Son padre, madre y dos hijas. Todo está contado en clave de comedia
-¿Es autobiográfica?
-No. Ni ha sido nunca mi ambiente ni es gente con la que yo tuviera una relación personal. Estoy haciendo una serie de películas sobre madres con personalidad y la influencia que tienen sobre sus hijos. Esta es la primera y trata de una madre que se sacrifica y trabaja hasta quemarse para dar una educación universitaria a sus hijas. Mientras, el marido, que no es el padre de las hijas, es todo lo contrario. Es una persona vividora, cariñoso y simpático que nunca se ha sacrificado por nadie. Él está como una flor, mientras su mujer está muy marchitada.
-¿Cómo surgió este proyecto?
-Surgió hace años cuando leí un libro de una escritora italiana que tenía como punto de partida una situación similar. Su madre, que había sido refugiada después de la Segunda Guerra Mundial, para salir de la miseria y sacar a su hija adelante, tuvo que trabajar mucho. En mi caso cuento cómo de buenas intenciones hay resultados diferentes. En esta película el resultado es bueno, porque una hija va a la Universidad y consigue un buen trabajo. En la que estoy terminando ahora, 'El viaje a Kioto', es un hijo muy protegido por su madre que con cincuenta años no sabe hacer una o con un canuto.
-¿Y por qué este título?
-El título es sugerente. Tiene relación solo con una parte de la película. Son tres protagonistas principales, padre, madre e hija, y la ternura es uno de los elementos que marca la relación.
-¿Ha sido fácil o difícil sacar adelante este proyecto?
-Ha sido relativamente fácil pero con mucho trabajo. Es un proyecto autogestionado que no depende de financiación ajena. Como no esperamos financiación ya no la pedimos. Mis proyectos son todos parecidos: hay una idea que está clara y es fácil de hacer. No son películas de presupuestos difíciles porque no hay efectos especiales. Son historias sencillas en ambientes sencillos. La parte difícil es que son películas con mucho trabajo detrás y mucha preparación para que todo salga fluido. Son películas artesanales.
-¿Cómo llegó al mundo del cine?
-Fue por pura vocación. Como espectador desde pequeño devoraba películas y en el colegio ya escribía guiones, pero cuando terminé COU no había Escuela de Cine en Madrid y me decanté por la Historia del Arte. Cuando acabé la facultad necesitaba dinero para vivir y rodar las películas empecé a trabajar en temas de historia del arte. De todas formas, no me gusta la estructura habitual del cine en España y es que cuando uno tiene un proyecto tiene que esperar cinco años a la financiación y es muy insano. Cuando haces el proyecto ya no tienes nada que ver con la persona que lo ha planteado.
-¿Qué queda del Pablo Llorca que debutó con 'Venecias'?
-Soy el mismo pero a la vez soy muy diferente, hay casi treinta años de diferencia. Era una película más artística, donde la narración no era lo prioritario y utilizaba un lenguaje más formalista. La vida pasa y nos cambia y el cine es reflejo de ello. Lo que sí es cierto es que es cine artesanal está en los dos momentos.
-¿En qué momento está el cine en España?
-Está en una situación un poco rara. La polaridad social se ha introducido en el cine con películas muy caras y costosas y con mucha promoción y otras muy baratas sacadas con mucho esfuerzo. Había una zona de clase media que, desgraciadamente ha desaparecido en gran medida. Son productos menos espectaculares y más de personajes y de historias.
-¿Qué le ha enseñado el cine?
-Más que enseñarme, el cine me sirve para divertirme.
-Y si pudiera conceder un deseo al cine, ¿cuál sería?
-Si hablamos de cine, de contar historias con actores, se puede hacer fácilmente. Es cuestión de aptitud y mentalidad. Está bien hacer cine espectáculo, pero no hacen falta grandes infraestructuras ni muchísimo dinero para llevar a cabo una película.
-¿Qué opina de las filmotecas?
-Son fundamentales para el cine. Por un lado, es el lugar de preservación de una parte fundamental de la cultura del siglo XX y XXI, que es la cultura audiovisual. Y también es importante la tarea que realizan de presentar los proyectos que no llegan a las salas comerciales.
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