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Película Mala influencia
Año 2025
Duración 106 min
País España
Dirección y guion Chloé Wallace
Música Pedro Merchán Correas
Fotografía Beatriz Sastre
Reparto Alberto Olmo, Eléa Rochera, Mirela Balic, Enrique Arce
Género Thriller/romance
Salas Cinesa, Ocine y Yelmo
Entre miraditas y supuesta tensión sexual, el juego adolescente solo responde al algoritmo que lleva dentro. 'Mala influencia', pese a que Chloé Wallace simula a veces cierta ironía en la forma y en el fondo, es una película sin gancho, descafeinada, afectada incluso en su ... vocación de manual de romance teen. Ni logra huir de lo estereotipado ni tampoco apunta a una cierta personalidad visual que le otorgue algo de identidad. En este sentido, lo mismo parece un esqueje de '3 metros sobre el cielo' y las novelas de Federico Moccia, que participa de muchos de aquellos otros títulos que encumbraron al Mario Casas más físico. Si la pretensión es forjar una historia seria en torno al amor adolescente, todo queda diluido en una superficie inconsistente que parece buscar un ecosistema de esa cultura generacional urbana, de redes sociales y mensajes simplificados. Se ha hablado mucho de la raíz del filme en Wattpad, plataforma de lectura social. Pero la sensación es que 'Mala influencia' está más cerca de una historia donde el deseo no encuentra expresión, los cuerpos y el sexo carecen de cualquier sombra de intensidad y este 'romeo y julieta', de pija y macarra de luxe, se asemeja a la fórmula de una bebida energética. La ficción, además, pese a la buena factura y maneras que demuestra su directora, es mera postura e impostura. La joven rica, el chico malo, el topicazo de los opuestos que se atraen y se repelen, la protección y el cobijo sobreentendido (no es tóxico pero no menos machista), el guardaespaldas y la chica. Una ópera prima basada en el libro homónimo surgido de la citada plataforma, que la cineasta debutante no acaba de agitar. No solo no impulsa la historia de la pareja, sino que descuida el conflicto intrigante que sirve de resorte al encuentro; tampoco aportan nada los giros y la envoltura se mueve en un reflejo a medio camino entre la ingenuidad y un esteticismo fallido. No hay emoción con lo que es difícil que situaciones y diálogos puedan desprenderse de esa sensación de pertenencia a un catálogo de diseño, prefabricado, envasado y muy planificado por la mercadotecnia inspirada por el último estudio sociológico de salón. Su marco estadounidense pero su escenario valenciano no ayudan a dar entereza a una historia que nunca se revela capaz de superar su etiqueta de videoclip insípido y vano.
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