Secciones
Servicios
Destacamos
Es como un incendio extinguido del que aún asoman llamas reveladoras. Como un rastro de cenizas que sin embargo siguen alumbrando. La fractura del amor diseccionada desde las entrañas con el material de lo cotidiano y la transparencia física del gesto, la mirada, la rutina, ... las costumbres y, sobre todo, el espacio propio y el del otro. 'Historia de un matrimonio' es el trazo de una desgarradura que nunca desciende al efectismo ni a la manipulación sentimental. Es un filme a corazón abierto donde la pareja hace de cirujana, enferma, sana y eje transparente de sus síntomas. El resto es cáscara y circunstancia, sistema y convencionalismo.
Noah Baumbach logra trascendencia donde todo parece superficialidad. Su cámara es como esos dedos que se posan sobre un mueble y descubren en el tacto las rugosidades, los relieves, el polvo acumulado y la grieta que se abre al presionar. La suya es una película bergmaniana (Escenas de un matrimonio) sin Bergman. Nunca abusa del chantaje emocional y evita siempre recrearse en esa hondura grave donde colisiona lo ordinario con lo excepcional.
En realidad, toda esta crónica de una relación se postula como un dietario sentimental de ausencias y presencias, de reconocimiento e ignorancia del otro, de aprendizaje y de ecosistemas individuales y compartidos que entran en erupción. El cineasta de 'Frances Ha' se adentra en las ataduras y en las fisuras de un acto de amor. Y su lucidez, sin estridencias, en un juego de teatralidad (la pareja la integran un director y una actriz) y realismo se traduce en una ceremonia de cesiones y deudas, de abrazos y lágrimas a escondidas, de recuerdos y frustraciones.
Un filme flanqueado por dos escritos-cartas que abren y cierran este ejercicio de disolución sin renuncia como un fósil que se negara a desprenderse de su origen. Baumbach rueda como si compusiera los 'Cuadros de una exposición' de Mussorgsky pero, en lugar de sonidos, estampa imágenes para pintar el vínculo en proceso de fuga (la pareja y su hijo, entre ambos, cerrando el portón de la casa; los espacios de privacidad; las viviendas, las fotografías y los lugares de complicidad; las manías y sus formas y los cuerpos con sus exigencias y maneras de estar en el mundo).
'Historia de un matrimonio' tiene mucho de catálogo de una relación: heridas, culpas, crueldad y delirio, gravedad y ridículo, delitos y faltas (que citó Allen). Todo en un plano-contraplano donde él y ella se exponen y ocultan. Y como en el poema de Benedetti habla de esclusas y excusas, de diques y flujos, de comunicación y hundimientos.
Scarlett Johansson (maravillosamente entregada) y Adam Driver canalizan los detalles, la límpida sutilidad de la carga de profundidad, del rencor y el dolor que también son amor. Se ha hablado del filme como un 'Kramer contra Kramer' del siglo XXI. Pero esa es la mera epidermis, la envoltura. La cinta, inteligente, no es el testimonio de un proceso de divorcio, que también, sino la delicada inmersión en ese latido debilitado que despide al otro mientras uno sube y baja de esa montaña construida con posos, huecos y plenitudes intercambiadas y corregidas. Una obra serena edificada sobre la convulsión y el litigio donde el humor, a veces soterrado, y la amargura tiran de una cuerda tensa e interminable. Una caricia abofeteada que desnuda esas pequeñas cosas, como su hermoso y definitivo gesto final, que retrata tanto nuestra fragilidad como la dureza contenida en la ternura.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.