Confiar es no necesitar ver o saber todo del otro o de los otros o de uno mismo
CUADERNO DE EXCEPCIÓN- DÍA 68 ·
Nos gusten o no las máscaras, lo normal es que nuestro rostro verdadero siempre ande un tanto camuflado cuando lo mostramos en públicoSecciones
Servicios
Destacamos
CUADERNO DE EXCEPCIÓN- DÍA 68 ·
Nos gusten o no las máscaras, lo normal es que nuestro rostro verdadero siempre ande un tanto camuflado cuando lo mostramos en públicoLo normal es que todos llevemos la cara un poco oculta, andemos con mascarilla o sin ella. Es la máscara una idea antigua. La literatura, el cine o el cómic son lugares llenos de enmascarados. Unos son héroes, otros villanos. La máscara, me parece, no ... tiene nada que ver con la bondad o maldad de las personas. Nos gusten o no las máscaras, lo normal es que nuestro rostro verdadero siempre ande un tanto camuflado cuando lo mostramos en público. Por otra parte, la identidad, la verdad de uno, es compleja y cambiante.
No es el fin de la máscara el engaño sino la privacidad, la diplomacia, el saber estar, la posibilidad de no mostrarnos del todo, la de no decir cada cosa que se nos pasa por la cabeza, la de poder elegir lo que decimos y a quién. No decir todo lo que pensamos es el camino para poder acabar diciendo justo lo que pensamos que queremos decir. Hay más verdad en eso que en expresar cualquier idea que se nos pase por la cabeza. Vivir libres en sociedad tiene que ver con esto. La máscara no obedece a una voluntad de estafar sino a la necesidad de encontrar en uno mismo un refugio, una intimidad, un lugar para estar a solas, resguardados del mundo. Quiero la libertad de no tener que decir en todo momento lo que siento o pienso, quiero la libertad de poder callarme una opinión si lo deseo, la libertad de poder fingir en un poema, la de poder crear confusiones acerca de quién soy en esta serie de artículos en los que me oculto y me muestro a la vez. Este cuaderno de excepción está lleno de máscaras, claro que sí.
Confiar es no necesitar ver o saber todo del otro o de los otros o de uno mismo. La confianza verdadera es una fe. El que necesita ver todo para creer no tiene confianza sino certezas basadas en la experiencia de haber visto. La desconfianza es una enfermedad que nos consume por dentro, que le quita brillo a la vida, que la da al vivir ese tono mortecino de la fruta que ha comenzado ya a pudrirse. El que no confía no vive.
Las calles, ahora, están llenas de enmascarados. Ayer escribí que me parecía siniestro eso de que andemos ahora por ahí ocultando nuestras caras. Pero es verdad también que antes no era demasiado distinto porque las máscaras han estado siempre entre nosotros. Pienso, por otra parte, que todo lo que está velado se realza y que la máscara, con sus ocultaciones, nos acaba llevando a una verdad más honda. A veces me miro en el espejo y ni yo mismo me veo. No pasa nada. Verse a uno mismo con claridad es una cosa muy difícil. La máscara es erótica: la puerta de un misterio.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.