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El silencio y la música atraviesan la columna vertebral de la obra de Ramón Andrés (Pamplona, 1955), probablemente una de las islas literarias y de pensamiento más singulares de la creación en español. Del ensayo a la poesía, del aforismo a las sentencias, del verso ... a la reflexión, viene edificando un ecosistema propio para escuchar el mundo, que comparte con sus libros. Del 'Diccionario de instrumentos musicales' al 'Diccionario de música, mitología, magia y religión'. Autor de ensayos como 'Pensar y no caer' y poemarios como ''Los árboles que nos quedan' (Premio de la Crítica), Ramón Andrés ha participado esta semana en El Temporal, espacio para la reflexión y la investigación creativa, que se celebra en Santander hasta el 3 de diciembre. El pensador sostiene que «los clásicos nos han dado muchas claves para entender la existencia, pero han sido amontonados en un rincón».
-Participa en un ciclo multidisciplinar que trata de motivar el debate y propiciar la reflexión. ¿Eso en un presente de banalidad suena hasta revolucionario?
-Así es, reflexionar sin ataduras se ha convertido en un modo de resistencia. Considero que estas iniciativas son focos de resistencia, como lo son las personas que difunden el saber, los escritores, los artistas, los maestros implicados con el alumnado, los libreros y los editores honestos. No olvidemos a los bibliotecarios vocacionales. Brasas de un mundo medio apagado.
-La sed es el mantra de esta edición de El Temporal. ¿Buscamos saciarnos más que nunca, pero estamos más vacíos que nunca?
-Estamos ya saciados, atiborrados de bienestar y consumo. Pocas personas conciben una vida desnuda, austera, entregada a las verdaderas posibilidades que ofrece el mundo. Hemos actuado y actuamos como depredadores, alejados de la realidad, cada vez más. Insaciables, hemos construido una sociedad acolchada y muy cobarde que desconoce el valor de lo esencial.
-¿La poesía es uno de los escasos territorios de resistencia que puede servir de asidero?
-Sólo la buena poesía, no la autocomplaciente, no la ahogada por el narcisismo, así es casi toda la que se escribe. La poesía requiere un compromiso moral, requiere también mucho, mucho trabajo y así ofrecer algo digno al lector que se acerca al poema.
-Uno de los fundamentos de este ciclo reza: «Crear es estar expuesto, no sólo a la intemperie del enigma, sino al rigor de un mundo que no alberga refugios para el creador». ¿Esa intemperie es la mejor protección frente al ruido?
-Es el lugar natural del disidente, del implicado de verdad, lo demás es juego y acomodo, nada más. Siempre ha sido así. Estar expuesto significa no ser colaboracionista, no participar de la depredación de la que hablaba.
-¿Sigue fijando «el oído a la consciencia para discernir qué nos separa de lo que somos»?
-El oído es un órgano que habla directamente al interior, se dirige a la consciencia, sin intermediarios. Las grandes revelaciones son auditivas, lo vemos en los libros de sabiduría, en los libros sagrados también. Los dioses no se ven, se oyen. Escuchar nos sitúa en el mundo, la vista es más engañosa. Saber escuchar, saber a quien escuchamos es una tarea de la inteligencia.
-Hablando de sed...¿Hemos olvidado las fuentes de los clásicos y los mitos y navegamos a la deriva por los ríos de una Europa económica?
-Todo ha sido transformado en dinero, la razón última es el poder y el bienestar individual. Hemos convertido al prójimo en una abstracción, no sabemos quién es «el otro», «lo otro». Los clásicos nos han dado muchas claves para entender la existencia, pero han sido amontonados en un rincón, se les considera pasado como si nosotros no lo fuéramos, por más que vivamos hoy. Somos una especie muy antigua que no es nada sin su memoria.
-¿El aforismo es el verdadero wasap del pensamiento?
-No, el aforismo es un género literario en el que han escrito los grandes. Un aforismo puede llevar mucho tiempo, es una destilación. De un wasap sólo puede salir una ocurrencia, cosa que sucede a muchos que se autodenominan aforistas.
-¿Está convencido de que donde no llegan las palabras, lo hace la música?
-No es que yo esté convencido, es que es así realmente. El lenguaje abstracto de la música es capaz de construir un mundo de intuiciones que el lenguaje escrito u oral no puede, ya que nombrar determina.
-¿El exilio interior es más necesario que nunca?
-Vivir apartado, en el exilio interior, no debe significar desentenderse. Mientras uno está en el mundo debe atenderlo y tender la mano a los demás.
-¿En cierto modo, se considera un predicador en el desierto?
-¡No, no soy un predicador, no me gusta esa figura! En un libro de aforismos publiqué éste: «Si tuviera que predicar lo haría en el desierto».
-En su caso, ¿la relación poesía-ensayo, palabra-pensamiento es un campo minado para seguir buscando (persiguiendo)?
-Si algo me caracteriza es la búsqueda, busco y busco, siempre encuentro cosas, el mundo me hace alumno.
-Se asoma y ve Ucrania, Gaza...sociedades polarizadas, una ultraderecha cada vez más protagonista. ¿Hablamos con la autoridad que nos da el fracaso?
-El fracaso no da autoridad, sólo la da la ética, la bondad, la inteligencia bien empleada y el provecho de la existencia.
-Tras una obra monumental y una reciente, de bóveda y voces, ¿dónde anda ahora su oído y escritura?
-Estoy terminando un libro sobre arte y música, pero en realidad es un libro sobre la lentitud.
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