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En sus diez años de andadura la Escuela de Arte nº1 de Reocín se ha convertido en un lugar de referencia. Nació como respuesta a una demanda, la de recuperar las enseñanzas de Artes Plásticas en Cantabria, y con el tiempo se ha convertido ... en un lugar en el que la creatividad, formación y lenguaje artístico son sus señas de identidad. Estos días han celebrado su década de actividad con las jornadas 'Altera', un programa que sirve para sacar a la calle los trabajos que realizan con una serie de ilustraciones en los escaparates de la ciudad, así como con conferencias y tallares que se han completado con una exposición en el Centro Cultural Doctor Madrazo. Hoy cuatro de sus antiguos alumnos, graduados en ilustración, recuerdan su paso por un centro que les abrió camino para hacer de su vocación su trabajo.
Beatriz Cea se graduó en este centro después de haber estudiado Bellas Artes, en la especialidad de Restauración, en la Universidad del País Vasco y de cursar un máster de Patrimonio Histórico. Reconoce que al acabar esos estudios estaba un poco perdida sobre las posibles salidas laborales. «No acababa de encontrar trabajo y como no sé estar en casa sin hacer nada decidí seguir estudiando». Así fue como, tras hablarlo con una amiga que ya iba a la Escuela de Reocín, decidió matricularse en el grado.
Resumiría su paso por este centro «como dos años de no parar. Muy divertidos y de aprender mucho, al menos bastante más de lo que yo esperaba». También asegura que lo más interesante de la Escuela y de las titulaciones que imparte «es que nos acerca mucho a la realidad porque para los trabajos de clase ya preparábamos 'briefing' o nos enseñaban a hacer presupuestos. Cosas que yo nunca había hecho en la Facultad y que nos han preparado para tratar con los clientes».
jennifer conde
Esta ilustradora cree que, por la calidad de los estudios, la Escuela de Arte debería ser mucho más conocida que lo que es. «Es cierto que en los últimos años se habla mucho más de ella y de los trabajos que realiza por las exposiciones que, como las jornadas Altera, se hacen en Santander, pero sigo pensando que aún no se conoce tanto como debiera».
Tras acabar los estudios, fue becaria en La Vidriera y al año siguiente ya comenzó a hacer proyectos por su cuenta o con otras personas. Actualmente imparte clases de pintura, en una empresa dedicada a las clases extraescolares.
Beatriz Cea recomendaría este centro «porque son dos años muy provechosos, en los que se aprende muchísimo y porque los profesores son maravillosos. Es una escuela superpequeña, pero todo lo que se crea dentro es muy grande», asegura.
Otra de las antiguas alumnas es Jennifer Conde que confiesa que aunque cuando llegó a Reocín no estaba del todo convencida, ahora cree que ha sido lo mejor que ha hecho en su vida. «Fue como pasar de 0 a 100. Tengo recuerdos muy divertidos, aunque también es cierto que hay esforzarse mucho y trabajar. Pero el primer año, sobre todo, es súper divertido y haces piña con todos tus compañeros». Esta artista, también graduada en ilustración, comparte con su compañera como uno de los grandes valores del centro que los profesores acercan mucho a lo que va a ser la vida real de un ilustrador. «Desde el principio nos enseñan a amoldarnos a plazos y las posibles exigencias que va a querer el cliente. Así que te preparan bastante bien para lo que luego nos encontramos».
«Yo creo que más o menos todos llegamos a la Escuela con la misma pasión o vocación por el dibujo o la ilustración y este centro es de lo poco que hay en Cantabria con prestigio. Cuando escarbas un poco en lo que se hace y, sobre todo, en la gente que ha pasado por aquí tienes bien claro que el sitio merece la pena», señala.
Según recuerda un día normal, un lunes o un martes cualquiera en este centro, «es un día muy ajetreado. Normalmente hay presentaciones o entrega de trabajos y nada más acabar estos ya empiezas a trabajar en nuevos proyectos. Te lo pasas muy bien y hay momentos de relajación, pero en general, creo que son jornadas muy intensas que merecen mucho la pena».
mar ortiz
Ella forma parte de los graduados en la última promoción. Acabó en junio de 2018 y poco a poco la van saliendo trabajos. «Creo que estos nos pasa a todos mis compañeros que vamos pasito a pasito», señala.
Israel Eguren es uno de los ex alumnos más veteranos. Llegó al centro cuando solo llevaba dos años de funcionamiento y se matriculó en el grado de joyería, luego le fue interesando cada vez más la ilustración y acabó cursando la otra titulación. En la actualidad dirige junto a otra ex alumna de su promoción, Mar Ortiz, la empresa Musgo.
Destaca como una de las muchas cosas buenas de la Escuela que en los trabajos se relacionan las enseñanzas de todos los módulos formativos. «Se combinan muchos proyectos lo que te permite conocer ese otro mundo que, a priori no te gustaba mucho, pero que a posteriori, como es mi caso, acaba siendo la salida profesional».
Actualmente trabaja como diseñador e ilustrador y aunque no toca mucho la joyería, recientemente ha participado en un proyecto con la Escuela. «Mis diseños de joyas no eran muy convencionales, más bien escultóricos», explica.
beatriz cea
En su opinión, hay más demanda en el grado de ilustración que en el de joyería porque las posibilidades de esta última son más desconocidas para los cántabros. «Sin embargo, te vas a Oviedo o te vas a Bilbao y existen un montón de galerías simplemente dedicadas a vender o exponer piezas de joyería», cuenta.
Cuando empezó los estudios la Escuela no era tan conocida como ahora, «aunque tampoco creo que lo sea en la actualidad. Cuando yo digo que estudié en Puente San Miguel lo primero ni lo ubican, ni tampoco el centro», señala. Llegó a Reocín nada más acabar el bachillerato científico tecnológico en el IES Marques de Santillana de Torrelavega. «¿Qué opciones tenía que tuvieran relación con el arte a nivel público? Sólo esa. Reconozco que me matriculé con bastante desconocimiento y casi sin saber lo que se impartía. Ahora estoy encantado tanto con mi parte de joyero como de ilustrador. Fui sin saber a lo que me enfrentaba aunque siempre había tenido el gusanillo de la parte artística, pero llegar allí, después de un bachillerato con todo de matemáticas, números y fue genial»
En la actualidad, continua pasando por la Escuela por lo que si se le pregunta que cambios nota, asegura que «hay mucho más proyecto y mucho más material mobiliario, pero a nivel de gente siguen los mismos profesores con los que me sigo llevando igual de bien».
«Pues yo creo que ahora se hacen más actividades de cara el exterior que cuando estuvimos nosotros», dice su socia Mar Ortiz que hizo bachillerato artístico y luego un ciclo de grado superior de fotografía en Madrid. Ellos crearon su empresa Musgo hace unos tres años. «Formábamos parte de una asociación artística en Torrelavega y nos dimos cuenta que compaginábamos bien en el trabajo. Nos empezaron a salir proyectos y decidimos lanzarnos a la piscina», asegura esta profesional. «De la Escuela, tengo muy buenos recuerdos, sobre todo de los profesores y los compañeros. Tengo un gran recuerdo de un trabajo que realizamos de forma conjunta toda la Escuela. Hicimos un piano. Fue en mi primer año y sirvió para conocernos todos».
israel eguren
Es Israel Eguren el que lo cuenta. «Era un encargo de una asociación, relacionada con la joyería y nuestro proyecto de fin de curso. Quisimos presentarlo de una forma especial con un piano tamaño real del que saldría una bailarina con una joya. Y logramos que toda la Escuela se implicara en él».
Los cuatro ex alumnos reconocen que es muy complicado vivir del arte en Cantabria. «Bueno, vivir de la cultura en general» apunta Beatriz Cea.
Eguren cree que aún «no hay cultura del diseño» y lo comprueba cada día en su trabajo. «Hay un mal entendimiento de nuestra profesión mucha gente se cree que lo que hacemos nosotros lo pueden hacer ellos con un programa de ordenador».
No quieren acabar sin dar un consejo: «si quieres exprimir el paso de el centro, que se puede, hay que trabajar mucho. Es una escuela de arte dirigida a la vida real».
«Vamos a ser distintos, distinguidos. Vamos a crear, a diseñar, a ser únicos», aseguró el pintor Roberto Orallo, primer director de la Escuela de Arte en el año 2008. En la actualidad, la oferta está dirigida principalmente a dos familias, la de Joyería de Arte y la de Comunicación Gráfica y Audiovisual, dentro de los campos de la formación del técnico de taller y del técnico superior diseñador en los dos ámbitos. Los objetivos que tiene marcados van dirigidos a proveer a los alumnos de una formación artística de calidad que les permita desarrollarse de forma autónoma y con garantías, así como dar a conocer y poner en valor la formación de los profesionales que salen del centro
La Escuela cuenta con tres ciclos formativos dentro de las familias profesionales de Joyería Artísticas y de Comunicación Gráfica y Audiovisual en ciclos de Grado Medio y Grado Superior y colabora con instituciones e industrias punteras como son el Museo de Altamira, El Corte Inglés o Porcelanosa.
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