Secciones
Servicios
Destacamos
Pieza de cámara. Voyerismo auditivo. Inteligencia nada artificial y juego psicológico. De todo hay en la viña de Woody Allen. Era 1988 y después vendrían proyectos más sofisticados, películas más maduras y más de una obra maestra. Pero el cineasta neoyorquino, que está a punto ... de cerrar su carrera tras medio centenar de películas, dejó en 'Otra Mujer' el poso y reposo de una poderosa mirada reflexiva que fija su foco rotundo en Bergman.
País EE UU
Año 1988
Dirección y Guion Woody Allen
Reparto Gena Rowlands, Gene Hackman, Mia Farrow, Ian Holm, Blythe Danner, Martha Plimpton, Josh Hamilton, Frances Conroy
Género Drama
Salas Ateneo. Lunes, 23 de enero, a las 19.00 horas
Tras ecos de Chéjov e Ibsen y Fellini en sucesivos títulos de esa etapa Allen genera un hábitat dramático, confesional, teatral pero no menos cinematográfico, jugando incluso con la cuarta pared, y dramáticamente hondo. Como casi siempre adopta un reparto ad hoc casi sin fisuras encabezado por la excelencia de Gena Rowlands. De fondo una especie de versión nada afectada de 'Fresas salvajes'. El tiempo, con sus pliegues entre pasado y presente, la vejez y la muerte, diálogos y silencios, recorre la entraña de una mujer en crisis.
Pero Allen convierte el drama lineal y ya conocido en un pulso intenso, depurado en lo formal y atractivo en lo narrativo. Es Bergman, empezando por que el director de 'Días de radio' cuenta con la colaboración clave de su director de fotografía habitual, Sven Nykvist. No obstante siempre se las arregla para imbuir las relaciones y puesta en escena de su mirada sobre el mundo. Con arriesgado juego de artificio, pero con naturalidad y coherencia, 'Otra mujer' es una sólida y cercana reflexión sobre la soledad y esa dolorosa barrera que impide la comunicación con el otro, la desconfianza, o que señala los límites y fronteras sobre los territorios personales. Gena Rowlands, la 'Gloria' de John Cassavetes, cómplice y arquitecta de su personaje, mantiene la constante vital de la criatura que encarna y logra traducir su complejidad en un estado emocional. En las melodías de la vida, la maestría del cineasta para unir escenas antagónicas, dibujar unas intersecciones encadenadas en equilibrio.
Es una cinta elegante, valiente, nunca encorsetada, a la que solo le faltó algo más de flujo y ritmo para ser una de las grandes obras de su filmografía. La sombra de lo literario está en el interior de la propia ficción y también en el aroma que respira el filme. Hay algo conmovedor y sutil en el perfil de la profesora, entre la melancolía y el desnudo emocional bajo la sombra del autoengaño. Allen se acercaba por primera vez a ese gran drama al que siempre ha confesado aspirar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.