Rosa Montero- Periodista

«Hace cuarenta años mirábamos el futuro con esperanza, ahora lo hacemos con miedo»

–Sus 'Cuentos verdaderos', son, en cierto modo, una autobiografía; relatan la forma en la que ha vivido y contado los hechos que dibujaron un país.

–Sí, desde luego, es mi mirada sobre una serie de cosas que han sido importantes. El Golpe del 23F o la matanza de los abogados de Atocha. Y también otros temas más pequeños que a mí me conmueven especialmente y en los que creo que se ve más el tipo de intereses que podía tener.

–¿Cuáles son esos temas pequeños sobre los que ha escrito?

–Siempre me ha interesado mucho esa zona de la sociedad donde empieza la penumbra y roza con lo lumpen, sus susurros sociales. Ahí la vida se manifiesta de una forma más real, con menos aceites y menos maquillajes. Los dos reportajes que más me han gustado, al releerlos, han sido el del teatro chino de Manolita Chen, el cabaret de los pobres y el de los luchadores del Campo del Gas. En ambos casos, era gente con una vida durísima, sin ningún tipo de derechos laborales, que a pesar de todo, en ese lugar que limita con el abismo, se apañaban para tener una vida digna. De alguna manera, como todo lo que hacemos, ese interés dice algo de nosotros.

–Al hacer ese viaje a los textos, ¿confirma que le siguen motivando las mismas cuestiones?

–Son crónicas que van de 45 a 35 años de antigüedad y ha habido cosas que me han sorprendido al releerlas. La primera que es un viaje, no al pasado, sino a Marte, a un mundo alucinante que se nos ha olvidado, porque era tremenda aquella España. Y también me ha sorprendido que tantos de los temas estén escritos de esa forma tan narrativa, que parece ficción, aunque todo lo que sucede es verdad. Por eso lo he llamado 'Cuentos verdaderos'. Ya no se hace ese tipo de periodismo porque los medios de comunicación están bajo mínimos desde hace mucho tiempo. Exige mucha documentación y las empresas no pagan ese tiempo hoy en día. Es así de triste y penoso. La tercera cosa que me sorprendió es lo que sugieres; no me ha chirriado nada. No he tocado los textos, más allá de las erratas. Solo los he puesto en orden cronológico y me siento muy identificada con esa chica tan joven que escribía esas cosas.

–¿Ha conseguido identificar y definir cómo es su mirada?

–Esencialmente empática y curiosa. Creo que forma parte básica de lo que soy, de mi personalidad y mi definición como ser humano y como profesional. De esa pulsión viene el tipo de trabajo que he terminado haciendo; periodista y novelista lo eres si te interesan los otros. Partes de esa empatía e incluso la fomentas. Y la curiosidad es esencial. La mantengo en 360 grados y fue una de las razones por las que decidí dedicarme al periodismo; porque me interesaba todo, pero todo en la vida y el universo y pensé que era una profesión que me permitiría seguir aprendiendo en todas las direcciones.

–Cuando publicó 'El peligro de estar cuerda' los lectores le contaron sus propias historias. ¿Era parte del planteamiento inicial?

–Ha sido muy bonito. No había tenido una respuesta interactiva tan grande con ningún libro. Estoy riendo y llorando mucho junto a los lectores porque me cuentan cosas maravillosas y sobrecogedoras. Esas son las vidas que tienen luego los libros, que no controlas. Me pasa lo mismo cuando leo, pues los escritores somos sobre todo lectores; la mitad lo completas tú, coescribes el libro que lees. Cada libro tiene su vida posterior en la vida de los lectores.

–Desde su experiencia, ¿para qué sirven las ferias del libro?

–Son maravillosas. A mí me encantan porque es el lugar donde puedes encontrarte con el lector puro. Te sirve para ver el tipo de lector que tienes. El arte es comunicación esencialmente y para que se cumpla su función, tiene que haber alguien al otro lado.

-Cuando se puso a revisar el trabajo que dio origen a este libro, recordó lo que llama el hedor de las cloacas.

-El libro empezó por ahí. César Vallejo y Ángela Gallardo preparaban un documental para RTVE sobre el juicio del Nani, de 1988. Uno de los puntos cruciales de nuestro trayecto hacia la democracia, porque fue la primera vez que se condenó a una mafia policial. Seguí ese juicio y querían entrevistarme y al buscar documentación para recordarlo todo me quedé pasmada, porque fue como asomarse a las cloacas del estado de entonces, aún un residuo de la anomalía de la Dictadura. Hay crónicas de la época que nos iluminan ese pasado.

–¿A qué le huele la actualidad?

–Desde el punto de vista de España, el trayecto que hemos hecho ha sido alucinante. Lo que ha mejorado este país es absolutamente increíble. Aquella era una España sin costumbre democrática, éramos un país paupérrimo al que los fondos de la Unión Europea han cambiado por completo, con un nivel de violencia brutal en la que ETA asesinaba a 80 personas al año, en la que la extrema derecha asesinaba también, con el paro subiendo, una plaga de heroína… Ahora, el mundo de entonces acá ha empeorado y nosotros formamos parte del mundo. Hace 40 años mirábamos el futuro con esperanza y ahora lo hacemos con miedo. Hemos hecho un camino del que estar muy orgullosos, pero teniendo presente que lo logros pueden ser revocados en cualquier momento y hay que luchar por ellos cada día.

-Recientemente le dedicaban uno de los capítulos del programa 'En primicia'. ¿Cómo se siente estando a ese lado de la noticia?

-Empecé en el periodismo hace 54 años y siendo entrevistada llevo unos 46. Estoy acostumbrada (ríe). Forma parte también de lo que soy.

–¿El periodismo ha sido importante para trazar ese camino?

–Mucho. El periodismo es uno de los pilares de las democracias y en la época de la Transición fue importantísimo. Todos los periodistas teníamos clarísimo que no estábamos haciendo solo periodismo, sino intentando empujar para que la sociedad fuera otra, más democrática y civilizada. Ahora el periodismo lleva veinte años atravesando el infierno. Han desaparecido el 90% de los periódicos del mundo y eso es un empobrecimiento terrorífico de la democracia, que se enfrenta a una crisis de credibilidad. No creo que eso sea casual.

-Habitar los personajes como si fueran uno mismo, ¿en qué le ha hecho reencarnarse?

-Como decía Terencio, nada de lo humano me es ajeno. Todos tenemos la posibilidad de ir investigando los extremos del ser, meterte en la cabeza de todos los personajes, los malvados y los mejores. El que más cercano he sentido, en lo profundo, es Bruna Husky, la protagonista de mis novelas de ciencia ficción.