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'La chica a la que no supiste amar' es la nueva novela de Marta Robles (Madrid, 1985), un libro de Espasa Narrativa en el que recupera a su detective Tony Roures y en el que denuncia la explotación sexual de mujeres y las redes ... de tratas. Este lunes estará en Santander para presentar esta obra en un nuevo acto organizado por el Aula de Cultura de El Diario Montañés que tendrá lugar en el Ateneo a las 19.30 horas. Periodista y escritora a partes iguales, tal y como se define en esta entrevista, confiesa también que la cultura, tal y como ella la entiende «tiene que llenarte» y sobre todo «proporcionarte ganas de sentir y de vivir».
-Regresa a Santander, ¿qué nos trae esta vez?
-Una novela negra que comienza con el asesinato de una mujer prostituida nigeriana a la que matan en la habitación de un burdel porque se ha convertido en mercancía defectuosa por un problema de salud.
-Un tema que puede leerse en las páginas de cualquier periódico.
-Sí, por desgracia. Y esa es la primera imagen que tenemos nosotros de la novela. A partir de ahí, un íntimo amigo de mi detective, Tony Roures, va en su búsqueda aterrado porque ha mantenido relaciones con esa chica a la que han asesinado y le están extorsionando.
-A partir de ahí introduce al lector en una red de tratas con el objetivo de denunciar una realidad más cercana de lo que parece.
-Roures se enfrenta a una de estas redes que esclavizan a mujeres africanas y con muchas personas que en la vida real podríamos considerar normales y que sirven de coartada a los proxenetas. El personaje nos va a descubrir un mundo oscuro que existe en España y al que prestamos una atención justa porque lo máximo que hacemos es horrorizarnos cuando pasamos al lado de un local con luces de colores sin ser conscientes de que las mujeres de dentro son esclavas obligadas a pagar con su cuerpo la deuda que han contraído con su viaje.
-¿La esclavitud del siglo XXI afecta principalmente a las mujeres?
-Sin ninguna duda, aunque hay muchos más ejemplos de esclavitud en el siglo XXI porque también hay niños que son explotados como trabajadores y otras personas traficadas. Pero, sinceramente, creo que la de mujeres es una de las más duras porque además de la libertad también les quitan la dignidad.
-Sus lectores se vuelven a encontrar con Tony Roures, que nos presentó por primera vez en el año 2017 en la novela 'A menos de cinco centímetros'. Cada autor de novela negra nos presenta un tipo distinto de detective. ¿Cómo quería que fuera el suyo?
-Desde el principio tenía muy claro como quería que fuera. Mis novelas tienen el perfume de la novela negra clásica donde era impensable que fuera un policía bueno como tantos que prolifera ahora en la novela negra. El mío, antes de investigar fue corresponsal de guerra.
-Supongo que en esa elección habrá influido su profesión de periodista.
-Cierto. Yo sólo he sido cooperante, pero tengo muchos compañeros que han sido corresponsales de guerra y normalmente vuelven muy tocados porque han comprobado que el ser humano, incluso el mejor de todos, puede cambiar dependiendo de las circunstancias. Eso les ha enseñado a no juzgar y a mirar la realidad de otra manera. Normalmente vuelven a casa con las mochilas cargadas de arrepentimientos. Mi detective es así, un tipo que sabe comprender a los demás sin juzgar y que al mismo tiempo tiene muy claras sus posiciones y, sobre todo, que lo más importante para él es la lealtad.
-¿Qué hay de Marta Robles en Tony Roures?
-Muchas cosas y eso que en mis novelas aparecen muchos personajes femeninos muy potente. En 'La chica que no supiste amar' desde la jueza Carlota Aguado, que ya apareció en mis anterior novela y que es un personaje muy curioso porque pone a prueba nuestra moralidad, hasta la esposa del amigo de Roures que es una mujer como tantísimas otras capaz de enfrentarse a una manada de mamut pero no a los problemas en su matrimonio y a las afrentas que le hace su marido. En fin, que hay muchas más mujeres en esta novela en las que siempre me encuentro y, sin embargo, yo donde más estoy, creo, es en Roures.
-¿Qué comparte con él?
-Supongo que como él yo tengo un gran sentido de la lealtad y también soy una persona que sabe escuchar. Desde luego trato de ser empática porque como bien dice Shakespeare en 'Ricardo III' «cuando uno deja de ser compasivo con los demás acaba volviéndose un monstruo».
-¿Se siente ya más escritora que periodista?
-Bueno, tengo ya 16 libros escritos. Siempre me he considerado escritora. Empecé a trabajar de periodista en prácticas en el año 1987 y en el 91 publiqué mi primer libro. Ambas trayectorias han sido absolutamente paralelas, lo que sucede es que la radio y la prensa, como bien sabes, pueden eclipsar todo lo demás pero no es óbice para que yo siempre me haya sentido escritora. Es más, de niña lo que quería era escribir novelas y no ser periodista. Aunque también es cierto que en el momento en que se me metió el veneno del periodismo ya nunca ha salido y creo que aunque algún día me dedique sólo a escribir siempre seré periodista que de alguna forma es un oficio que te permite cambiar el mundo para volverlo mejor aunque a veces algunos profesionales parecen haberlo olvidado.
-Pero no siempre ha escrito novela negra. ¿Cómo llegó a ella?
-Soy una persona muy prudente y mucho más con las cosas que respeto especialmente y entre ellas está la literatura que para mí es mi vida. Mi vida es leer, escribir y escuchar música, igual que Roures. Empecé a escribir no ficción que era casi lo mismo que hacía en periodismo pero un poco más allá. Empecé a escribir ficción en el año 2001 y en 2013 conseguí mi primer premio importante, el Fernando Lara de novela, y cuando por fin encontré una buena historia fue cuando empecé en el género negro. Esta es la tercera novela negra que publico.
-¿Es también lectora del género negro?
-Ha sido siempre un género consustancial a mí misma porque mi generación empezó a leer con unos pequeños investigadores que eran 'Los cinco' y 'Los siete secretos' de Enid Blyton y luego, yo creo que tendrá diez años, descubrí a Alan Poe y a partir de ahí me di cuenta que lo que me interesaba como lectora era el género policiaco, aunque también es verdad que me defino como omnívora porque leo de todo y también de manera bastante desordenada, del ensayo paso a la novela o a la poesía que leo casi todos los días. Pero la novela negra me divierte mucho algo que es muy necesario en la literatura. Borges solía decir que a los académicos nos les interesaba este género porque no les resultaba suficientemente aburrido. Me llama poderosamente la atención que haya personas que identifican cultura con aburrimiento. Para mí tiene que ser lo contrario y llenarte de cosas, removerte y sobre todo proporcionante muchas ganas de sentir y de vivir.
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