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El hispanista, especialista en Lorca, ha recibido el XXXV Premio Comillas J.R. Ladra
«Las derechas españolas son un desastre y se creen propietarias de este país»

Ian Gibson - Hispanista y escritor

«Las derechas españolas son un desastre y se creen propietarias de este país»

El escritor, especialista en Lorca y ganador del XXXV Premio Comillas, protagoniza hoy el primer 'Encuentro' de Felisa

Viernes, 5 de julio 2024, 07:16

Irlandés de nacimiento, madrileño por residencia y habitante del inabarcable universo lorquiano, Ian Gibson (Dublín, 1937) sabe más de España que muchos nativos. A su cultura, y, en especial, a sus letras y autores (Lorca, Buñuel, Dalí, Darío) lleva décadas entregado. El ganador del XXV Premio Comillas por 'Un Carmen en Granada' abrirá esta tarde los Encuentros de la Feria del Libro de Santander y Cantabria, en la Plaza Porticada (19.15 horas).

-¿Cuál es, en 2024, la misión de un hispanista?

-No olvidemos que ser hispanista no es lo mismo que ser mero hispanófilo. Un hispanista es un profesional de origen extranjero –un español no puede serlo- que se dedica a investigar, habitualmente dentro del sistema universitario de su país de origen, algún aspecto de la riqueza cultural española. Suele sobreentenderse que también de la cultura portuguesa e iberoamericana. Por ello su «misión» en 2024 es la de siempre. Queda mucho, muchísimo, por conocer Pirineos Abajo -se trata de un territorio de historia muy compleja- que habrá hispanismo para rato.

- Cuando tienes vocación puedes superar problemas porque tienes tus ojos fijos en una meta, afirma. ¿Siempre tuvo clara la suya?

-No, en absoluto. Yo creía que iba para catedrático de literatura francesa, quizás especializado en Baudelaire o Verlaine. Pero se me cruzaron en el camino Rubén Darío y luego Federico García Lorca, en quien encontré mi vocación, que sigue tan intacta hoy como a los 18 años (ahora tengo 85, que no está mal). Y, claro, cuando tienes vocación no solo ayuda a superar problemas, a veces problemas muy penosos, sino que hace mucho más difícil pensar en dimitir.

-¿Si no hubiera leído 'El toro de Minos', su vida habría sido distinta?

-Agradezco mucho la pregunta. La respuesta es sí, indisputablemente. Devoré el libro a los quince años y me sacudió hasta la raíz. Si se hubiera dado el griego en mi internado creo que me habría ido convirtiendo en estudioso del mundo antiguo y tal vez en arqueólogo. Pero por desgracia solo se enseñaba latín. Soñaba con leer la Odisea en su idioma original. ¡Imposible! Fue una frustración atroz. Y hasta hoy. De todas maneras el libro de Cottrell contribuyó poderosamente a que desembocara en investigador. Recomiendo su lectura.

«Bromeo a veces diciendo que soy celtíbero, aunque algo hay, pero cuando me llaman inglés me molesta profundamente»

-¿Cree que sus obras habrán causado el mismo efecto en otras personas?

-Muchísima gente, y no exagero, me ha agradecido sobre todo mi biografía de Lorca. Incluso me han dicho que les cambió de alguna manera la vida. Lo mismo con la de Antonio Machado. Ello me hace muy feliz, naturalmente, aunque en absoluto presumo de haber escrito la biografía «definitiva» de nadie porque es imposible. ¡Si ni nos conocemos a nosotros mismos!

-Lleva ya más tiempo de su vida en España. «el país más complejo de Occidente», que en su tierra natal. ¿De dónde se siente?

-Yo me siento aquí en mi casa, lo cual no quiere decir que reniego de mi país de origen. Los irlandeses y los españoles tenemos mucho en común. Y este «mucho» es, sobre todo, por el compartido sustrato celta. Parece claro que los celtas llegaron a Irlanda desde la península Ibérica, donde estuvieron por todo el territorio peninsular y no solo Galicia, como se suele pensar. Yo bromeo a veces diciendo que soy «celtíbero», pero algo hay. Cuando me llaman inglés me molesta profundamente.

-La creciente polarización y extremismo político, ¿le han tocado de alguna manera como «extranjero»?

-Como no me considero ya extranjero por estas tierras me ha tocado profundamente, hasta a veces casi llorar de rabia. Es que las derechas españoles son un desastre. Dicen que son católicos y no practican ni lo más fundamental de su pretendida religión. Proceden de una dictadura criminal de cuarenta años y se creen los propietarios de este país. Las encuentro execrables. ¿Amar al prójimo como a ti mismo, incluso a tu enemigo, dar la otra mejilla, no matar...? Olvídalo. Qué hipócritas son. Y, claro, todo esto me afecta cada día, porque además de repelente es patético, es no haber aprendido nunca nada.

-Después de esas décadas, y con sus años de investigación, ¿ha conseguido entender mejor la Guerra Civil?

-Sí, evidentemente, pero quiero insistir en que no soy historiador profesional, no soy, por ejemplo, como Paul Preston, no hice la carrera de Historia. Soy biógrafo. Pero, como era inevitable, al estudiar a Lorca y Machado, y José Antonio Primo de Rivera, fui entendiendo mejor lo ocurrido en 1936. Y antes. Y después.

-¿Y cree que la población llegará a abandonar la venganza perenne entre ambos bandos que parece no desaparecer?

-No creo que exista esta venganza perenne a que se refiere. Yo he hablado, en mis investigaciones alrededor del país y fuera, con miles de personas del bando perdedor y jamás he tropezado con un deseo de venganza. Lo que sí existe es un lógico deseo de recuperar los restos de los seres amados asesinados. ¿No desenterró el franquismo a sus víctimas? Y, como católicos (vuelvo a lo mismo), ¿no entienden que cada ser humano quiere enterrar decentemente a los suyos?

-¿Qué le parece que a estas alturas se generen polémicas como la surgida en Granada en torno al Centro Federico García Lorca?

-La polémica es más bien en torno a la ubicación de los restos del poeta, que es todavía un desaparecido del régimen, como tantas decenas de miles más. El hecho de que su familia no nos haya ayudado a saber la verdad siempre me ha parecido vergonzoso. Siguen en lo mismo hoy como ayer, sin querer entender que Lorca es quizás el desaparecido más célebre y llorado del mundo y que los que le amamos queremos saber dónde están sus despojos y cuáles fueron exactamente las circunstancias de su asesinato.

«España tiene una historia muy compleja en la que no hay nadie capaz de profundizar adecuadamente»

-¿Nos falta perspectiva o respeto hacia el pasado?

-España tiene una historia muy compleja, repito, una historia en la cual no hay nadie capaz de profundizar adecuadamente. Habría que reflexionar un poco sobre las herramientas necesarias. Un ejemplo: el desconocimiento absoluto del árabe, cuando el español tiene incorporadas unas cuatro mil palabras árabes, según el académico Rafael Lapesa, sin entrar en los miles de topónimos de igual procedencia, empezando con Madrid y La Mancha.

-Lorca, Buñuel, Dalí y Rubén Darío. ¿Qué tienen en común los personajes que le fascinan?

-Eran todos genios a su manera, con algo muy importante que transmitirnos. La íntima amistad de los tres primeros en la Residencia de Estudiantes de Madrid, rodeados de gente preclara, fue, para mí, un tema de investigación apasionante, inagotable. ¡Me habría gustado la mar vivir en aquel Madrid apabullante de los años veinte! ¡Qué intensidad hubo, qué aglomeración de personajes extraordinarios, a todos los niveles, qué esperanzas de que España se renovara!

-En 'Un Carmen en Granada', su autobiografía, se pregunta por qué terminó siendo biógrafo de Lorca. ¿Ha encontrado respuesta?

-Fue, primero, el impacto de las metáforas del Romnceero gitano, su fondo telúrico: aquel toro de la reyerta que se sube por las paredes, aquella luna convertida en bailarina mortal que se lleva de la mano con ella por el cielo a un niño, aquella noche que se pone íntima «como una pequeña plaza»... Luego me enteré de que la temática lorquiana gira siempre en torno al sufrimiento de los perseguidos, de los que no encuentran el amor, de las víctimas de la injusticia. Y tantas cosas más.

-El jurado ha destacado la «valentía y honestidad» de su relato. ¿Reconoce ambas en su libro?

-No quiero presumir, pero creo que es un libro honesto, no digo valiente (que juzguen los demás). He tratado de no ocultar nada de lo que soy, deficiencias incluidas.

-Comparte con muchos de sus personajes el vínculo, personal o cercano, con la homosexualidad encubierta e incluso negada.

-No soy gay pero mi hermano sí que lo fue y sufrió por el hecho hasta su temprana muerte. La revelación de su condición homosexual fue terrible en el seno de una familia protestante y puritana como la nuestra. Me confesó sus penas, sus problemas, sus fracasos, y estoy seguro de que ello me ayudó a la hora de empezar mi biografía de Lorca, que no pudo vivir plenamente su vida íntima. El ser gay no le ayudó nada en la Granada de agosto de 1936, por supuesto, donde las derechas de siempre le odiaban por su antifascismo y, entre otras cosas, lo que había dicho públicamente de ellas («la peor burguesía de España»). .

-¿Ha leído siete veces el 'Ulises' como protesta a su prohibición protestante?

-La novela no se podía conseguir en la República de Irlanda durante mi juventud. La tenía proscrita la Iglesia Católica. La conseguí bajo cuerda, casi milagrosamente, en 1957, y me quedé impactado. Es un libro heroico en todos los sentidos y, sí, lo he leído muchas veces. Como hay muchas referencias a España en la obra, sobre todo a través de Gibraltar (donde nace Molly Bloom), estoy barajando la posibilidad de escribir un breve ensayo sobre Joyce y mi país adoptivo. No debemos olvidar que los celtas que llegaron a Irlanda salieron con toda probabilidad de la península ibérica, como ya he dicho. Yo he llegado a ser plenamente yo gracias a mi inmersión en las «cosas de España».

-¿Cómo lleva el miembro de una familia protestante metodista vivir en el país con más bares por persona?

-Bueno, ex miembro desde hace décadas, casi podría decir gracias a Dios. En cuanto a los bares, me alegró de su omnipresencia. Soy bebedor de vino, sociable y charlatán en el buen sentido de la palabra. Un buen vino es un regalo de la Madre Tierra. Allí lo dejo. Muchas gracias.

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