Secciones
Servicios
Destacamos
Ana Alvarez Ribalaygua ama la fotografía desde pequeña. Explica cada obra con la misma pasión, como si acabara de hacerla. Una es su vida en papel destruida por una trituradora, otra es un peculiar edificio donde cada ventana cuenta una historia. No sólo la suya, ... también está el carnicero o la abuela de Norman Bates acostada. Al fondo están las jóvenes tailandesas... 'Esférica' recoge la diversidad creativa y los diferentes lenguajes y miradas que han marcado su trayectoria. La muestra es un viaje sensitivo que reúne distintas creaciones que van de la inquietud a la reflexión personal. De la experimentación a la observación más contenida y cuidada. De una obra serena a otra en pleno movimiento. Su primera exposición oficial fue en 1992 en Caja Cantabria sobre arte hispanoamericano y desde ese momento la artista no ha dejado de experimentar. Incansable viajera y observadora de distintas realidades en 'Esférica', reunirá hasta el 15 de agosto sus mejores obras que viajan por el mundo y ponen de manifiesto «el fruto de una artista en plena madurez artística». Es difícil de etiquetar solo como fotógrafa a Ana Álvarez Ribalaygua. Artista multidisciplinar, escultora, diseñadora de joyas… todos los trabajos conducen a un mismo camino de búsqueda de la belleza que se presenta en esta exposición en sus diversas vertientes.
–Es artista multidisciplinar, pero ¿cómo llegó el arte a su vida? ¿Y la fotografía?
–La fotografía me apasionó desde muy pequeña. Y en un momento de mi vida decidí irme a Londres para ampliar mis estudios. En mis inicios, claro, era fotografía analógica, ahora ya es todo digital. No se puede ir contra la tecnología.
–¿Qué recuerda de su primera exposición?
–Fue en 1992 en la sala Casyc coincidiendo con el Quinto Centenario del Descubrimiento de América. Ahora casi treinta años después, estoy en el espacio Fraile y Blanco con una retrospectiva que recorre mi trayectoria, a escasos metros de mi primera sala de exposiciones.
–En Fraile y Blanco recoge treinta años de trabajo bajo el título de 'Esférica'...
–Sí, aquí hay obras de mis comienzos como fotógrafa, cuando empecé a incorporar las luces a mis obras, y otras más actuales. Al principio era solo fotografía, pero después empecé a intervenir mis obras, acuchillar, perforar, meter lentes... Además, otra singularidad de esta muestra es que la mayor parte de la obra se expone en tondos, una composición pictórica realizada en forma de disco. Son distintas series desarrolladas a lo largo de estos últimos treinta años. Pero si algo coincide en varias etapas de mi trayectoria son las luces. Empecé incorporándolas a un traje de torero y luego aparecen en ciudades, viviendas... En la última etapa, incluso, intervengo dentro de las ventanas de los edificios para crear historias.
Qué: Ana Álvarez Ribalaygua expone 'Esférica', un recorrido por treinta años de trayectoria profesional
Dónde: En el espacio cultural Fraile y Blanco de la calle La Milagrosa de Santander
Cuándo La muestra se podrá visitar hasta el 15 de agosto en horario de 18.00 a 21.00 horas. Y hasta septiembre se podrá visitar con cita previa
–¿Alguna obra es más especial para usted?
–Todas son especiales, son como hijos, no puedo decir sólo una en concreto.
–¿Qué le pide usted a una buena fotografía?
–Una buena fotografía debe decirme algo, contarme una historia, emocionarme. Y como fotógrafa, hay que saber esperar, buscar el momento y también tener un poco de suerte.
–¿Y un buen fotógrafo qué cualidades debe reunir?
–No sólo debe contar una historia, un buen fotógrafo te llega al alma, toca tus emociones.
–¿Qué hay detrás del clic?
–Un sueño, una historia que contar. Siempre piensas en hasta dónde llegará la foto, si se expondrá, a dónde viajará o si simplemente quedará guardada en un cajón.
–¿Cómo definiría su mirada?
–Cuando voy con mi cámara en busca de una fotografía pienso que primero debe haber algo o alguien que me atraiga y me sorprenda para después disparar.
–¿Analógica o digital?
–Digital, mantenerse en lo analógico es ir contracorriente.
–¿Color o blanco y negro?
–Depende del tema, unos te piden color y otros blanco y negro. Hay cosas que no tienen sentido en color o al revés.
–Si sus obras hablaran, ¿qué dirían al artista?
–Algunos personajes que aparecen en mis fotografías o composiciones seguro que están encantados de que cuente su historia. Incluso las jóvenes tailandesas estoy convencida de que estarían felices si supieran que están recorriendo España. Otros igual me riñen porque no les apetece salir en mis composiciones.
–¿Cuáles son las mayores dificultades que ha encontrado en su trayectoria?
–Es muy difícil al principio sacar la obra del taller y encontrar sitios para exponerla.
–¿Se puede vivir de la fotografía?
–No, tienes que tener una actividad complementaria. La fotografía es una pasión pero vivir de ellas es muy difícil.
–Si no hubiese sido artista ¿qué hubiera sido?
–Tendría que volver a nacer y entonces seguro que volvería a ser artista.
–Además de fotógrafa es escultora y diseña joyas...
–Sí, aprendí a tallar madera y piedra y me gustó mucho. Estuve siete años con el maestro japonés Naomi Sono, pero después me decanté por la fotografía. Y las joyas surgieron hace años cuando intenté disecar percebes para trabajar con ellos. Estuve un año secándolos y, con el paso del tiempo, vi que se mantenían perfectos y no olían mal. Hice collares, pulseras, pins.... Aproveché todas las piezas, algunas con piel y otras solo con uñas. En ocasiones también los coloreo...
–¿Qué proyecto tiene ahora entre manos?
–Estoy preparando una exposición de fotografía en el Castillo de Argüeso que se inaugurará la semana que viene. Son fotografías intervenidas con luces también.
–¿Cómo es su día a día?
–No tiene nada que ver un día con el siguiente. Unos días estás inspirado, otros montando una exposición... Pero cuando voy al taller me gusta encerrarme y en la soledad, con tranquilidad, surge la obra.
–¿Qué le inspira?
–La vida, las cosas cotidianas de cada día.
–¿Y a un joven que empieza a fotografiar qué le diría?
–Que hace falta mucho tesón y no rendirse nunca.
–Y si pudiera hablar con la Ana Alvarez Ribalaygua que cogió la cámara de fotos por primera vez ¿qué le diría?
–Pues irónicamente le diría que de la primera exposición en la sala Casyc a la actual, treinta años después, en Fraile y Blanco, sólo he bajado unos treinta metros (ríe). Que luchara por su sueño porque me ha dado muchas alegrías y algún que otro contratiempo.
–¿Un artista se jubila alguna vez?
–No puede... Es imposible.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.