«Eduardo Pisano era una persona muy discreta y un artista muy generoso»

El libro, que incluye un buen número de fotografías inéditas hasta el momento, recortes de prensa y hasta las portadas de los catálogos de sus principales exposiciones, se divide, tal y como explica su autor en dos apartados. El primero está dedicado a su biografía y en el segundo, Rodríguez Rivera repasa todas las exposiciones y homenajes que se han celebrado en su honor desde su muerte, en el año 1986, hasta 2019.

Y la publicación ofrece muchas novedades, sobre todo, en lo relativo a su vida personal y es que, tal y como explica Rodríguez de la Rivera, Pisano era una persona «muy discreta y enigmática» y aunque en Santander y Torrelavega era conocido como el artista triunfador en París, muy poco se conocía de su vida personal. Como todo lo relativo a su mujer Amalia Arévalo con la que contrajo matrimonio después de décadas de convivencia.

Pisano, explica, era un artista muy generoso, pero tenía otra faceta personal que no compartía con nadie y la prueba está en que ni sus más amigos supieron que se casaba hasta después de la boda. Tampoco compartió que tenía un marchante, André Lycoys el padre de Éric Licoys, que le compraba una de sus obras cada fin de semana lo que le dio una cierta estabilidad económica para pintar lo que quiso aún sabiendo que eran cosas que no iban a tener una venta fácil por sus temáticas más eróticas o negras.

La publicación recién presentada también desmiente algunos errores que se repiten sobre su obra. «No es cierto que solo firmara los cuadros en la parte superior del lienzo como se repiten en muchos artículos pues hay un buen número de cuadros suyos de los años 40 o 50 en los que su rúbrica aparece en distintos lugares». En definitiva, asegura el autor, «con este libro esperamos que dar a conocer nuevos datos de la personalidad del artista y su trayectoria. Espero y confío en que a partir de este estudio se continúen nuevas investigaciones sobre Pisano con el fin de ampliar todos los aspectos que completan su vida y que hacen de él ese pintor tan atípico y fascinante».

El libro cuenta con un prólogo de Juan Manuel Bonet.