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«En mi caso es muy difícil hablar de uno solo de mis libros sin hablar de todos. Porque hay una relación muy estrecha entre ellos. Algunos surgen de otros o les continúan», asegura Eduardo Halfon, Premio Nacional de Literatura de Guatemala en 2018, sobre ... el encuentro que mantendrá esta tarde, a las 19.00 horas, con sus lectores en la librería Gil. Su última publicación 'Un hijo cualquiera' publicado el año pasado en Libros del Asteroride sería en realidad, un capítulo más de esa gran novela que va confeccionando obra tras obra. Halfon obtuvo en 2009 el Premio de Novela Corta José María Pereda del Gobierno regional de Cantabria. Un galardón que le ayudó mucho en lo económico pero que no pudo recoger en persona. Hoy será la primera vez que esté en Santander como autor.
–Los recuerdos están muy presentes en su obra. Rilke escribió que la verdadera patria del hombre es la infancia. ¿No cree que a veces está sobrevalorada?
–¿Cuál? ¿La cita o la infancia? Porque si te refieres a la cita puede que sí, como la mayoría que acaban convirtiéndose en un cliché. Y sí me preguntas por la infancia, no sé muy bien que decirte porque creo que cualquier tema puede estar sobrevalorado en la literatura: el amor, la muerte, los celos, la enfermedad... y en este listado se puede incluir a la infancia. El truco está en cómo lo tratas o sí lo manejas de una manera o de otra. Un tema de por sí no te dice nada. Es como todos esos que dicen «tengo una idea para una novela». Eso que van a escribir no es una novela.
–En su caso, entrelaza historias familiares entre libro y libro. ¿Esto le sirve para entender mejor su presente?
–En realidad a mí escribir no me sirve de nada. Es hermosamente inútil, en el sentido de que no tiene ninguna utilidad para mí. Es mi oficio, pero no me ayuda a sentirme mejor ni a entenderme a mí mismo. Todo eso lo logro a través de la lectura. Es decir, cuando me acerco a otros libros me sucede ese proceso de entendimiento, de aprendizaje, de conocimiento. Pero eso no me pasa con la escritura. Estoy tan metido en la historia que genero una especie de obsesión que hace que al terminar el libro no me encuentre mejor que al inicio. Con la escritura no vivo un proceso de mejoría.
–La identidad está muy presente en su obra. ¿Lo hace cómo una búsqueda de sí mismo?
–La identidad es una palabra que me persigue y con razón porque obviamente hay algo de eso en todos mis libros, pero no es una palabra que yo haya tenido presente ni cuando empecé a escribir ni ahora. Escribo sin una noción muy clara de qué quiero hacer. Muy a ciegas. Los temas surgen de un lugar muy misterioso para mí y, evidentemente, al rastrear en mi familia, en mi pasado, en la historia de mis abuelos, estoy rotando alrededor del tema de la identidad. Pero dicho esto, yo no podría plantearte una teoría de la identidad.
–Hablaba del poder de la lectura, pero se ha reconocido un lector tardío.
–Yo era de los que solo leía los libros que nos mandaban en el colegio. No buscaba ni entendía la literatura y si podía evitarla lo hacía porque no la entendía. Soy ingeniero y solo se me daban bien las matemáticas y el deporte.
–¿Y cuándo llegó a ella?
–Encontré la literatura, mejor dicho caí en ella tarde, tendría 26 o 27 años cuando caí en ella.
–¿Y ahora, qué tipo de literatura le gusta más?
–Me he vuelto un lector muy exigente. Casi cascarrabias. El exigirme a mí mismo una prosa depurada y limpia me obliga a hacerlo con lo que escriben los demás. Eso sí, sigo siendo un lector más de cuento que de novela y cada vez me gusta más la reelectura. Últimamente vuelvo a los libros que me han marcado. Creo que esto tiene que ver con que cada vez tengo menos tiempo para leer y eso hace que me haya vuelto muy selectivo.
–Uno de sus primero libros ganó el Premio de Novela Corta del Gobierno de Cantabria. ¿Cómo le ayudó en su trayectoria y en qué grado empujan la carrera de los nuevos autores?
–Tengo ese vínculo con Santander. A mí me ayudó económicamente. Era un premio muy gordo en lo que a cuantía se refiere que espero siga convocándose y siga siendo igual de gordo. Este tipo de galardones, desde luego son un apoyo, sobre todo si estás empezando. Pero también te digo que todo premio literario es un capricho y una lotería.
–¿En qué sentido?
–Me parece una tontería decir que un manuscrito es mejor que los otros cien o doscientos que se presentan a un concurso. No puedes compararles y otorgarle a uno una medalla por encima de los otros. Por eso creo que en los concursos prima mucho la suerte. Yo llevaba muy pocos años escribiendo y sin duda el de Cantabria fue para mí una gran ayuda. Y también el poder publicar en Pre-Textos. Por cierto, como anécdota te diré que nunca fui a recoger el premio y no he estado en Santander como escritor. En realidad sólo he estado una vez.
–¿Qué pasos ha ido dando en cada libro?
–Muchos. Soy un escritor de libro breve, pero de libro seguido. He avanzado mucho, pero sobre todo he continuado el proyecto que inicié con 'El boxeador polaco' y me he establecido con Libros del Asteroide.
–¿Y no le apetece dar el salto a una narrativa más larga?
–Es que mi narración más larga es la sumatoria de todos mis libros. Mi gran novela es la unión de mis libros breves. Yo no soy un corredor de maratón, soy un corredor de distancias cortas.
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