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De Luz ha construido una notable carrera internacional como bailarín Sergio De Luz
«En España no hay política cultural y a la danza se la desprecia a todos los niveles»

Joaquín De Luz

Director de la Compañía Nacional de Danza
«En España no hay política cultural y a la danza se la desprecia a todos los niveles»

El bailarín se despide del cargo el jueves, con entradas agotadas para 'La Sylphide', en el Festival Internacional de Santander

Martes, 6 de agosto 2024, 07:28

Santander es «muy especial» para Joaquín de Luz (Madrid, 1976). Aquí viajaba todos los veranos cuando era alumno de Víctor Ullate. Daban clases magistrales en el Palacio de la Magdalena y actuaban en el Festival Internacional de Santander. La misma cita donde, el jueves, dirigirá 'La Sylphide', su última producción al frente de la Compañía Nacional, de la que se hizo cargo en 2019. Antes mañana, dará una master class en el Centro Botín.

–Destacan de usted su escalofriante facilidad en el salto. Está a punto de dar uno vital, al terminar su etapa al frente de la Compañía Nacional de Danza.

–Siempre la he tenido, en los dos aspectos; en el físico y en el emocional. Creo que la vida son ciclos que se cierran y dan nacimiento a otros. Es un proceso natural en el que he estado cómodo toda mi vida. Desde muy pequeño tuve que dejar a mi familia, mi país y di un gran salto a América. La gente se resiste mucho a aceptar estos cambios y por eso creo que sufren. Para mí es un ciclo bonito que se cierra y otro aún más bonito que se abre, porque tienes la experiencia adquirida y las herramientas para afrontar lo que venga mucho más preparado.

–Tenía una colección de palabras en su perfil en la compañía. Dos de ellas eran devolver y aportar. ¿Lo ha logrado?

–Evidentemente, lo que estaba en nuestra mano, y digo nuestra porque tengo un gran equipo artístico, que ha sido el gran pilar, la gran roca en esta etapa, en la que hemos dado muchísimo. Acabamos de hacer dos programas en el Teatro Canal de Madrid y en Veranos de la Villa que no se hubieran podido hacer cuando llegamos, a nivel artístico y a nivel técnico. Conseguir todo esto, que normalmente lleva mucho tiempo, en cuatro años, ha sido un logro del que me siento muy satisfecho. Nos hemos alineado en la forma de trabajar, compartiendo conmigo la visión de lo que una compañía nacional debe ser. Para mí es un grupo que puede afrontar muchísimo repertorio, tan versátil como el que llevan a cabo grandes compañías del mundo.

–¿En qué se basa esa visión propia de una compañía nacional?

–En la calidad. Tenemos talento para tener una compañía a nivel europeo, pero los medios no están ahí y otros aspectos, como la mirada a la danza desde el ámbito político y el administrativo, no se alinean con las posibilidades que tenemos. Es lo más frustrante y lo que me ha llevado a tener muchos momentos desagradables.

Proyección

«Tenemos talento para tener una compañía nacional de nivel europeo, pero no hay medios»

–¿Algo tan intangible y dinámico como la danza, chocando contra la burocracia?

–Es peor que la burocracia, porque esa la tienen en todos lados. Es la total indiferencia, una desidia total a todos los niveles; a la danza se la desprecia muchísimo. No existe en el tejido social de este país, pero tampoco se han ocupado de que esté ahí. En España no hay política cultural. La danza es una disciplina que aporta muchísimo al ser humano y la sociedad y si vieran el nivel, incluso comercial, todos sus beneficios… Pero nunca se ha tomado en serio, salvo para el público. Me da mucha tristeza y a los que hemos tenido grandes carreras no nos escuchan.

–Y si no les escuchan a ustedes, ¿a quién?

–Eso es lo que ocurre. He intentado sentarme con todos los ministros y ninguno me ha recibido. Es tremendo. Solo porque son servidores públicos, deberían atender a alguien que tiene voz.

–Ernesto Caballero, exdirector del Centro Dramático Nacional, apelaba a la necesidad de crear marcos comunes que definan las políticas culturales.

–No existen porque hace años que el Ministerio de Cultura es un ministerio de política. Hasta que no llegue un ministro que haya estado en un escenario, no tomará cartas en el asunto. No sabrá en qué estado está la cultura, la danza, el teatro. Con saber el PIB que se destina a la cultura es suficiente. Los profesionales de fuera no se lo creen, que con la cantidad de talento de este país se destine un 0,6 del PIB. Me río porque me da hasta vergüenza decirlo.

Arte y sociedad

«Sentarse en una butaca de teatro, danza, música, con la que está cayendo, es un privilegio»

–Al mismo tiempo, se traslada el mensaje de que la cultura vive de las subvenciones

–Ese es el problema. Tienen que mirar a otros países y sus modelos público privados. Por esto no hay crecimiento ni yo he podido llevar la compañía donde me hubiera gustado. Nunca se podrá con estos medios. Está muy bien darse golpes en el pecho con lo público, pero es que no funciona. Me he equivocado muchísimo en lo que se necesita para tener una compañía que hace clásico, por ejemplo. Pensé que se podría, pero con estos medios, solo es posible por los pelos, a medias.

–En 'Passengers Within' plantea el despertar de una pareja ante el adormecimiento social. ¿Es lo que quiere lograr con su modelo de danza?

–Ojalá nos despertáramos, porque estamos muy dormidos. Nos creemos todo lo que nos echan por la tele o por otros medios y la gente no tiene opinión propia. Es tremendo. Y todo lo que pasa socialmente se refleja también en la danza. Había muchos más artistas antes, porque necesitas tener muchas personalidad y mucho de darte igual a dónde vaya la corriente.

–¿Qué ofrecerá en su despedida en el FIS con 'La Sylphide'?

–Con lo que está cayendo en el mundo, con todos estos conflictos, la polarización, sentarse en una butaca de teatro, de música, de danza, es un privilegio. Que te desconecte de lo que estamos pasando socialmente y te lleve a un mundo de fantasía. Este ballet, 'La Sylphide' hace eso. Te permite volar con los personajes. Es un regalo que nos podemos hacer.

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