Fotocopia vacía

Volviendo al engendro de Bobby Farrelly, todo aparentemente de buena factura pero igualmente gris, 'Champions' está realizada con el piloto automático y un tono de indiferente bobería respecto a lo que narra. Lo más sorprendente es que el remake envasado al vacío haya sido dirigido por Bobby Farrelly, en un regreso inesperado y en solitario. Al cineasta se le conoce por las comedias provocadoras, escatológicas y ácidas, firmadas en los noventa junto a su hermano Peter, como 'Dos tontos muy tontos' y 'Algo pasa con Mary' pasando por 'Yo, yo mismo e Irene', todas ellas tan jocosas y agitadas como taquilleras.

Con semejante pasado, ese aire de desobediencia y transgresión tan sano, resulta aún más extraño que un Farrely se encargue de esta revisitación sin aportar ni un ápice de personalidad. Todo parece desangelado, mecánico, bien hecho, claro, pero distante, con aire de impostura. La tradición con la que Hollywood ha reflejado al deporte en el cine hace ganar enteros al remake en algunos aspectos visuales de lo competitivo, pero curiosamente lo escasamente subjetivo y diferente respecto al filme de Fesser radica en poner más el foco en la relación intimista que encarnan los personajes de Woody Harrelson y Kaitlin Olson. Ella, sin duda, lo mejor de esta 'Champions' que diluye ese aire de atmósfera colectiva con voces individualizadas a través del carisma personal de la original, hasta absolutamente borrarlo de la pantalla. --