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«Nadie en la narrativa española, ni antes ni después de él, representó mejor el proceso de concienciación, de conocernos a nosotros mismos, que caracteriza al ser humano moderno». Las palabras graves del escritor santanderino Germán Gullón sintetizan un retrato que desnuda el sentido histórico de la figura de Benito Pérez Galdós. En un artículo publicado el pasado invierno en El Diario, el también editor confesaba que cuando pasa por ese cartelito que dice San Quintín en la Magdalena, «allí donde se alzaba la casa santanderina del maestro de las letras españolas, me dan ganas de hacer lo mismo que el personaje Estupiña de 'Fortunata y Jacinta', quien, al pasar frente al lugar donde estuvo la iglesia de Santa Cruz, se persignaba en señal de respeto».
De la querencia, admiración, interés e indagación en lo galdosiano de Gullón existen muchas huellas. Una de las principales su reciente comisariado, junto a la escritora Marta Sanz, de la exposición exhibida en la Biblioteca Nacional con motivo del Año Galdós. Pero Gullón, como ya dejara entrever en entrevistas y artículos -muchas veces abiertamente sumergido en polémicas sobre las visiones poliédricas que propicia Galdós-, ha escrito una biografía que, bajo el epígrafe de 'Maestro de las letras modernas', se postula como uno de los frutos más atractivos y una de las mayores aportaciones a la celebración del Centenario del fallecimiento del autor de 'Fortunata y Jacinta', conmemoración a trompicones por el surgimiento de la pandemia.
«Fidelidad» al ser humano. Una «visión total de su labor». Y la ligazón entre los momentos significativos de su existencia y cómo marcaron su persona y la obra atraviesan la columna intelectual, literaria y emocional de una «biografía hecha a medida». Adentrarse en una personalidad tan revisitada como la de Benito Pérez Galdós (1843-1920) requiere ambición, conocimientos, algo de osadía y, sobre todo, ideas claras. Eso es lo que Germán Gullón ha sumado para pergeñar un retrato del autor de 'Tristana' que no se limita a lo puramente lineal, sino que inserta en el epicentro de cada periodo de la vida del escritor las esencias de su narrativa, lo que Gullón llama las 'maneras' del novelista.
En datos. Autor Germán Gullón. Título: 'Galdós, maestro de las letras modernas (biografía)'. 504 páginas, 819 notas, 43 imágenes y 53 páginas de bibliografía.
Estructura. Una introducción refiere el contexto de la cultura española. La biografía recorre el trayecto vital en seis apartados Niñez y adolescencia (1843-1862). El primer Galdós (1863-1880). La madurez personal y literaria (1881-1884). 'La libertad para contar la vida tal y como es: De La Regenta y Los Pazos de Ulloa a Fortunata y Jacinta. El compromiso social (1888-1908) y El último Galdós (1908-1920). Entre los capítulos se insertan cuatro epígrafes que aluden a las diferentes 'maneras' del Galdós novelista.
Además es una biografía que no elude la colisión, que no puede ser inocente ni ignorante de lo escrito hasta ahora. En este sentido, confiesa su intención de «contrarrestar el enfoque equivocado, originado en los prejuicios críticos de la mayoría de los escritores modernistas, con algunas excepciones, la de, por ejemplo, Juan Ramón Jiménez, que pensaban que la obra galdosiana estaba carcomida por ismos 'nocivos', el costumbrismo, el realismo y el naturalismo». A juicio de Gullón, según expone en la obra que verá la luz a través de Ediciones Valnera, «desacreditaron la mayor contribución a la cultura española desde Miguel de Cervantes, de una voz, la de Pérez Galdós, que ofreció una visión profundamente humana de la sociedad española».
En el Año Galdós este perfil es también el retrato de un hombre de costumbres y vida sencilla.
Y Gullón, al tratar la cuestión de Galdós y las mujeres, denuncia que ciertos críticos echan mano de hormas culturales o sociológicas para caminar cómodos por un terreno escabroso. El escritor cree que «convertirlo en un donjuán parece una exageración» y destaca la correspondencia con Emilia Pardo Bazán, su gran amor, y la mantenida con Teodosia Gandarias. Ambas constituyen «un legado insustituible y retratan a un hombre cariñoso, necesitado de la mujer, tanto en el plano sexual como en el emocional». Antes de levantar el telón de la vida de Galdós, Gullón comenta en su libro el decorado, «pues tendemos a presentar el siglo XIX español desde una perspectiva incolora». Sin embargo, subraya, «la iluminación del mundo forma parte esencial del legado decimonónico».
El propio Gullón describe su intención plasmada en esta biografía personal. «Hay poco dramatismo, porque queremos ser fieles al ser humano». Benito Pérez Galdós «se merece que escribamos una biografía hecha a medida. No haremos un recuento de su existencia de la cuna a la tumba, imposible por otro lado. Sabemos bastante de su vida diaria, de las rutinas y costumbres, las de un hombre normal de la época, si bien de una persona excepcionalmente dotada para observar la realidad con una mirada penetrante y representarla desde ese punto de vista humano que conocemos los lectores como galdosiano». Una biografía de Galdós -matiza Gullón- «exige asimismo que ofrezcamos una visión de su labor total; por lo general, suele comentarse/conocerse exclusivamente su producción narrativa, si bien sus empeños periodísticos, políticos, de dramaturgo, de dibujante y pintor, de aficionado y crítico de música, de editor, entre otros, complementan y amplían la visión habitual del autor».
El también catedrático de literatura y crítico, que se detiene en las 'maneras' del novelista, considera que Galdós retrata en sus narraciones «el momento en que abandonamos los valores impuestos por la tradición y exploramos unos emergentes».
La insistencia de cierta crítica en destacar el realismo de su obra fue «una manera, quizás inadvertida, de desmerecer la riqueza que alumbró la creación de sus personajes». En su opinión, Galdós «dejó al descubierto la veta donde minarán sus obras Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Ramón María del Valle-Inclán, y, en especial los poetas, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, y su admirado Federico García Lorca».
Ediciones Valnera ya ha mantenido contacto con las instituciones cántabras para abordar la publicación de la biografía, proyecto ambicioso y complejo. Incluso con la colaboración de la Casa Museo de Pérez Galdós en Las Palmas.
Para Gullón, Santander era Manuel Arce. Mediante las memorias del poeta, editor y galerista, 'Los papeles de una vida recobrada', (en las que firmó el prólogo) conoció el proyecto de Valnera y promocionó aquella publicación en revistas literarias y presentaciones.
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Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Doménico Chiappe | Madrid
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