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En un escaparate de la actual escena artística nacional e internacional, a modo de amplio diálogo, no podía faltar la galería santanderina Juan Silió. ARCOmadrid celebra su 43ª edición del 6 al 10 marzo, con el Caribe como protagonista. En los pabellones 7 y ... 9 del recinto ferial de Ifema la feria dedica las tres primeras jornadas exclusivamente a los profesionales, y a partir del viernes 8 abrirá sus puertas al público. Y el veterano galerista con sede en Santander y Madrid, acude nuevo a la cita con el arte contemporáneo. Cinco días de descubrimiento e investigación con la presencia de nuevas galerías internacionales que confirman el papel de ARCOmadrid como referente para «la visibilidad y exploración de los artistas, fomentar un mercado activo y potenciar el conocimiento en torno al arte».
Un total de 207 galerías de 36 países convertirán a Madrid en capital internacional del arte contemporáneo. En esta ocasión, 172 galerías, entre ellas la sala santanderina, integran el Programa General, sumándose a ellas las secciones comisariadas: 'La orilla, la marea, la corriente: un Caribe oceánico', con 19 galerías; Opening, con 16, y 'Nunca lo mismo. Arte latinoamericano', con 12 salas. La feria celebra por primera vez una edición en el mes de marzo y su directora, Maribel López, ha confirmado que estas fechas se mantendrán en el futuro porque esta primera experiencia ha «demostrado que tiene sentido». Sobre las razones que han llevado a elegir este mes en lugar del tradicional febrero están el hecho de ganar más tiempo para montajes «a los que se está yendo cada vez más al detalle», dentro del recinto; y el hecho de que en febrero se cruzaba la fecha de celebración con la 'semana blanca' -periodo no lectivo docente dentro del calendario escolar- que dificultaba la presencia de galeristas y coleccionistas. «O venían tensos o había renuncias, entre aquellos con prioridades familiares. Hay que estar atentos con el nuevo coleccionismo», apuntó López.
El estand de Silió en ARCO, como es habitual en sus comparecencias, tendrá un sentido colectivo y este año estará integrado por obras de diez artistas que llevan el sello del espacio. Son: Nora Aurrekoetxea, Irene de Andrés, Fod, Irene Grau, Carlos Irijalba, Juan López, Michael Najjar Belén Rodríguez Miguel Ángel Tornero y Darío Urzay.
Juan Silió se centrará esta vez «en la idea de construcción del relato y las distintas maneras de afrontarlo» por parte de los artistas que conforman la apuesta de este año. Un detalle, incluso lo anecdótico, «nos abre la puerta a distintos mundos y tiempos y nos invita a compartir sus preocupaciones y reflexiones». Es un viaje que transita entre el presente y el pasado; entre lo real y la ficción, lo biográfico y lo historiográfico. Pero, al igual que la vida se conecta con su práctica artística, sus obras sirven de nexo con el que introducirnos en realidades alejadas de nuestra cotidianidad».
Una cita del escritor Italo Calvino, extraída de sus 'Seis propuestas para el próximo milenio', preside esta presencia colectiva: «En esos momentos en que el reino de lo humano me parece condenado a la pesadez, pienso que debería volar como Perseo [...] Quiero decir que he de cambiar mi enfoque, he de mirar el mundo con otra óptica, otra lógica, otros métodos de conocimiento y de verificación. Las imágenes de levedad que busco no deben dejarse disolver como sueños por la realidad del presente y del futuro...».
Como una fábula, Belén Rodríguez utiliza la historia de un bosque y las plumas que una faisana dejó a su paso. Esta historia, como cualquier cuento, esconde otra historia. «La delicadeza de sus obras y de sus tintes que extraen la información de la naturaleza, plantea una revolución en la que, desde la calma y la tranquilidad se pueda tornar a una sociedad más igualitaria».
Un dato: 3mm de piedra se convierten en polvo cada vez que una sierra hace un corte, son los 3 mm que Irene Grau utiliza para hablar de economía circular, de la naturaleza y la geometrización de la misma. «Líneas y sombras» como las que construyen las obras de Fod.
Cuando el pasado se torna invisible Irene de Andrés recupera la esencia de otros modos y tiempos de resistencia. Retrata el rastro de la bala en la piel, en el papel y pone el foco en libros que fueron trinchera. Otro dato: exactamente 350 páginas son las necesarias para frenar una bala con un libro. De datos y procesos científicos surge la práctica de Michael Najjar o Carlos Irijalba.
La ciencia como excusa, como una fuente de recursos que se transforman para ayudarnos a entender la historia pasada o futura, «para ayudarnos a entender los secretos que se ocultan en la elaborada pintura abstracta» de Darío Urzay. En el trabajo de Juan López o Miguel Ángel Tornero hay una necesidad de experimentar de primera mano y materializar las narraciones que se tambalean entre leyenda y realidad. «Como forenses que recolectan pruebas, el primero recoge los rastros de vida en la ciudad formando una nueva relación de energías»; y Tornero se adentra en la mayor de las leyendas, Altamira, «convirtiéndola en carne con su flash y recomponiendo el cuerpo de la primera galería». Y las formas que se elevan y danzan en el espacio de Nora Aurrekoetxea como elementos que pueden modificar nuestra realidad, o crear la suya propia. Al igual que la historia, frágil y dependiente de la modificación de su propio relato, en este cruce de relatos «el arte transforma los elementos, modifica la inercia y construye imágenes de levedad ante la urgencia de reaccionar al peso del vivir.
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