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Si hay una palabra que se repite en el sector cultural desde que se inició la crisis sanitaria y, sobre todo, el encierro en nuestras casas esa es «incertidumbre», un término que traduce una gran preocupación en todas las disciplinas. Los creadores, también libreros y editores ya han manifestado sus temores, han hecho cálculo de sus pérdidas y cruzan los dedos para sobrevivir a las consecuencias económicas del coronavirus. ¿Y los gestores culturales? ¿Qué va a pasar con el trabajo de aquellos que se encargan de programar o facilitar la contratación para que el trabajo de los artistas llegue al público? Pues más de lo mismo. Temores, dudas y encajes de bolillos en sus agendas para que todas esas actuaciones, exposiciones o proyecciones de cine que tenían contratadas y que deberían estar celebrándose estas semanas no se solapen con las que las que les sucederían.
El Centro Botín es, sin duda, uno de los motores culturales de la ciudad. Su directora, Fátima Sánchez, es de las que prefiere ver la botella medio llena: «En la Fundación Botín siempre somos optimistas. Ciertamente, será una situación diferente que, como cualquier otra, puede suponer una oportunidad si sabemos aprovecharla. Está claro que la relación con el público será diferente, pero debemos intentar que todo ello nos lleve a una experiencia del visitante con una mayor calidad», asegura.
Y es que, como recuerda, en el Centro Botín «trabajamos diariamente con artes, emociones y creatividad, y eso supone siempre tener una actitud y una mente muy abierta, lo que sin duda nos permitirá manejar todos los escenarios con la máxima flexibilidad». De momento, aunque el Centro no está abierto, su quehacer diario no ha parado: «El trabajo que el equipo está desarrollando en estos momentos se centra en dos líneas: por una parte, hacer todo lo que está en nuestras manos para organizar y sacar el mayor partido al material audiovisual del que disponemos y acercar el arte a todas las personas que están en sus casas y que tienen tiempo para disfrutarlo y sentir sus beneficios, apelando así a su labor social. Por otro, estamos trabajando en el planteamiento expositivo, cultural y formativo para cuando podamos volver a abrir las puertas. Es una gran oportunidad para ser más creativos... para pensar cosas nuevas».
Si alguien sabe de programaciones en Santander ese es Juan Muñiz, director de la Fundación Caja Cantabria. Sobre la actual y anómala situación cree que debe «imperar la prudencia» y esperar a que se despejen las incógnitas que vienen derivadas de esta crisis. Está convencido de que se avecinan tiempos difíciles «pero es necesario que recuperemos pronto la normalidad, que recurramos a la imaginación para ayudar a los creadores de la región». Para ello, no duda, se utilizarán nuevas herramientas y, con seguridad, nos fijaremos en cómo les va otros países cercanos, como Francia, que ya ha anunciado que todo lo relacionado con la cultura será lo primero que se abra cuando acabe la cuarentena. De momento, la Fundación ha colgado alguna exposición por internet y también está ofreciendo on line su ciclo de música religiosa, «porque nuestro interés es dar cauce a la creatividad y buscar todos los elementos que sean necesarios para que no se pierda la comunicación entre público y creadores».
Si tuviera que aventurar cuándo se volverá a la normalidad lo fecha en el momento en el que la vacuna esté disponible y no duda en que este es «el virus más social de todos los que nos hemos encontrado hasta el momento porque afecta al contacto directo de las personas». Y es que, según afirma, «nuestro trabajo consiste en unir personas y concentrarlas en torno a un mismo interés común».
Laura Cobo es cofundadora de la empresa ARKO que se encarga desde hace veinte años de la gestión cultural de diversos espacios en municipios como El Astillero, Los Corrales o Santoña así como de la organización de exposiciones artísticas. ¿Y cómo afecta la crisis a su empresa? «De una forma directa y drástica. Las actividad de las infraestructuras culturales y cualquier tipo de manifestación cultural ha quedado absolutamente suspendida hasta el fin del confinamiento. Cualquier empresa cuya actividad tenga que ver con las gestión de proyectos culturales se ha visto abocada a la inactividad inmediata. Por otro lado, las empresas y actividades culturales de cualquier índole, así como los espacios culturales, serán las últimas en reactivarse y volver a la normalidad junto a la hostelería y el turismo. Si ya con anterioridad nos encontrábamos en un momento delicado, la situación actual resultará devastadora para el sector», señala.
Como el resto de los gestores y programadores, todas las actividades que ARKO tenía programadas se han suspendido. «Si bien, nuestra firme intención es la de no cancelar lo programado, si el calendario variable lo permite».
En cuanto al futuro, esta gestora cántabra cree que «será necesario realizar un esfuerzo entre todos para restablecer la normalidad en todos los sentidos: social, cultural, empresarial... La cultura ha acompañado a los ciudadanos durante este confinamiento: libros, series, películas, música, exposiciones de arte virtual, visitas virtuales a museos... estamos deseando volver a ofrecerles actividades en las que puedan participar».
De vuelta a Santander otra víctima colateral de esta crisis sanitaria es el Cine Los Ángeles que permanece cerrado y sin una idea, ni siquiera aproximada, de fecha de reapertura. Su propietario Carlos Restegui tiene sentimientos encontrados. Por un lado, agradece que cuando se inició el estado de alarma «más o menos teníamos la temporada hecha». Al menos lo que en este sector llaman temporada alta de taquilla con la proyección de las películas más premiadas en los Oscar y otros festivales internacionales. «Hemos salvado un poco el año y con buenos resultados además pues la trayectoria de la sala estaba siendo ascendente». Siente con pesar esta situación por esto y porque cree que «los cines seremos los últimos en salir de esto por aquello de que habrá que ver que medidas de seguridad habrá que aplicar en la sala».
En lo que a su empresa se refiere lamenta que hayan tenido que aplicar un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) que le causa una gran preocupación por las personas que trabajan en este cine. «La mayor parte del público que llega a este cine es gente mayor por lo que supongo tendremos que tomar nuevas medidas higiénicas y sanitarias como una mayor desinfección o entrega de mascarillas para que puedan ver las películas sin riesgos».
En su balance sobre la situación Restegui reconoce que con esta situación a las plataformas digitales, una de sus principales competencias, «Dios les ha venido a ver, pero es absurdo intentar competir con ellas. Además nosotros hemos apostado por un público que valora el acto en sí de ir a la sala, su olor, el servicio y cosas como poder reservar su entrada por teléfono para no tener que aguardar una larga fila... En fin, algo que aún no se da en las plataformas y tampoco en los centros comerciales. Esperamos con los brazos abiertos el regreso de todos estos cinéfilos que, en las últimas temporadas han hecho de nuestro cine el suyo». Y cambios, tal y como prevé, «claro que va a haber. Al principio me temo que volveremos a caer, pero que eso nos obligará a mirar hacia adentro para reinventarnos.».
La historiadora del arte Marta Mantecón dirige la sala de Arte Robayera en el municipio de Miengo. Según explica este espacio tiene un programa expositivo que se lleva a cabo durante la temporada estival, «así que seguimos teletrabajando, obviamente, con la incertidumbre que supone no saber cómo avanzará el virus y si podremos abrir al público en las fechas previstas o habrá que considerar un retraso en la programación. Este año además, tal y como señala la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Miengo, había promovido una exposición colectiva con una selección de obras de la Colección Robayera para presentar durante los meses de abril y mayo en la sala, justo antes de iniciar la temporada expositiva que habitualmente conforma el programa durante los meses de verano. «El objetivo era acercar los fondos de la colección a diferentes centros educativos mediante un programa de visitas comentadas y que tanto la población de Miengo como los visitantes tuvieran la oportunidad de conocer el patrimonio excepcional que se ha generado a lo largo de los últimos 30 años de andadura de la Sala, gracias sobre todo al impulso de su anterior director, Juan Manuel Puente. Con la cuarentena no hemos podido abrir al público esta exposición aún, pero espero que podamos retomar el proyecto próximamente».
Como gestora cultural reconoce que para su actividad profesional «la situación resulta bastante frustrante, ya que muchos de los proyectos en los que estaba trabajando para marzo, abril y mayo han sido pospuestos (en el mejor de los casos) o definitivamente cancelados. Hace poco escribí un artículo sobre esta cuestión para la revista con la que colaboro, 'M-Arte y Cultura Visual'. Decía que a la doble precarización que sufrimos las mujeres, primero, por ser mujeres y, segundo, por trabajar en un sistema como el del arte que ya de por sí es precario, hay que añadir ahora las consecuencias económicas de este virus. Y para no preocuparnos, parece ser que lo mejor es estar permanentemente ocupados, así que recibimos docenas de propuestas para entretenernos y rellenar el tiempo, evitando de este modo darnos un margen para pensar. Posiblemente, no nos quede otro remedio que asumir la incertidumbre como parte del problema, pero estoy convencida de que la cultura es un sector que hay que proteger, ahora más que nunca. Aunque estemos en casa, la vida no se ha parado. Y nuestra actividad como trabajadores del arte tampoco».
Otro gestor cultural es Jesús Mazón, encargado de la programación artística del Espacio Fraile y Blanco y del Casino de El Sardinero. Hombre positivo por definición estos días está bastante alicaído y confiesa que «huyo del optimismo del vendedor de crecepelo pues creo que nos va a costar mucho salir de esta».
En el Espacio Fraile y Blanco, el cierre de la sala se decretó a tan sólo un día de inaugurar una exposición de José Antonio Quintana «a estas alturas ya se hubiera clausurado y ahora estaríamos con una retrospectiva sobre Pío Muriedas y su colección que me hacía mucha ilusión». Espera que ambas propuestas se puedan llegar a ver, aunque supone que de una forma más efímera y cómo todos se pregunta como se organizarán las visitas. «En las salas de exposiciones, por desgracia no hay las mismas aglomeraciones que en un concierto, un partido de fútbol o un cine, así que supongo que se puedan abrir las exposiciones sin poner en riesgo la salud de nuestro público».
En cuanto al Casino, la situación sigue siendo similar. con varias propuestas programadas que no se sabe sí podrán ponerse en marcha. «Los artistas están acostumbrados a cuarentenas. A que una ola venga y otra se vaya. Veo una nueva herramienta en las redes sociales. Se puede seguir vivo pero me temo que la desescalada va a ser difícil».
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