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Durante toda esta semana La Porticada se ha convertido en la Plaza de la Palabra, un punto de encuentro en el que más de 9. ... 000 personas -por ahora- celebran la lectura. La Feria del Libro de Santander y Cantabria -Felisa desde hace tres años- tiene una larga trayectoria a sus espaldas, si bien en las dos últimas ediciones decidió dar un vuelco a su propuesta y convertirse en una fiesta literaria que cada año va ganando más adeptos. El extenso programa de actividades invita a ello con la presencia de destacados autores como Ian Gibson, Leonardo Padura, Rosa Montero, Bob Pop o Edurne Portela que han presentado sus obras estos días o la música de Sheila Blanco, Rebeca Jiménez o Celia Bsoul que pusieron la banda sonora.
Alrededor de toda esta actividad, a la que también hay que incluir un buen número de talleres, catorce casetas recuerdan a los verdaderos protagonistas de Felisa: los libreros de Cantabria, anfitriones de un festín literario que, por un lado, celebran el éxito de su propuesta y la respuesta del público y que, por otro, temen por el futuro de un sector que según afirman, o se le echa una mano o tiene los días contados. «Este año estamos en Felisa catorce librerías de Cantabria, el año que viene... ya veremos», lamenta Luis Lisaso presidente del gremio. Una frase compartida por otros libreros como Ismael Díaz, de Anaïs, que ha llegado desde Castro Urdiales y que asegura estar haciendo malabarismos para no cerrar su espacio, o Enrique Durán de Campillo, Torrelavega, quien se va ver obligado a prescindir de dos trabajadores a finales de año. Peor futuro tiene Eva Amigo, que cerrará su librería, Unquera, justo cuando acabe la Feria, si bien mantiene la esperanza de volver el año que viene con otro proyecto similar.
Luis Lisaso asegura que todos los libreros de Cantabria «somos una gran familia» que esta semana está de celebración. «Y estamos encantados de cómo esta yendo la Feria porque la gente está respondiendo y esa es nuestra mayor fuerza: la gente y los lectores». Estos días, dice, se han acercado a Santander representantes de la Feria del Libro de Madrid, Murcia, Soria, Gijón... «y nos miran con admiración porque nosotros llevamos celebrándola 43 años ininterrumpidos y en muchas otras ciudades se ha perdido».
Reconoce, eso sí, el esfuerzo de las librerías cántabras para que salga adelante. «Lo hacemos casi por amor al arte y me gustaría que se valore porque el día que lo dejemos a ver quien coge el relevo», advierte.
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Al final, afirma Lisaso, Felisa más que una Feria es «una semana cultural» que cuenta con apoyo institucional tanto del Gobierno de Cantabria como del Ayuntamiento de Santander, pero que no cubre los gastos de tantas actividades como se ofrecen. El público, afirma, está comprando libros en La Porticada «y, en general, creo que la gente nos quiere, que valora nuestro trabajo... pero los resultados en el día a día no se corresponden». ¿Y cuál es a su juicio el problema? «Uno y muy gordo es que los jóvenes no vienen», asegura. También ha comprobado estos días que «muchos jóvenes se han acercado a mi caseta han hecho una foto del libro que les interesa y se han ido sin comprarlo. Seguramente lo habrán hecho en su casa mediante alguna plataforma». Y es una pena, y no sólo por el daño económico sino por todo «lo que ofrece un librero que no van a encontrar nunca en Amazon. De los 7.000 mil títulos que se publican cada mes nosotros apostamos por unos cuantos y cuando vienes a la librería te explicamos por qué, quién es el autor, qué tiene de especial esa edición, por qué es interesante esa historia... y ese 'consejo librero' no lo van a encontrar en ninguna página web».
Hace 50 años que su padre abrió su librería, Lisaso, en Renedo de Piélagos «y he visto de todo, pero cómo la crisis de ahora, nada».
Otro de los miembros de esta «gran familia» es Enrique Durán, propietario de la Librería Campillo de Torrelavega, que celebra las ventas que está teniendo estos días. «La gente viene a las presentaciones y a ver a los autores, pero también compra», afirma. La novela, es el género que más tirón tiene en su caseta, pero reconoce «también me he quedado sin el último poemario - 'Un año y tres meses'- de Luis García Montero. Está en la UIMP y ha pasado un par de tardes por la Feria y eso ha disparado también la venta de su libro», afirma como curiosidad.
Se hizo cargo de esta librería hace treinta años -aunque realmente lleva más de 40 años abierta- y, como Lisaso, está convencido de que «el sector está viviendo su peor momento. No sé cuánto más vamos a aguantar abiertos». En su opinión son las instituciones las que deben echar una mano a un sector necesario e imprescindible. «Los niños han dejado de venir a las librerías y ese es el peor augurio de lo que nos espera».
Y en Castro Urdiales, las cosas no están mucho mejor según cuenta Ismael Díez. Coincide en que estos días de Felisa se está vendiendo más, que da gusto ver a tanta gente pendiente de sus libros, pero que el día a día es muy duro.
Esta semana la librería Unquera, centrada en el público infantil, ha cumplido diez años y a finales de mes cerrará su persiana. Pero su propietaria, Eva Amigo, se resiste a colgar el sombrero de copa lleno de mariposas con el que acude a las ferias. Asegura que ya tiene en mente otro proyecto relacionado con el libro, eso sí, en otra zona de la región. Cómo el resto de libreros, esa 'familia' que estos días se ha volcado con ella, dice que en La Porticada está vendiendo bien, que los niños y niñas siguen siendo unos lectores maravillosos y desea una larga vida a Felisa. Que así sea.
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