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'Elogio de la fragilidad', es según su autor Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) una «autobiografía imaginaria». Su editorial, Galaxia Gutenberg, lo presenta como un ensayo. Pero, sobre todo, esta obra, que el escritor presentará este viernes, a las 19.30 horas el Ateneo, en ... un acto organizado por el Aula de Cultura de El Diario, es un canto a los libros, a la vida y a los lectores.
-¿Cuánto ha leído Martín Garzo para poder escribir este ensayo?
-Supongo que mucho, aunque curiosamente no he sido uno de esos lectores precoces. De niño era más bien espectador de cine, así que leía tebeos y poco más. No fue hasta llegar a la universidad cuando me convertí en un lector de libros de los llamados de adultos. Desde entonces no he parado.
-¿Cómo surgió la idea de escribir este ensayo?
-A lo largo de mi vida he ido escribiendo una serie de textos más narrativos que de ensayo crítico en los que quería contar que es lo que me ha pasado cuando me he encontrado con determinados libros. Por eso digo que esta obra es una especie de autobiografía imaginaria. En un momento determinado me pareció que había llegado el momento de hacer algo con todos esos textos. He tratado de hacer una selección de aquello que yo he podido pensar acerca del mundo, de la vida, del arte, de los libros...
-Habla de la lectura como un acto de creación. ¿Lo es más que la escritura?
-No diría que es más, pero sí pienso que la lectura es un acto de creación clarísimo porque si bien es verdad que un libro para existir necesita ser escrito por alguien, tampoco existiría si no fuese leído. Alguien tiene que leerlo, transformarlo en suyo y en materia de su propia vida. En cierta forma el lector es como el intérprete de una partitura que pone su saber, su técnica y sus emociones en la tarea de dar sonoridad y vida a ese texto escrito como hace un músico cuando recibe una partitura.
el libro
-¿Hay alguna técnica que ayude a interpretar esa partitura?
-Una partitura siempre es diferente según quien la toque. Hay intérpretes que son magníficos y otros que pueden llegar a destrozarla. Un libro puede llegar a fracasar por estar mal escrito porque hay buenos y malos escritores y también porque hay buenos y malos lectores.
-¿Cómo se diferencian?
-Hay grandísimos lectores que son capaces de transformar un libro en una auténtica obra de arte. Lo que pasa es que esa obra de arte suele quedar en la intimidad y no sabemos de ella.
-En un momento de 'Elogio de la fragilidad' recuerda que durante una feria se les preguntó a un grupo de escritores en qué libro les gustaría vivir. Me gustaría conocer su respuesta.
-Fue durante una entrevista que nos hicieron, creo que durante una feria del libro de Madrid, y ahí me di cuenta que una cosa son los libros que más nos han gustado y otra en los que viviríamos. Con frecuencia los libros que más nos gustan suelen ser muy tristes y con una serie de personajes que sufren situaciones nada deseables. Esto te lleva a la conclusión de que los grandes libros tienen un fondo de oscuridad y desolación, algo comprensible porque la literatura pretende reflejar un poco nuestra vida en la que inevitablemente siempre hay tristezas y pérdidas. Así que elegir un libro para vivir es complicado.
-Entonces, ¿no se decide por ninguno?
-Te citaría uno que de alguna manera contiene todos los libros: 'Las mil y una noches'. Es un libro en el que el gozo y la felicidad están bien presentes, pero también contiene cuentos terribles. Sin embargo, habla del poder de dar vida que tienen los cuentos y las mil y una historias que presenta dan cuenta de lo que somos.
-¿Qué le diría a la gente que dice que no lee porque no tiene tiempo?
-Siempre me ha parecido un enigma el conocer porque a alguna gente le gusta leer y a la mayoría no. Los libros contienen tanta cantidad de maravillas que no entiendo que haya gente que lo ignore. Cada vez que paso por delante de una biblioteca me parece estar haciéndolo por delante de la cueva de Alí Babá porque guarda todos los tesoros que alguien pueda imaginar. Una biblioteca es un almacén de sueños que está al alcance de cualquiera. Soy incapaz de comprender porque hay gente que pasa de largo. Y esto me hace pensar que la capacidad de leer no es algo que uno pueda lograr por sí mismo, sino que es como un don que uno recibe. Como pasa con la música.
LAS BIBLIOTECAS
-Escoge la palabra elogio para el título de esta obra. ¿Le parece que somos poco dados al elogio?
-Puede ser. A lo mejor sí lo somos al elogio fácil, pero hemos perdido la capacidad de adorar. Algo que a mí me parece esencial porque al final siempre buscamos algo que sea capaz de hacernos vivir más intensamente nuestra propia vida. La adoración tiene ese aura misteriosa de quedarse pasmado ante algo y esperando a ver lo que pasa sin saber muy bien por qué. Ese no saber y esa espera me parece uno de los misterios más extraordinarios de la vida. Es lo que pasa con el amor. La experiencia amorosa sirve muy bien como paradigma de la vida.
-Siguiendo con el título, la siguiente palabra que utiliza es fragilidad. Un termino que parece haber vuelto a un primer plano.
-Esta crisis sanitaria que sufrimos da un dramatismo a la palabra fragilidad, pero es que la vida es frágil. Y es una palabra que por una parte puede causarnos temor porque lo frágil es siempre lo que puede morir, pero que también se relaciona con la belleza y con su vulnerabilidad.
-¿Cómo está viviendo todos estos estados de alarma, confinamientos y desescaladas?
-No lo vivo con especial angustia porque la escritura es un trabajo que solo puede surgir de la soledad. Es un autoconfinamiento. Así que en ese sentido no es algo duro. Pero luego hay otro lado, que está relacionado con como contemplas el mundo que hay a tu alrededor y la fragmentación que se ha producido y la imposibilidad de no poder encontrarte con la gente que quieres y abrazarla, me parece algo terrorífico y muy doloroso.
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