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Hay magos que hacen trucos con cartas y otros con los pensamientos. Estos últimos son los mentalistas, tal y como señala Anthony Blake, él más popular en España de todos estos magos de la mente. O al menos uno de los pioneros. Detrás de ... este hombre serio, que viste de oscuro y tiene una voz hipnótica, está José Luis González-Panizo, un asturiano nacido en Oviedo en 1955 y que en los últimos treinta años no ha perdido la pasión por asombrar, admirar, fascinar... Hoy regresa a Cantabria, una tierra en la que dio los primeros pasos de su carrera con mucha más experiencia pero con la misma ilusión.
El espectáculo que le trae al Teatro Casyc este viernes lleva por título 'Prácticamente improbable'. «Creo que es una de las apuestas más divertidas de la última temporada. En mis show siempre cuento con la colaboración de la gente y en esta ocasión esa participación es casi del cien por cien de la sala con una serie de números muy particulares y muy interactivos», explica. Pero sobre todo, según afirma, este montaje «es un desafío a la razón. «Es mi forma de demostrar que puedo adivinar cosas que parecen fruto del azar como si al tirar una moneda al aire va a salir cara o cruz o qué va a salir cuando lanzas los dados desde el cubilete. Es prácticamente improbable adivinarlo e incluso racionalmente imposible. Pero a mí los imposibles y los improbables me estimulan mucho».
El' ilusionista está encantado con volver a Santander, una ciudad en la que dio sus primeros pasos como mago. «Llevo 36 años metido en esta profesión y hace 35 el mismo señor que me trae a Santander, Manolo Gutiérrez, de Producciones MG Artísticas que ahora llevan sus hijos, me introdujo en esta tierra. Él entonces programaba las actuaciones que se ofrecían en La Bohemia, un lugar que fue un referente para muchos artistas y el mejor 'Comedy Club' que ha existido en Cantabria durante mucho tiempo. Por entonces teníamos claro que si llegamos a La Bohemia ya estábamos encarrilados profesionalmente. Y él me trajo. Así que siempre he tenido mucho cariño a esta tierra».
Desde entonces y han pasado tres décadas son muchas las veces que ha vuelto con sus espectáculos, «me he recorrido prácticamente toda Cantabria. Hasta tuve una novieta en Santander».
El público, según dice, ha cambiado mucho en estos 36 años de trayectoria. «Cuando yo empecé a trabajar en 'Un, dos, tres', en el año 92, sólo había una cadena de televisión. Bueno había dos, pero en el norte solo se veía la Primera porque no había muchos repetidores. A partir de ese año llegan las cadenas privadas y todo empieza a evolucionar. La gente va adquiriendo cada más información y, sobre todo, más elementos comparativos. Internet, por entonces, era todavía un esquema a nivel universidad americana. Y ahora, fíjate, los jóvenes ya no ven televisión, sino lo que les apetece a través de su tablet o conexión. El cambio ha sido brutal».
Todos esos cambios han hecho que el público tengan mucho más elementos de juicio. «Cuando yo empecé el único referente era el profesor Rochi que se movía en cabaret y fiestas de pueblos por lo que los espectadores no tenían elementos comparativos. La unipersonalidad de mi trabajo empieza a caer porque surgen nuevos personajes aquí y en otros países que hacen cosas similares. Así que ahora la gente que me va a ver, ya sabe lo que va a ver, antes no».
Según explica eso hace que muchos de los asistentes a sus espetáculos ayuden en los números, mientras que otros lo ponen más difícil. Esto último, lejos de ser un inconveniente, es un reto para él «hace que mi trabajo sea cada vez un desafío mayor y me haga llegar a niveles más alto».
Lo que no ha cambiado durante su trayectoria es su pasión por el trabajo. Una de las cosas que explica a los alumnos de la Escuela de Magia de Ana Tamarit en la que imparte clases magistrales es lo importante que es tener esa pasión. «El día que no sienta el miedo antes de dar el paso que te lleva al escenario, lo dejaré definitivamente» Y es que, asegura, que cuando desaparece la pasión también lo hace la interpretación y, sin interpretación, no hay espectáculo.
Durante años ha venido advirtiendo al público de que no hay que darle muchas más vueltas a lo que ofrece en sus show porque, «todo es producto de su imaginación», una frase que se convirtió casi en una tarjeta de visita o carta de presentación. Y sigue pensando lo mismo. «Claro, no lo duden ni por un momento, todo lo que van a ver esta noche en Santander será producto de su imaginación», concluye.
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