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JAVIER MENÉNDEZ LLAMAZARES
Sábado, 9 de septiembre 2017, 07:54
Cigarrillo en mano y protegido por unas gruesas gafas de pasta y su fino bigote, Pumarejo podría no parecer un gran felino -por su simpatía natural, claro, pero también por su tremenda humanidad, tendente al sobrepeso-, pero enfrentado a una cámara o un micrófono ... se transformaba en una auténtica fiera, capaz de entrar en los hogares de millones de televidentes y seducirles con el último invento de la técnica: la televisión.
Mucho antes de que su homónimo cantase aquello de 'Viva la numeración', este santanderino se ganó su apodo de 'El Puma' conquistando otros números: los de los canales del mando a distancia. Su gran logro llegaría al fundar el Canal 12 cubano, en 1958, el primero en castellano que emitió en color. Sólo los estadounidenses, británicos y japoneses se le adelantaron. En España, el blanco y negro duraría todavía quince años más.
Gaspar Pumarejo Such había nacido en Santander el 8 de noviembre de 1913, pero con apenas ocho años su familia emigró a La Habana, donde su padre, el periodista y escritor Miguel Pumarejo Cos, buscaría aires menos hostiles para su militancia socialista. Allí llegaría a dirigir La Voz Española, pero su nostalgia del terruño la mitigaría en el Centro Montañés, donde se ocupaba de la biblioteca.
En Cuba concluirá Gaspar sus estudios de secundaria, para empezar a trabajar en una tienda que vendía los más fabulosos aparatos de la época: radios, gramolas y discos, aunque no aguantaría demasiado en ese empleo: tras convencer a los dueños de la emisora CMQ de que lo suyo era el micrófono, en 1932 se convertiría en locutor, presentando programas de variedades. Nada mal para un muchacho que había compensado la tartamudez que sufriera en su infancia con una locuacidad extraordinaria.
Al frente de programas como 'La hora múltiple' inventará una nueva forma de hacer radio, donde el locutor no sólo presenta sino que incluso canta, y combina información con entretenimiento y anuncios publicitarios. Su grito de guerra, «Aló, aló... Aquí el periódico radial La Palabra» se convertiría en su sobrenombre popular; sería el 'Aló Aló' de la radio. Más tarde, por su costumbre de repartir fiambre entre el público de sus programas, le llamarían 'el hombre del choripán'.
Aunque pronto demostraría disfrutar no sólo del don de la palabra, sino de una gran visión comercial; el nuevo dueño de la CMQ, Goar Mestre, le convertiría en ejecutivo de día y locutor por las noches. Aunque en los años cuarenta decidiría establecerse por cuenta propia, fundando una cadena nacional: Unión Radio. Y suya sería la idea de una de las más singulares emisoras panamericanas, esa mítica Radio Reloj a la que cantara hace unos años Manu Chao, y que da la hora minuto a minuto, ofreciendo noticias entre cada señal horaria. Mestre llevaría el proyecto a la práctica, pero sin contar con Pumarejo, que acabó abandonando la compañía decepcionado.
Claro que su objetivo era otro, mucho más ambicioso: la nueva televisión que se imponía en el país vecino del norte. Comenzaban los años cincuenta, y mientras en el mundo se imponía la carrera armamentística, en El Caribe la competencia se produciría entre dos pequeños imperios radiofónicos: la CMQ de Goar Mestre y la nueva Unión Radio de Pumarejo. Ambos querían saltar al medio audiovisual.
Mestre, un publicitario de la alta sociedad cubana, educado en las mejores universidades estadounidenses, estaba empeñado en construir en La Habana una réplica del Radio City Music Hall neoyorquino; su Radio Centro sería también la sede de su canal de televisión.
Sin embargo, sería su antiguo empleado, Pumarejo -con el que mantenía una relación de amor-odio por su origen humilde y su carácter autodidacta-, quien le ganase por la mano. Dos meses antes que la gran compañía de Mestre, el santanderino improvisó un estudio en la casa de sus suegros, y comenzó a emitir el 12 de octubre de 1950. Sería la primera televisión en español de todo el mundo. Partidos de béisbol, programas musicales y espacios de humor llenaban de la parrilla de una emisora que sería inaugurada por el propio presidente de la República de Cuba.
No sólo como comunicador resultó importante Pumarejo, sino sobre todo por su legado en forma de descubrimiento de artistas que en el futuro serían grandes estrellas y a los que él daría su primera oportunidad. Por ejemplo, a tres hermanos españoles que aparecieron en Cuba en 1936, y querían convertirse en payasos. Para ellos inventaría en los años cuarenta 'Radio Circo', y en 1950 les convertiría en 'Los payasos de la tele'. Se llamaban Gabriel, Alfonso y Emilio Aragón. Para el público, Gaby, Fofó y Miliki.
Tras la revolución cubana, Pumarejo -que había entrado brevemente en política en los años cincuenta- optaría por el exilio, instalándose en 1959 en Estados Unidos, aunque su ámbito de actuación seguiría siendo América Latina. A través de su productora Antillana de Televisión realizaría programas como 'El show de Pumarejo' o 'Viernes de gala' que serían emitidos en varios países, y en canales de Nueva York y Miami. De nuevo serían las variedades y el acompañamiento musical la clave que le llevaría al éxito popular.
Fallecería en San Juan de Puerto Rico el 25 de marzo de 1975, y aunque en su ciudad natal siga siendo un completo desconocido, forma parte de la memoria sentimental de cientos de millones de televidentes. El resto tendremos que conformarnos con algunos vídeos que mantienen su recuerdo en internet.
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